Por: Fernando Salgado
El Toro
Gregorio Corrochano, reputado crítico taurino de principio del siglo XX, decía en su libro ¿“Que es torear” ?: el diestro que lidia torea, pero no siempre el que torea, lidia. Por esa razón es bueno recordar para unos y enseñar a los nuevos aficionados lo básico que se debe ver y entender en el espectáculo de tal forma que aprecien mejor lo que ocurre en el ruedo y aprovechen en su integridad la corrida.
El Toro es el centro del espectáculo, en base a él gira todo lo que ocurre en el ruedo, por algo se llaman corrida de toros y no de toreros. Si un aficionado no sabe analizar las condiciones que muestra el burel se condena a ver la mitad de la corrida limitándose a aplaudir lo que les gusta o pitar lo que no les gusta en vez de hacerlo por lo que está bien en el primer caso y lo que está mal en el segundo caso.
Los toros cuando salen al ruedo no saben embestir, sino que acometen y es menester de los lidiadores enseñarles a embestir. Ni bien sale el toro, los toreros incluidos los picadores que se encuentran en la puerta del patio de caballos listos a salir al ruedo, deben escudriñar la embestida del toro mientras se le para y fija con el capote que se llama de brega. Por lo tanto, lo que se hace con el capote es bregar y no lidiar como oímos en las transmisiones de TV.es como si en el primer tercio dijéramos que el picador está lidiando cuando lo que están haciendo es picando al toro. La lidia es el todo, la sumatoria de lo que se realiza en los tres tercios como veremos más adelante.
Cuando el toro sale de chiqueros tiene la condición de abanto y es llamado por los peones a los burladeros buscando que no pare y se emplace. Aquí hay que fijarse si llega a derrotar al burladero y si lo hace abajo, a media altura o con la cara alta. Cuando no llega a los burladeros y por el contrario se frena y recela, lo más probable es que lo haga también en los primeros lances de capote motivo por el cual habrá que perderle pasos y llevarlo largo para confiarlo de tal manera que alargue la embestida. En ese momento se está parando al toro. Si el toro se fuera una vez parado se dice que ha salido suelto y no abanto como algunos confunden.
En esas primeras embestidas hay que fijarnos en varias cosas. Si repite las embestidas o tardea, si se desplaza o se queda corto, galopa, trota o anda (viene al paso), echa las manos por delante, si humilla rozando el hocico con la arena (meter el morro) o va con la cara a media altura o alta, si sale con la cara alta o derrota, si se abre o se ciñe. Lo ideal es que el toro embista humillado desde el inicio del lance hasta el final, que vaya fijo, templado, con recorrido y repetición además de codicia y transmisión. Lo contrario, dentro de los matices que se pueden dar en lo negativo, es que embista con la cara alta, derrote, se quede corto, se ciña, suelte la cara y se distraiga o desparrame la vista.
Si un toro derrota o puntea se debe evitar enganche los trastos a fin de quitarle ese defecto. Aquel que embiste al galope es de esperar cosas buenas de él si mantiene esa condición los tres tercios. Igual del que repite las embestidas, aunque cuando esto lo realiza en forma abrumadora y quien está delante no está en condición física optima o le falta valor o técnica puede llegar a ser agobiante. A estos toros se les llama meloso, pegajoso o que repone. Si además va hacia delante buscando se dice que hace hilo.
Los terrenos de tablas son del torero mientras que los medios son del toro. Teniendo esto en cuenta, si el toro aprieta a tablas por su querencia a ellas se debe invertir los terrenos y sacarlo hacia los medios para torearlo. Buena condición es que el toro se aquerencie en los medios y de allí acuda a los cites. Lo contrario es que se aquerencie en tablas o chiqueros mostrando mansedumbre llamándolos “rajados”. Si tiende a salirse suelto o huye es signo negativo al igual que rehusar acudir a las suertes. Saltar al callejón, bufar, cocear, escarbar son signos negativos, aunque éste último dependerá de las circunstancias; si lo hace reculando o de arrancarse a pelear como fue el caso de Cobradiezmos, toro de Victorino Martín indultado en Sevilla por el matador de toros Manuel Escribano.
La fuerza influye en el comportamiento del toro. Uno noble con poca fuerza tiende a embestir rebrincado para evitar caerse, sin embargo, tienden a quedarse cortos y defenderse. Por el contrario, un toro falto de raza por lo general se defiende desarrollando genio que es embestir con rabieta muchas veces desordenada queriéndose quitar los trastos que tiene delante.
El matador debe estar pendientes de la fuerza del toro para aplicarle la lidia adecuada para que dure hasta el final y brinde posibilidades de triunfo. Cuando un toro sale al ruedo con cojera dependerá del grado de este si se justifica una devolución. Por ejemplo, si esta es ostensible en el desempeño del animal se justifica el cambio, pero si es una ligera debido a un calambre no es justificable toda vez que conforme vaya moviéndose el toro aquella supuesta lesión pasará.