Cultura

Quino: ¿Por qué los grandes no hacen lo que enseñan?

Como especulación personal, ahora Mafalda, de no ser un personaje ficticio, con sus actuales 56 años, sería una política progresista, favorable a la liberación de las minorías sexuales, proaborto, progénero, proeutanasia, ecologista y animalista, o también sería intérprete en la ONU o funcionaria de la UNESCO o de UNICEF.

Por: Andrés Valle Mansilla

Al finalizar el mes de octubre el popular Quino nos dijo adiós a los 88 años a causa de un accidente cerebrovascular. Pero por su obra como dibujante y artista gráfico durante más de cincuenta años, siempre nos hará reflexionar sobre cuestiones sociales, injusticias, costumbres, políticas, ambiciones, conflictos, bondades, maldades y deseos humanos. Su humor ácido y crítico con la sociedad esconde una dosis de melancolía, pesimismo, nihilismo, pero también de inconformidad con las situaciones que vivimos.

Joaquín Salvador Lavado Tejón no tenía vocación por la literatura, teología, filosofía, psicología, política o antropología. Sin embargo, da la impresión de que se expresaba acertadamente en esas ramas del saber al mostrar diversas situaciones o personalidades en sus historietas, sin apelar a sermones o el sentimentalismo. Obras como “Potentes, prepotentes e impotentes”, “Qué mala es la gente” o “Humano se nace”, entre otras, son claros ejemplos de ello.

Quien escribe esto creció leyendo Mafalda, al principio sin entenderla. Sin embargo, el tiempo se encargó de revelarme el significado de cada tira y de apreciar la personalidad de los principales personajes: Susanita Chirusi era la pituca clasista y frívola, Manolito Goreiro el pequeño empresario que todo lo ve plata, Felipe el tímido pero idealista e imaginativo vecino, Miguelito Pitti el inocente egocentrista que divaga sobre intrascendencias, Libertad la diminuta pero desfachatada librepensadora de izquierdas y Guille el rebelde hermano con clara tendencia por ser el chico-problema de la casa. Todos ellos fueron sacados de familiares y amistades del propio Quino, aunque pienso que el más cercano en personalidad a él es Felipe y en ideas es Libertad.

Como especulación personal, ahora Mafalda, de no ser un personaje ficticio, con sus actuales 56 años, sería una política progresista, favorable a la liberación de las minorías sexuales, proaborto, progénero, proeutanasia, ecologista y animalista, o también sería intérprete en la ONU o funcionaria de la UNESCO o de UNICEF. Podría ser hasta la Lisa Simpson argentina. ¿Habrá imaginado Quino semejante cambio en su personaje tras los veloces cambios producidos en el mundo a lo largo de cinco décadas? Lo cierto es que el dibujante argentino confesó sentirse hastiado de Mafalda en 1974 en una entrevista publicada en el libro “10 años con Mafalda”.

Pese a lo anterior, con los años, el sentimiento de no extrañar a Mafalda fue desapareciendo y Quino aceptó recibir homenajes por su personaje más famoso y popular hasta su reconocimiento con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014 por el “enorme valor educativo” y “dimensión universal” de su obra y por unos personajes que “trascienden cualquier geografía, edad y condición social”. Después de todo, Joaquín Lavado transmitía sencillez y preocupación por la temática social sin granjearse enemigos como sucede muchas veces con los políticos.

Yo mismo tengo mis discrepancias con su pensamiento y hasta con Mafalda: me encanta la sopa (sobre todo el chupe de camarones), no soy fan de The Beatles (pero no me disgustan como a Manolito), no miro el globo terráqueo mientras escucho el noticioso por la radio, creo en un Dios uno y trino y no en uno distante que flota en nubes y creo en la justicia social y los derechos humanos, pero alejados de ideologías favorables a la violencia, a la mentira, a los eufemismos y a la cultura de la muerte.

Concluyo este homenaje transcribiendo algunos párrafos de la citada entrevista del libro “10 años con Mafalda” en los que Quino nos comparte brevemente algunas aficiones o resuelve ciertas curiosidades sobre su “heroína iracunda” como la calificó el escritor Umberto Eco. Que descanses en paz, Joaquín Lavado, y gracias por tu destacado legado de humor gráfico, porque como diría Charles Chaplin “la vida es una tragedia si la miras de cerca, pero una comedia si la ves a la distancia”.

¿Alguna vez se encontró con una Mafalda de carne y hueso, “fuera” de la historieta?

– No con Mafalda, pero sí con Manolito. Un camarero, en Lisboa, era más parecido a Manolito que el propio dibujo. No podíamos dejar de mirarlo. El mozo se daba cuenta y a cada momento venía a ver si queríamos algo.

¿Cuál es la clave de Mafalda?

– Mafalda surge de un conflicto, de una contradicción. A uno, de chico le enseñan una cantidad de “cosas que no deben hacerse” porque “están mal” y “hacen daño”. Pero resulta que cuando uno abre los diarios se encuentra con que los adultos perpetran todas esas cosas prohibidas a través de masacres, guerras, etc. Ahí se produce el conflicto. ¿Por qué los grandes no hacen lo que enseñan?

– (…) Pero fueron diez años extenuantes, de alguna manera opresivos… Me levantaba a las ocho. A las nueve y cuarto me ponía a pensar la idea. Me daba tiempo hasta las cinco de la tarde. De las cinco de la tarde a las nueve de la noche hacía el dibujo. Así por semanas, por años. Alicia tuvo que soportar esta rutina y resolver mi vida exterior, con el mundo. Hay dibujantes a los que mantener su historieta les costó el matrimonio. No ha sido fácil.

– (…) Si seguía con Mafalda, la historieta iba a terminar por liquidar al dibujante.

– El vino es muy compañero conmigo. El tinto. Para mí el vino no es una bebida, es una filosofía, una forma de estar en el mundo… a tal punto que hasta prefiero servírmelo yo; la velocidad con la que cae el vino en la copa es tan esencial como su paladar.

– Además, leo muchísimo la Biblia, pero no como libro religioso sino como fuente de ideas, en ella está casi todo: la poesía, el sexo, lo policial… La Biblia me estimula el humor. Yo la leo al azar y he aprendido a saltearme las partes morosas. Me parece que siempre la leo por primera vez, como me ocurre con Borges, y con ciertos pintores…

Dejar una respuesta