Miscelánea

LA VUELTA AL MUNDO EN TRES AÑOS MENOS DOCE DÍAS

 

Por: Alfredo Gildemeister

Si bien el gran escritor francés Jules Verne apostó por dar la vuelta al mundo en ochenta días y escribió su gran novela, unos trescientos cincuenta años antes, otro europeo sería el primero en dar la vuelta al mundo y lo hizo en un poco más de tiempo: en tres años menos doce días. Precisamente, el próximo diez de agosto se cumplen nada menos que quinientos años del día en que un portugués loco y avezado llamado Fernando de Magallanes zarpara del puerto de Sevilla en busca de un paso que permitiera a las naves españolas navegar hacia el oeste, atravesando el continente americano por alguna parte, y llegar a las islas Molucas en busca de las tan ansiadas especias.

Así lo narra Maximiliano Transilvano, secretario del Emperador Carlos V, en la carta que enviara el 5 de octubre de 1522 a Mateo Lang, cardenal arzobispo de Salzburgo y obispo de Cartagena, notificándole de los acontecimientos de la expedición de Magallanes y el regreso de Sebastián Elcano a Sanlúcar de Barrameda un mes antes. Dice Transilvano: “Acabada de enderezar la armada de las cinco naos que el Emperador mandó armar, se partió con ellas de la ciudad de Sevilla el capitán Hernando Magallaes (sic), a diez días del mes de agosto del año del Señor de mil quinientos y diez y nueve, y prosiguiendo su viaje llegó dentro de pocos días a las islas Afortunadas, que por común vocablo se llaman ahora las islas de Canaria. Y pasando adelante arribó a las islas Hespérides, llamadas de Cabo Verde. Desde las islas de Cabo Verde enderezó su viaje hacia la tierra firme del mar Océano occidental, yendo contra aquella parte entre el Mediodía y el Occidente”.

Para entender esta hazaña, debemos mencionar como antecedentes que de acuerdo con el Tratado de Tordecillas el Papa Alejandro VI, luego del descubrimiento de América por Colón, había dividido el hemisferio terrestre prácticamente en dos partes: Una para España y otra para Portugal, trazando una línea imaginaria que atravesaba de lado a lado prácticamente lo que hoy conocemos por Brasil. Los portugueses tenían la ventaja que explotaban la ruta del este, esto es, partiendo de Lisboa para el sur, rodeando África y atravesando el Cabo de Buena Esperanza, llegar a la India y especialmente a las islas de las especias o Molucas, a fin de cargar sus barcos de canela, clavo, pimienta, etc. y traerlas a Europa con el objeto de aderezar las comidas europeas, las cuales no salían de la sal, el ajo y la cebolla. En otras palabras, los alimentos en la Europa de aquellos años, era de los más insípidas y sosas, siendo las especias las que le daban sabor y realce.

De allí su gran valor. España, tomando en cuenta que los portugueses prácticamente se habían apropiado de esa ruta ya que el Papa había otorgado a Portugal para que la explorase y conquistase, decidió buscar otra ruta para llegar a las Molucas, y fue Magallanes el que solicitó a Carlos V buscar y encontrar ese paso a través de América. Menudo proyecto el de ponerse a explorar toda la costa del norte, centro y sur de América en busca de un paso que le permitiera llegar al hoy llamado océano Pacífico. Recordemos que Vasco Núñez de Balboa ya había descubierto el referido océano, denominado por entonces Mar del Sur, el 25 de setiembre de 1513. De allí la urgencia de llegar a dicho mar, estableciendo una nueva ruta para arribar a las Molucas.

De otro lado, para comprender la hazaña de Magallanes, tenemos que entender que para esa época, las personas aún creían que la Tierra era plana. El hecho que Colón descubriera un nuevo continente, no demostraba la redondez de la Tierra. De allí que solo un loco planearía un viaje hacia el oeste “y más allá”, con el objetivo de encontrar un paso para llegar a las Molucas. Fue así como Magallanes al mando de cinco naos –especie de carabelas- partió con 237 hombres en busca del famoso paso. Las naos eran parecidas a las carabelas, naves de madera, pequeñas e incómodas pero de fácil maniobrar.

Había que ser muy valiente o muy loco para lanzarse al océano Atlántico en esas barquichuelas a vela en busca de un paso que nadie sabía si existía ni dónde. La flota de cinco naos tocó Tenerife, Rio de Janeiro, el Rio de la Plata e invernaron en la bahía de San Julián, bien al sur de lo que hoy es la Argentina. Con una borrasca y un frio terribles varios marinos se amotinaron pues no querían seguir adelante pero Magallanes logra aplacar el motín e impone el orden. Continúan navegando y la nao “Santiago” naufraga, pero se salvan sus marineros y provisiones.

Las cuatro naos que quedan al fin, luego de buscar a tientas, un 21 de octubre de 1520 ingresan a lo que hoy es el “estrecho de Magallanes” saliendo al Pacífico el 28 de noviembre de 1520. Así lo narra Transilvano: “El estrecho que con tantos trabajos habían buscado era ese ciertamente…Comenzando a entrar por este estrecho hicieron sus dimensiones para saber los grados que allí había…Procediendo pues por el estrecho tardaron hasta pasar de la otra parte, y llegar al mar del Sur, veinte y dos días, en el cual tiempo jamás pudieron ver por ninguna de aquellas costas hombre alguno mortal…”. Luego otra nao, la “San Antonio”, temerosa de continuar, desertó y regresó a España. Recordemos que para esta gente, la Tierra era plana. No sabían con qué se toparían si seguían adelante. Sólo tres naos continuarían navegando.

Finalmente, luego de recorrer varias islas, Magallanes muere con otros siete españoles luchando contra unos indios en la isla de Mactán. Juan Sebastián de Elcano asume el mando de la expedición. La tercera nao, la “Concepción” es incendiada, y continúan navegando solo dos naos: la “Victoria” y el “Trinidad” las cuales llegan a las Molucas el 8 de noviembre de 1521.

Cargan las naos con especias. Puede decirse que está casi demostrada la redondez de la Tierra. Al continuar navegando rumbo al Cabo de Buena Esperanza –desafiando a los portugueses- se pierde y siniestra el “Trinidad”. Solo el “Victoria” arribará a Sanlúcar de Barrameda el 6 de setiembre de 1522. De los 237 marinos que partieron, solo 18 hombres sobreviven. El día ocho anclan en Sevilla, a los tres años menos doce días de la partida. Quedó demostrada y confirmada la redondez de la Tierra. Cabe mencionar que el estrecho fue bautizado por los marineros como “estrecho de los patagones” (pues los habitantes que encontraran antes, eran de pie grande). Recién desde 1525 se le llamó “estrecho de Magallanes”. Estos fueron los comienzos de la globalización, hace nada menos que quinientos años.

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