
Por: María Ximena Rondón
Ni una ópera como Pagliacci (Payasos) haría justicia suficiente para representar aquella comedia actual llamada “Derechos humanos”.
Las traiciones y fingimientos de los protagonistas de la obra de Ruggero Leoncavallo palidecen ante los que protagonizan los abanderados de la CIDH y la izquierda/caviar.
Ante el escenario dramático de actos de violencia y terrorismo perpetrado durante las protestas, cuyo fines es conseguir la liberación del ex presidente Pedro Castillo y una “nueva constitución”.
En las últimas semanas, han desfilado escenas de secuestros de policías, invasiones a casas, extorsión a los campesinos para participar en las marchas, ataque y destrucción a la propiedad pública y privada, invasión a los aeropuertos, bloqueo de carreteras, lanzamiento de bombas y explosivos, amenazas de atentados, consignas violentas y descuartizamiento de perros (que remueve los recuerdos de los perros colgados por los terroristas de Sendero Luminoso).
Incluso la Policía Nacional confirmó que entre las filas de los manifestantes se encuentran miembros del Movadef (el brazo político de Sendero Luminoso) y del MRTA (conocidos por tomar la Embajada de Japón).
Sin embargo, ni las pruebas ni las imágenes parecen despertar el sentido común de los defensores de los derechos humanos, quienes se empeñan en atacar a las fuerzas armadas y a la policía, que fueron desplegadas para controlar la situación y evitar un degenere.
Estos comediantes creen ciegamente que los delincuentes y terroristas son unas pobres víctimas de una represión abusiva y dictatorial, cuando estos fueron los causantes de violencia y sufrimiento a su patria.
Se supone que los derechos humanos son una garantía para llevar una vida digna y a salvo, pero es una locura defender a aquellos que vulneran esa tranquilidad y dignidad.
Esta no es la primera vez, recordemos la cacería de la CIDH al Comando Chavín de Huantar que limpió la Embajada de Japón del MRTA. Esta operación militar es muy respetada por el mundo marcial, pero es irónico que sea condenable en el país donde se realizó.
Gracias a los defensores de los derechos humanos, es que los terroristas que debieron tener una cadena perpetua han sido liberados en los últimos años. Es un peligro porque muchos de estos se consideran presos políticos y no dudarán en continuar con sus objetivos.
Estos abanderados de los derechos humanos creen que se puede dialogar con un terrorista o un delincuente. No sé en qué universo viven, porque uno de esos no dudará en matarte o usarte de rehén.
Los ciudadanos de a pie y las autoridades no deben permitir esta clase de morales retorcidas y condenas a quienes arriesgan sus vidas para salvaguardar la seguridad del país. Todos debemos saber que el terrorismo está vivo y que hay muchos manipuladores de la izquierda detrás. Los derechos humanos son una herramienta retorcida que sirve como deus ex machina para salvar el pellejo de quienes no lo merecen.
¿Hasta cuándo seremos espectadores de esta comedia?¿Hasta que un terrorista nos apuñale, destruya todo lo que conocemos y pronuncie: “La commedia è finita!”?
No puede estar mejor explicado