Política

LA CAIDA DEL REGIMEN GOLPISTA DE VIZCARRA Y EL RETORNO A LA DEMOCRACIA.

Por: Iván Oré Chávez 

El proyecto del régimen golpista instaurado por Martín Vizcarra en setiembre de 2019 ha sido descabezado. La Vizcadura se sostiene por una prensa vendida al régimen que al final le dio la espalda ante la imposibilidad de seguir justificando su corrupción manifiesta a pesar de recibir diariamente un millón de soles por concepto de “publicidad”; de una cúpula militar policial que renunció a seguir chalequeándolo a pesar de recibir partidas presupuestales extraordinarias de millones de soles destinadas a “pensiones” en las vísperas del golpe; y por una cúpula oenegera caviar que desangra el erario público con millardos de soles anuales a cambio de los cuales da consultorías de copia y pega que nunca son hechas públicas, la cual se mantiene caiga quien caiga.

Vizcarra representa cabalmente a los vicios y defectos de la muchedumbre peruana. Para ejercer su defensa ante el Congreso llevó a su abogado el cual no pronunció ni una sola palabra, pues Vizcarra terminando su prepotente discurso le ordenó a su abogado defensor callarse la boca y marcharse junto con él. Vizcarra es un sujeto que gusta de humillar a sus colaboradores y estos se le someten puesto que el tiranuelo confía en que siempre le harán la cortesanía. Muchos del pueblo lo hacen creyéndose en deuda por un bono o un título de propiedad.

Vizcarra invocó un ridículo apocalipsis si el dejaba el cargo. No hizo lo mismo un par de años atrás cuando se sumó a la defenestración de su mentor PPK, sucediéndolo en el cargo y nombrando su primer jefe de gabinete a Villanueva, el tramitador de la vacancia quien después sería encarcelado por corrupción. Solo un pueblo corrupto, puede justificar este hecho tan puntual. Pero la realidad es que Vizcarra representaba por su sola incapacidad la existencia de una crisis política permanente, la cual terminaría solo con su expulsión del cargo.

La crisis política de su breve dictadura originada en el golpe de Estado del 2019 se cataliza activamente con la aceptación de la incapacidad moral de Vizcarra durante el primer procedimiento de vacancia, la cual quedó sin su declaratoria. La defenestración del tiranuelo acaba con esta crisis iniciada por el mismo aprendiz de dictador con respaldo de sus turbas lumpenescas y enemigas de la democracia. La declaratoria de incapacidad moral de Vizcarra ha puesto fin al ciclo golpista y dejado la puerta abierta para el retorno a la democracia. La vacancia ha sido llevada de un modo constitucional e impecable. Paradójicamente para entender la mediocridad de Vizcarra. El único que no respetó el derecho de defensa durante la vacancia, fue el propio dictador. Vizcarra ha sido víctima de su propia precariedad institucional al violarse a sí mismo, su propio derecho de defensa.

Puede haber sido defenestrado el dictador, pero la sociedad que lo sostuvo es cobarde, corrupta e ignorante, este es el sustrato humano que sostuvo al régimen golpista del 2019. Vizcarra apoyado por esta turba ignorante presentó proyectos de ley bajo el rótulo de “reforma política” los cuales servían para armar el andamiaje legal del régimen corrupto. Mientras proponía la no reelección de congresistas, presentaba un proyecto para reelegirse como presidente de modo inmediato, mientras proponía quitar a los congresistas la “inmunidad”, no presentaba ningún proyecto para quitársela él. Típico de un dictadorzuelo prepotente y con escaso decoro. Mientras tanto el pueblo engañado votó un referéndum promovido por este dictador en los términos expuesto por este mismo: SI SI SI NO. El resultado fue la degradación de parte de las instituciones poniéndolas al servicio de la dictadura.

Inconstitucionalmente una parte del pueblo sin usar su cerebro votó como mantra la fórmula de la dictadura prohibiendo a los demás ciudadanos el derecho de reelegir a sus representantes al Congreso. Además, el pueblo renunció a su derecho a escoger a los consejeros encargados a su vez de elegir a los magistrados de la república entregando este poder al dictador, además entregó al dictador la potestad de financiar a los partidos políticos impidiéndoles o dificultándoles el financiamiento privado.

Hemos visto a un joven golpeando a un anciano congresista a traición y parte del  pueblo,  aplaudiendo la agresión, pero estoy seguro de que si ese congresista en vez de anciano y débil hubiera sido joven y fornido el “justiciero” se hubiera amilanado.  Defendiendo a Vizcarra demostraban que estaban muy bien representados. Solo una chusmería fanática y cobarde, ve el vandalismo como un acto heroico. La basura lumpenesca como en toda dictadura constituye el soporte social de un régimen corrupto, esas mismas turbas delictivas están en las afueras de las sedes institucionales tratando de llevar la dictadura a las calles.

Por mientras un tal Cairo que se dice abogado, pero que tiene conocimientos precarios en derecho constitucional anda vociferando que Vizcarra no tiene la obligación de acatar la vacancia, Cairo hubiera hecho un mejor papel si hubiera actuado como abogado defensor de Vizcarra ante el Congreso en el procedimiento de vacancia de ayer, obedeciendo al virtual jefe con la singular orden: callar, callar y callar; mientras el jefe habla, habla y habla.

No basta con expulsar al dictador del cargo, es necesario desarmar la estructura política que armó con apoyo de su fanática chusmada servil, el ciudadano militante debe recobrar su poder, su poder de reelegir a sus representantes en el Congreso, de elegir al colegiado que designa a los magistrados, debe tomar el poder de impugnar cualquier ley a sola firma de un solo ciudadano. La Constitución debe mejorarse para evitar que estos aventureros buscavidas tomen el poder usando la hipócrita banderita de la lucha contra la corrupción que paradójicamente enarbolan las masas corruptas que buscan pasar desapercibidas.

La corta dictadura  vizcarrana próspero en sus inicios por algo que ha pasado inadvertido a los analistas: Vizcarra dio al populacho la oportunidad de despojarse de su ciudadanía formal para entregársela a él a cambio de sentirse “protegidos” aceptando a este buscavidas como su jefe y protector. El pueblo, le entregó su poder, pero la expulsión de Vizcarra no soluciona el problema, mientras el poder no sea restituido a la ciudadanía militante, otro cualquiera igual que Vizcarra hará uso de él. El resurgir de la dictadura con un personaje más mediocre y corriente será solo cuestión de tiempo.

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