HIPOCRESÍA CAVIAR: ROSA MARÍA PALACIOS MINIMIZA EL TERROR DE LAS BOMBAS MOLOTOV

Por: Luciano Revoredo
En un país donde la violencia callejera promovida por zánganos de la izquierda asesina se incrementa, las palabras de Rosa María Palacios, señalando que una bomba Molotov “no es un arma”, resulta un atentado contra el sentido común y la decencia en las comunicaciones.
Sus declaraciones, emitidas en un contexto de protestas cada vez más violentas en su programa “Sin Guion” que emite La República, no solo revelan cinismo sino la maldad propia de quienes anteponen sus ideas a la vida del prójimo.
Todo esto era debate y teoría hasta que el sábado último, en las calles del Centro de Lima los salvajes “manifestantes” desmontaron esa falacia con la crudeza de las llamas y las quemaduras con que se vio afectado un policía. Quedó claro que las bombas Molotov no son “herramientas de protesta”, sino instrumentos de agresión letal.
La escena fue dantesca: durante la marcha subversiva un agente de la Policía Nacional del Perú (PNP) terminó envuelto en fuego. Según reportes preliminares de la PNP el efectivo sufrió quemaduras de segundo grado tras el impacto directo de una bomba Molotov lanzada por manifestantes en la avenida Abancay, frente al Congreso.
El agente, un suboficial de 32 años con familia en Huancayo, fue evacuado de inmediato al Hospital Dos de Mayo, donde permanece en observación por riesgo de infección. La Defensoría del Pueblo emitió un comunicado condenando el acto, recordando que “la violencia nunca es la solución, y el uso de artefactos incendiarios equivale a un atentado”.
Las redes sociales y algunos medios documentaron el caos generado por la “protesta”: bombardas pirotécnicas y objetos contundentes volando por el aire.
Videos virales muestran al policía rodando por el suelo, gritando mientras compañeros lo tratan de auxiliar. Pero el detalle es ese hombre, un servidor público común, reducido a un cuerpo calcinado por un “artefacto casero” que, para Palacios, no califica como arma.
En lo que va de 2025, Jurispol ha documentado al menos 15 casos de agresiones con Molotov en protestas limeñas, con lesiones que van desde quemaduras superficiales hasta hospitalizaciones prolongadas. Estos datos no son anécdotas; son evidencia judicial que contradice directamente la minimización de Palacios, quien parece ignorar que tales artefactos han escalado de “protesta simbólica” a objetos criminales.
Las bombas Molotov, o “cócteles Molotov”, no son un invento de vándalos limeños ni un juguete de protesta. Su origen se remonta a la Guerra Civil Española, donde el bando nacional las usó por primera vez como bombas de gasolina contra tanques soviéticos T-26 que invadían España apoyando al bando comunista.
Pero su bautizo como “Molotov” llegó cuando Finlandia resistió la invasión soviética. Molotov, el ministro de Exteriores de Stalin, mintió al mundo diciendo que sus aviones lanzaban “paquetes de comida” para los finlandeses “hambrientos”. En respuesta sarcástica, los finlandeses llamaron “cocteles Molotov” a su respuesta con botellas incendiarias.
Queda claro que se crearon como armas rudimentarias en contextos de guerra. Decir que no son armas y decírselo a las víctimas es de una desvergüenza criminal. Rosa María Palacios, debería saberlo: minimizar esto no es análisis político; es complicidad intelectual con el crimen.
En el Perú necesitamos voces que unan, no que aviven el fuego. Que Rosa María Palacios, se retracte de sus palabras. O mejor, que visite al policía herido en el Hospital Dos de Mayo. Que le cuente qué se siente cuando un ataque con algo que “no es un arma” te roba la piel y el futuro.