Iglesia

EL REINO DEL ANTICRISTO

Por: Pedro Luis Llera

Todos los males que sufrimos tienen una causa: el alejamiento de la mayoría de los hombres de Jesucristo y de su ley santísima, tanto en su vida y en sus costumbres, como en la familia y en el gobierno de los Estados.

Eso escribía Pío XI en 1925: hace menos de cien años… Pero no: no es solo que nos hayamos alejado de Jesucristo y de su Ley Santísima. Hemos dado un paso más. El mundo adora al mismísimo demonio, a Satanás, al Anticristo.

Y se postraron ante el Dragón, porque había dado el poderío a la Bestia y se postraron ante la Bestia diciendo: «¿Quién como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra ella?» Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias y se le dio poder de actuar durante 42 meses; y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios: para blasfemar de su nombre y de su morada y de los que moran en el cielo. Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos; se le concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado. (Apocalipsis 13).

¿Acaso no lo ven? ¿No se dan ustedes cuenta de las mentiras de quienes mandan y gobiernan en este mundo? El Demonio es el padre de la mentira. Dice el Catecismo:

2482 “La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar” (San Agustín, De mendacio, 4, 5). El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica: “Vuestro padre es el diablo […] porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44).

Pedro Sánchez, por ejemplo, no dice una verdad ni por equivocación. Pero no es sólo él. La mayoría de los políticos mienten como bellacos y buscan engañar y manipular a las masas aborregadas para mantenerse en el poder a toda costa o para alcanzar el poder y echar a sus adversarios. Pero no son solo los políticos: buena parte de la gente corriente vive en la mentira, en el cotilleo, en la difamación, en la injuria, en la calumnia, en la fornicación, en el adulterio… La mayoría le ha dado la espalda a Dios y vive en la apostasía, en la mentira… Y todos adoraron a la Bestia. Porque todos aceptaron el crimen abominable del aborto. Porque todos aceptaron la eutanasia. Porque todos aceptan que es normal e inevitable la fornicación y el adulterio.

Los que somos de Cristo, por pura gracia de Dios, hemos sido vencidos: somos el hazmerreír de la gente, despreciados y vilipendiados por todos, porque las tinieblas no soportan la luz, porque la luz deja al descubierto las iniquidades, la depravación, los vicios y la podredumbre del pecado. El Reino del Anticristo es el mundo homicida de la mentira y de la exaltación de todas las perversiones. Donde reina la mentira, se propagan todos los vicios y campan a sus anchas todos los pecados. Y se enorgullecen de su depravación y blasfeman los impíos en sus procesiones satánicas.

1866 Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano (Conlatio, 5, 2) y a san Gregorio Magno (Moralia in Job, 31, 45, 87). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza.

Al Anticristo se le dio poder sobre toda raza, pueblo, lengua y nación porque el Anticristo es la globalización, el mundialismo, que controla a todos con sus redes sociales donde viven atrapados los incautos, lo adoradores del hedonismo, del disfrutar, del postureo. Los dueños de Facebook reconocen que Instagram hace daño, mucho daño, a los niños y a los jóvenes pero no solo les da igual, sino que se enriquecen con su sufrimiento y lo promueven. Mantienen las cuentas de los talibanes y de los peores delincuentes y prohíben las cuentas de los movimientos provida que denuncian y luchan contra el aborto… Los dueños de Facebook, de Twitter, de Google, de Apple, de Microsoft… son lo peor: son la vileza nauseabunda que vomita la Bestia; son el excremento del can sarnoso de la modernidad. Salid de las redes sociales: no seáis cómplices ni cooperadores con el mal:

1868 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

— participando directa y voluntariamente;
— ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
— no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
— protegiendo a los que hacen el mal.

Una sociedad apóstata que legisla al margen de la Ley de Dios y contra el propio Dios es un sociedad impía y blasfema que tiene sus manos manchadas de sangre: la sangre inocente de cientos de miles de niños inocentes abortados, la sangre inocente de los enfermos y ancianos abandonados y asesinados bajo la escusa de una falsa piedad: “pobre viejos, matémosles para que no sufran…” ¡Malditos! Se os pedirá cuenta de cada vida asesinada y pagaréis por vuestras iniquidades y vuestros delitos. La inmundicia se pega a vuestra ropa y vuestras manos chorrean sangre inocente. Habéis consentido que la tierra de María se convierta en un estercolero en el que se homenajea a los asesinos y se humilla a las víctimas; se proteje al delincuente, al okupa, al mafioso, al sinvergüenza… y se desampara a los inocentes. El hedor de vuestra mugre llega hasta el cielo.

1867 La tradición catequética recuerda también que existen “pecados que claman al cielo”. Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, 14-15; Jc 5, 4).

Pero los malvados se ríen porque no creen que haya juicio ni condena eterna ni infierno. A los malvados les va siempre bien y a los pobre de Dios, siempre mal. El justo es calumniado y el déspota y el tirano, aplaudido. Y las masas siguen pidiendo que se crucifique al Justo porque la vida del justo denuncia los pecados de quienes viven en las tinieblas de la perversidad. Los necios se mofan del pecado y se burlan de Dios: Dios ha muerto, Dios no existe… Comamos y bebamos y abusemos de los pobre y de los débiles. Los malvados traman toda clase de abusos ¿Por qué el Señor se mantiene alejado y se esconde en tiempos de tribulación? El impío acosa a los débiles y a los pobres con insolencia; presume de cumplir siempre los deseos de su corazón, de hacer siempre su voluntad, de hacer siempre lo que le da la gana; y el codicioso maldice y desprecia al Señor. El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios. Todo su pensamiento es: no hay Dios.

¡Qué asco! ¡Qué hartazgo! “¡Qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales!”, escribía Gerardo Diego. ¡Qué ganas de apartarme de este mundo: de irme a un lugar apartado, de exiliarme al desierto! “¡Oh monte, oh fuente o río!”, escribía Fray Luis de León:

¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Que paren el mundo que yo me bajo. El Reino del Anticristo es un mundo inhóspito, cruel e inhumano. Pero el Señor enjugará nuestras lágrimas y llegará el día en que ya no habrá muerte ni llanto, ni gritos ni fatigas, porque este mundo viejo pasará. Cristo es nuestra esperanza.

Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son palabras ciertas y verdaderas.»

Me dijo también: «Hecho está: yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis.

Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él será hijo para mi.

Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte segunda.

Apocalipsis 21

Señor, tengo sed. Dame de beber del agua de la vida. Cuéntame entre tus elegidos.

Ven, Señor Jesús. No tardes que perecemos.


Post Scriptum

Cuando escribí el artículo hoy mismo, no había leído las lecturas de la misa de mañana, domingo. Ahora acabo de leerlas: Dios es providente; sorprendentemente providente…

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (2,12.17-20):

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 53,3-4.5.6 y 8

R/. El Señor sostiene mi vida

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R/.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,16–4,3):

Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Palabra de Dios

Evangelio del domingo

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Palabra del Señor

 

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