La columna del Director

ALIANZA PARA EL PROGRESO S.A.

Por: Luciano Revoredo

Un partido político debe ser estructurado sobre la base de ideas y propuestas que le permitan entrar de modo coherente a la lucha por la toma del poder.

Los partidos normalmente responden a fuerzas o sectores sociales y sus objetivos en torno a una visión del estado.

Los grandes partidos adscriben a su razón de ser opciones de carácter ideológico. Tenemos así las grandes corrientes liberales, socialdemócratas, socialistas y conservadoras.

También se puede decir que los partidos responden a ciertas coyunturas, nacionales o globales.

Pero lo que es cierto, es que cuando un partido carece de ideología y de una doctrina definida, carece también de identidad, dando espacio al surgimiento de agrupaciones de reciclaje para políticos que vienen de otras canteras, como también sirve de cobijo para advenedizos y oportunistas.

Estos partidos suelen crecer en torno a una figura carismática, una feliz combinación de ideas efímeras y coyunturales o una gran inversión de dinero. También es cierto que tienden a desaparecer de la escena política cuando alguno de estos elementos falta. Generalmente no existe continuidad en el tiempo más allá de estos estímulos.

Es por eso por lo que cuando la gente se refiere a Alianza para el Progreso difícilmente dice ese nombre o la sigla APP. La mayoría suele referirse a esa agrupación como el “partido de Acuña”, recurso muy lógico porque al ser difícilmente ubicado en el ámbito ideológico, el común de la gente suele identificarlo con el caudillo. Pero hay más. El propio César Acuña se ha encargado a través de diversos dislates de enfatizar esa idea. Alianza para el Progreso en otras palabras existe gracias a la figura de Acuña, pero sobre todas las cosas por la enorme inversión que hay detrás de esas siglas.

No se le puede sin embargo negar a César Acuña una virtud y esa es la constancia que ha demostrado a lo largo de dos décadas de presencia constante en la arena política. Y su más grande logro sin duda haberle arrebatado electoralmente Trujillo nada menos que al partido aprista.

Vivimos en tiempos de pragmatismo y relativismo. Eso puede jugar a favor de partidos como Alianza para el Progreso, más aún que en medio del fragor del debate político es un partido que tiene tal elasticidad y es tan maleable que puede haber pasado de lanzar a la presidencia en su momento a un liberal como Kuczynski al otro extremo de convertirse en soporte de Pedro Castillo en un momento y lentamente ir pasando a la oposición cuando esto sea imperativo.

Se podría definir su línea política como un pragmatismo populista. APP durará lo que dure la voluntad política de César Acuña, luego desaparecerá, o tal vez corresponda decir entrará en quiebra.

 

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