Política

ZAFARRANCHO ELECTORAL

Por Ántero Flores-Aráoz
El quinquenio gubernamental iniciado el 28 de julio de 2016, es uno de los más complicados que nos ha tocado vivir, pese a que empezó de acuerdo a reglas democráticas y cumpliéndose con la normatividad electoral.
No se había ni siquiera cumplido con los dos primeros años del mandato del Presidente Kuczynski y, ya habían surgido acusaciones que lo vinculaban a asesorías cuestionadas desde sus empresas, a la constructora brasilera Odebrech. Hubo intento de vacancia promovido en el Congreso que le era adverso, de la cual salió airoso dicho Presidente, pero por poco tiempo, pues se vio posteriormente obligado a renunciar al alto cargo y lo sucedió su primer vicepresidente Martin Vizcarra.
El ya juramentado Presidente, Martín Vizcarra, luego de algunos meses de aparente idilio, fustigó duramente al Congreso de aquel entonces y, pese a la rama de olivo extendida por el Presidente del Parlamento, Pedro Olaechea, disolvió irregularmente a dicho Legislativo, convocando a elecciones a uno nuevo. El actual Parlamento, de menor calidad que el anterior (salvo excepciones personales) y, con numerosas bancadas políticas, sin ninguna que fuese mayoritaria, confrontó con el Ejecutivo y tramitó vacancia por inconducta moral contra el Presidente Vizcarra, la que tampoco prosperó.
La situación política expuesta, fue agravada desde marzo último hasta la fecha, por la pandemia del COVID 19 y sus lamentables consecuencias, como son la recesión económica, cierre de empresas y desocupación nunca antes vista. Ello sin olvidar errores en el manejo desde el Gobierno Nacional.
De un Gobierno de salida y ya dentro de un proceso electoral general en curso, poco se puede esperar, por lo que muchos cifran sus esperanzas en un próximo Gobierno a partir del 28 de julio del 2021.
Quisiera equivocarme, pero la situación electoral que acaba de iniciarse, la veo poco auspiciosa, ya que tendremos posiblemente alrededor de dos docenas de agrupaciones políticas en contienda y con diversidad de candidatos presidenciales de todo pelaje y procedencia.
De conformidad con la novísima legislación electoral, las agrupaciones políticas que no se presenten a las elecciones, a la vez que las que no superen la valla electoral, salen del espectro oficial político y tendrán que iniciar nuevo proceso de inscripción ante el JNE, si es que quieren subsistir. Esto ha hecho que sean proclives a convertirse en vientres de alquiler, para acoger a personas que sin tener partido o habiendo dejado el que tuvieron, pretendan integrar planchas presidenciales o participar en el próximo Congreso de la República y Parlamento Andino.
Por lo que vemos estamos ante un zafarrancho electoral, con difícil predicción de resultados, dado que los partidos tradicionales están muy golpeados por la crisis política, otros de menor edad, sin poder demostrar mayor seriedad y adoleciendo de cuadros con solvencia y experiencia requerida.  A ello se suma infinidad de partidos políticos, cuyo único patrimonio es su inscripción en el
Registro de Organizaciones Políticas, por lo que optaron –como hemos dicho- en convertirse en vientres de alquiler.
Lo ideal sería que las agrupaciones políticas hubieran podido hacer alianzas más sólidas que su presencia individual en las urnas, pero ello es muy difícil por los plazos perentorios a los que se enfrentan, por lo que como una segunda opción sería, que en el camino sus planchas presidenciales abdiquen de sus pretensiones y llamen a sus militantes a votar por otro candidato presidencial, aunque manteniendo listas parlamentarias.
Creo que los pretendientes a conformar planchas presidenciales, no son muy conscientes de los que les espera, en caso de acceder al sillón de Pizarro en Palacio de Gobierno, pues seguramente recibirán un país con serios problemas por la pandemia, seria recesión económica agravada por las medidas populistas en que están ocupados tanto Parlamento como Poder Ejecutivo, falta de medidas de austeridad oportuna, jolgorio en nombramiento de funcionarios qué probablemente no saben ni para que se les contrata y, una desocupación de pronóstico reservado.
No será un lecho de rosas sino de espinas el ejercicio de la Presidencia de la República, por lo que los entusiastas pretendientes, deberían hacer un examen de conciencia sobre si están capacitados para tomar las riendas del país, para reducir la desocupación y generar puestos de trabajo, para mejorar la salud y educación pública, para manejar la hacienda nacional. Igualmente, si han tenido experiencia en el aparato público, o si por lo menos han manejado alguna institución privada con relativo éxito.  Me temo que muchos ni siquiera han administrado sus domicilios y pretenden la Presidencia.
Hay también pretendientes que creen que las metas de sus planes de gobierno son una maravilla, quizás lo sean, pero más importante que las metas, es el cómo se hace para llegar a ellas, si cuentan con las herramientas y destreza adecuada y, si tienen los equipos humanos para enfrentar la crisis sin precedentes en que estamos envueltos.
Ojalá el Altísimo los ilumine y les haga comprender que la grandeza es diferente a la estatura.

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