La columna del Director

UNA CONFERENCIA EPISCOPAL MARXISTOIDE

Traicionan a Cristo de la mano del Cardenal Barreto

El resultado del trabajo de la comisión formada por el cardenal Pedro Barreto con lo que él mismo llamó un grupo de la “academia y la sociedad civil”, pero que en la práctica no fue otra cosa que poner la Iglesia de Cristo al servicio de la causa de Soros y el mundialismo representado por Aldo Panfichi y Gustavo Gorriti en una inédita e incomprensible convocatoria, ha sido un documento presentado en la Conferencia Episcopal Peruana bajo el título de CARTA AL PUEBLO DE DIOS.

El documento es una especie de antología de lugares comunes del liberacionismo. Se inicia con una cita: “El Señor dijo: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos … Yo conozco sus sufrimientos … He bajado para librarlo …” (Ex 3,7-8)”. Como se sabe, la Teología marxista de la Liberación, de Gustavo Gutiérrez parte del uso de una nueva visión, que brota de la praxis de la liberación de los oprimidos. Y recurre con frecuencia al relato del éxodo, siempre tendenciosamente para relacionar al pueblo de Israel que se libera de la dominación egipcia con los oprimidos de hoy que se liberan de la dominación de los poderosos. Se disfraza así la revolución con careta bíblica.

Gutiérrez inicia su libro afirmando: ” …este trabajo intenta una reflexión, a partir del Evangelio y de las experiencias de hombres y mujeres comprometidos con el proceso de liberación, en este subcontinente de opresión y despojo que es América Latina. Reflexión teológica que nace de esa experiencia compartida en el esfuerzo por la abolición de la actual situación de injusticia y por la construcción de una sociedad distinta, más libre y más humana…”. Resulta evidente que la óptica de sus reflexiones no es a partir de la Biblia que cita como ejemplo de liberación, menos aún de los documentos del Magisterio, que le resultan incómodos, sino que se basa en las experiencias de quienes están comprometidos en un supuesto proceso de liberación de un continente víctima de la opresión y el despojo. Este se podría decir que es el marco elegido por la Conferencia Episcopal Peruana para su documento.

El documento se  inicia con una declaración insólita, manifiestan los señores obispos su aflicción ante “…un enemigo invisible, un virus mortal, cuyas consecuencias están causando un nivel de sufrimiento quizás nunca antes visto en el país y en el mundo entero”. Como si no hubieran conocido todas las desgracias, pestes y pandemias que a lo largo de la historia han diezmado la población y la consecuente actuación de la iglesia en esos casos. Bien harían por ejemplo en recordar el ejemplo de San Carlos Borromeo que, en la peste del año 1576, lejos de decir “estoy afligido”, salió a las calles y trató de consolar a los enfermos personalmente, visitando  los barrios y animando a los que desfallecían, administraba él mismo los sacramentos a los  que morían en las calles y casas. Que lejos están estos obispos de gabinete de dar la vida por el pueblo de Dios. Ellos más bien declaran que “desde las limitaciones impuestas, hemos tratado en todo momento de estar cerca de ustedes, brindando la ayuda posible, tanto espiritual como material.” ¿A qué se refieren? ¿Limitaciones impuestas por quién? ¿Como han estado cerca? ¿Será con las misas por Internet? O tal vez se refieran a la prohibición de las confesiones o a los miles que han muerto sin auxilio espiritual.

Dice el documento: “… oprime nuestro corazón el no poder acompañar a tantos enfermos en su lecho de enfermedad y a la hora de la muerte”. ¿Qué se los ha impedido? Nada más que su traición a Cristo.  Han castigado y perseguido a los buenos sacerdotes, hasta arrinconarlos e impedirles decir la Misa, atender a los enfermos, dar los sacramentos… La hipocresía de Barreto y los demás obispos de Soros no tiene límites. Su posición acomodaticia, dejando de dar a Dios lo que es de Dios y dando al César todo, simplemente repugna al espíritu. ¡En qué manos ha caído la iglesia de Santo Toribio y Santa Rosa!

No deja de llamar la atención, que luego cerrando el documento hagan un llamado a las autoridades a un comportamiento acorde con su condición, recordando que la autoridad viene de Dios. Tuvieron un instante de inspiración cristiana.

Lamentablemente no les duró mucho y rematan el texto con una cita de Mons. Pedro Casaldáliga, sacerdote catalán que se afincó en Brasil donde llegó a obispo.  Casaldáliga encabezó una serie de  movimientos de inspiración marxista,  fue conocido por su militancia a favor de la propiedad de la tierra de los indígenas y por la defensa de diversas organizaciones marxistas en Brasil. El Vaticano le llamó la atención por promover la vertiente marxista de la teología de la liberación y por apoyar la ordenación de sacerdotes casados y la ordenación de mujeres. Esta fue su linea, la misma del chileno Pablo Richard, que describe su trayectoria como una búsqueda, que  “se hizo inicialmente efectiva en una nueva manera de hacer teología (la Teología de la Liberación), una nueva manera de ser Iglesia (las Comunidades Eclesiales de Base) , una nueva manera de interpretar la Biblia (la Lectura comunitaria de la Biblia) y una nueva manera de celebrar la liturgia al margen de las rúbricas  que impone la ley”. Así pensó y actuó Mons. Pedro Casaldáliga. Pero resulta que este personaje más que cuestionado es fuente de inspiración de nuestro  liberacionista episcopado.

¿Qué nos queda a los fieles? Sólo estar alertas ante tanta desviación, rezar por la conversión de nuestros pastores y defender nuestra Santa Iglesia que ha caído en tales manos.

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. 《Dice el documento: “… oprime nuestro corazón el no poder acompañar a tantos enfermos en su lecho de enfermedad y a la hora de la muerte”. ¿Qué se los ha impedido? Nada más que su traición a Cristo. 》 los obispos ideólogos al ignorar la Escritura, la Tradicion y el Magisterio de la iglesia poniendo encima sus ideologias, se olvidaron de este verso del santo evangelio: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.” Jn 15, 13.

  2. Ya que tanto oprime sus corazones (de piedra), a qué esperan para abrir los templos (ya sé, no son ellos, es el gobierno quien lo prohíbe)
    Debo recordarles a esos bobispos, lo que ya han dicho en el siglo I, Pedro y Juan.
    «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros más que a Dios.»
    O con cualquier otra excusa, por ejemplo, de la salud del cuerpo primero. Y podría sacar por lo menos un par de citas para ello. Y en último caso me dirían fanática, radical o extremista. Espero cualquier cosa del barreto (aunque sea cardenal) y del castillo.

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