
Por: Erus Símera
“… La tierra, el polvo, el humo, en fin, la nada,
al héroe más insigne y portentoso,
es el único triunfo, el más glorioso,
que robar has logrado, muerte airada …”
El verso de Diego de Torres Villarroel, evidentemente no trataba sobre nuestro insigne héroe naval y Caballero de los Mares, don Miguel Grau Seminario, pero nuestros cantautores estando frente a su monumento, en la cabecera del Paseo de la República, lo entonaron en señal de desagravio: Por comprobar in situ, la inmortalización en bronce de nuestro gran almirante con (leer sentado): ¡Botas de caballería!
– Pero ¿qué se habrá creído el escultor español Victorio Macho? Dijo Pancracio agregando que versasen sobre aquello, usando por acuerdo, el sonetillo:
COMIDA PARA LOS PECES
Por Telésforo Picón
A ver si entre los ingleses
monumento a Nelson fuera
y en botas se le expusiera.
¡Oh my God! ¡Qué estupideces!
¡Comida para los peces!
Si tal afrenta existiera,
escultor aquel, se diera
a peces trafalgareses.
¿Realismo? no quería,
amaba su alegoría.
Siendo un navegante, Macho
puso por piconería
botas de caballería
a don Miguel Grau. ¡Caracho!
¡ARRE HUÁSCAR!
Por Pancracio de la Manuela
Si un caballo bautizara:
Huáscar sería su nombre.
El monitor, no le asombre
cabalgando navegara.
Que un almirante ensillara
un corcel y a su renombre
en combate al mar, el hombre
a galope batallara.
¿Par de botas, marinero?
Permitirlo fue traición,
un ultraje a la nación.
La Marina ¡ni puchero!
igual riendas que timón,
gatitos con botas, son.