Cultura

BATMAN: LA LEY Y EL ORDEN

Por: Elías Cohen

El nuevo Batman interpretado por Robert Pattinson (The Batman, dirigida por Matt Reeves y que se estrenará este año ) parece ser como sus predecesores. Es decir, parece un buen tipo.

¿LAS “LOCURAS” DE BATMAN?

Ya sea el psicodélico Adam West, el lóbrego Michael Keaton, el majestuoso Christian Bale o el ridículo George Clooney, el Batman de la pantalla siempre es un buen tipo. No digamos ya en los cientos de versiones distintas del personaje que guionistas y dibujantes de cómics han plasmado en las viñetas durante más de 80 años.

Y es que a Batman se le ha acusado de tener todas las dolencias y/o pensamientos detestables (para nuestras delicadas mentes de Yupi) mientras su faceta altruista ha quedado eclipsada.

Los profesores del MIT Roberta E. Pearson y William Uricchio, al albor del estreno de la primera Batman de Tim Burton, dijeron que tenía un grave trastorno de estrés postraumático. Slavo Zizek le ha calificado de mega-rico que debe su fortuna al tráfico de armas y a la especulación bursátil. En referencia a la última película de Christopher Nolan sobre el hombre murciélago, The Dark Knight RisesJuan Carlos Monedero le ha situado como un defensor del sistema que luchaba contra el 15-M y Occupy Wall Street (y tenía razón). Catherine Shoard, en The Guardian, le definía como el héroe más turbio de todos, un multimillonario con complejo de mesías que tutela al ciudadano medio para mantener el estatus quo financiero.

La lista continúa y es larga. Desde fascista hasta psicótico, la mayoría de pensadores y juntaletras que se han acercado al personaje y a sus motivaciones han salido de la sala dejándolo todo perdido. Y eso que es un personaje de ficción.

LAS RAZONES DE SU HEROÍSMO

En los últimos años, la tendencia que tenemos a deshonrar a nuestros héroes de carne y hueso se ha extendido también a los héroes imaginarios. Batman es un gran héroe de la cultura popular, quizás el mejor de todos los que se han puesto mallas y capa, y las razones para tal afirmación no son pocas.

Batman, sin superpoderes, lo arriesga todo y además dedica su riqueza (no la roba, no la pide, no se la confisca a otros) para ayudar a los demás. Su dinero, su físico, sus juguetitos caros, su mansión o las mujeres con las que flirtea, suponen el cóctel perfecto a través del cual se destila ese resentimiento con el que le buscan las cosquillas a nuestro cruzado enmascarado. No sólo porque él tenga todo eso y nosotros no, que también, sino porque si estuviéramos en su posición no nos pasaríamos la vida saltando de tejado en tejado vestidos de murciélago para luchar contra el crimen y la corrupción.

El nacimiento del personaje es revelador para nuestros propósitos. La transición de Bruce Wayne a Batman no se produce cuando, solo y atormentado, envuelto en una noche callada y quieta, el joven multimillonario recibe la visita inesperada y feroz de un murciélago. Tampoco cuando el padre del personaje, Bob Kane, lo concibe en su cabeza como una mezcla del Zorro y Drácula. Batman nace en el momento mismo en el que Joe Chill asesina a Thomas y Marta Wayne delante de su hijo Bruce.

A partir de entonces, esa herida, que nunca sanará, comienza a emanar rabia, impotencia y venganza (“tienes que aprender a ocultar la ira, es como ponerse una máscara”, le dice el huérfano Robin al huérfano Batman) pero también bondad a partes iguales. Porque el resultado, tras años de desamparo, soledad y amargura, no es un ricachón consentido que se emplea en los vicios de George Best (“Gasté mucho dinero en coches, mujeres y alcohol; el resto lo malgasté”), sino en un hombre comprometido con su entorno y con su ciudad, alguien que pone todos sus recursos al servicio de la lucha contra el crimen, que forcejea con la realidad para evitar otro niño se quede paralizado en un callejón sombrío y brumoso observando el cadáver de sus padres. Para conseguir eso, señoras y señores, la receta que defiende Batman es bien sencilla: ley y orden.

Por eso, Batman no actúa como un iluminado que se toma la justicia por su mano -la acusación que puede quedar en pie después de nuestra batdefensa- , si no que presta una ayuda inestimable al corrupto e incompetente departamento de policía de Gotham City. ¿Y? ¿La denuncia anónima a Hacienda te hace buen ciudadano y ayudar a una policía desbordada y podrida es un acto de maldad?

THE DARK KNIGHT RETURNS

Ciertamente, en la mejor historia que se ha hecho sobre Batman hasta la fecha, The Dark Knight Returns, de Frank Miller (todavía no hemos perdido la esperanza de ver una adaptación en la gran pantalla protagonizada por Clint Eastwood; si la dirige, también compramos) un Bruce Wayne cincuentón pero recompuesto de sus cenizas toma el poder en una Gotham City donde el Estado ha desaparecido: “ahora la ley soy yo”. ¿Qué pretendíais que hiciera? ¿Convocar una asamblea ciudadana mientras miles de inocentes estaban a merced de una turba de vándalos? ¿A quién preferís en tal situación, a Batman o al Capitán Planeta?

En la misma historia, una joven periodista, Lana Lang, defiende en un debate televisivo la reaparición de Batman y su renovada y violenta lucha contra el crimen ante las constantes acusaciones de sociópata, criminal: “Un hombre se ha levantado para demostrarnos que el poder está en nuestras manos. Estamos sitiados y él nos está demostrando que podemos resistir.”

A fin de cuentas, si aún quedan dudas ante el ethos del caballero oscuro, pongámosle en un aprieto real para conocer cómo es en realidad

¿Qué habría hecho Batman durante los meses más duros del confinamiento? Habría puesto a Industrias Wayne a sintetizar una vacuna y al mismo tiempo habría desinfectado la ciudad con sus transportes (batmóvil, batiplano y batmoto), y puede que también hubiera averiguado, en su gran faceta detectivesca, qué nos ha ocultado China sobre el bicho.

¿Qué acciones habría llevado a cabo ante los saqueos descontrolados provocados por el movimiento Black Lives Matter en los EE UU? La mitad de los alborotadores estarían ya todos maniatados en la puerta de la comisaría y la otra mitad, por enajenados, en la puerta del manicomio de Arkham.

No hay luz sin oscuridad. Batman se mueve en las tinieblas para que nosotros no tengamos que hacerlo. Es quien guarda el muro cuando los que guardan el muro fracasan o se corrompen. Batman, de existir, sería nuestra última línea de defensa ante el caos.

Batman, no lo duden, es un buen tipo.

 

© Centinela

 

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