Iglesia

¿QUIÉN AMENAZA A QUIÉN?

Pedro Salinas lo ha dicho sin rubor en su pódcast: que el Vaticano ha advertido al cardenal Juan Luis Cipriani sobre un posible proceso canónico, y que podría acabar reducido al estado laical. No lo dijo como noticia, sino como aviso, como quien levanta un dedo acusador para dejar claro quién manda y quién debe temer.

Un proceso, con todas las garantías

Conviene aclararlo desde el principio: contra Cipriani nunca se ha mostrado un indicio sólido. Ningún documento, ningún testimonio firme, ninguna prueba judicial. Y si algún día lo hubiera, lo decimos sin titubeos: que se investigue como a cualquier sacerdote acusado. Con todas las garantías. Con proceso, con investigación, con pruebas, con testigos… esas cosas tan incómodas para determinados camorristas mediocres con alzacuellos y sus altavoces de cabecera.

La justicia, también la canónica, no puede convertirse en espectáculo ni en venganza disfrazada de cruzada moral. Porque la supresión del derecho es siempre la antesala de la desaparición de cualquier institución

De la denuncia legítima a la trinchera ideológica

Lo que empezó como una causa justa —destapar los abusos y desmanes del Sodalicio— ha degenerado en algo más turbio. Ya no se habla de reparación a las víctimas ni de levantar el velo sobre los bienes ocultos. Se habla de vetar saludos, de enviar cartas al Papa como órdenes, de presumir de acceso a los despachos vaticanos y, ahora, de lanzar amenazas públicas a un cardenal.

Es la lógica de la trinchera personal: todo se convierte en munición. Y la obsesión por mantener ese foco mediático parece no conocer límites.

El riesgo para la Iglesia

Si la opinión pública acaba creyendo que la Iglesia se gobierna a golpe de micrófono de pódcast o de editorial de Paola Ugaz, la figura del Papa quedará dañada. No porque sus críticos lo digan, sino porque sus presuntos aliados lo muestran como un Pontífice rodeado de tutores que presumen de manipularlo.

Y eso es letal. León XIV no puede permitirse aparecer como rehén de cuatro activistas y dos periodistas. No solo porque sería injusto con él, sino porque minaría la confianza en la propia Iglesia.

León XIV debe ser libre

No se trata de salvar la cara a Cipriani. Se trata de salvar la dignidad de la Iglesia. Y eso implica recordar que los procesos se abren en tribunales, no en cabinas de grabación. Que la justicia exige pruebas, no campañas. Y que ningún Papa debe aparecer condicionado por quienes han hecho del dolor ajeno su plataforma de poder.

Si de verdad queremos que León XIV gobierne con libertad, hay que dejar de vender la imagen de que lo tienen en sus manos. Porque no hay peor daño a un Papa que la sospecha de que otros rugen por él.

 

© Infovaticana

2 Comentarios

  1. Magnífico artículo, periodismo de verdad, sin rumores falsos. Mi sincera felicitación y apoyo al Cardenal Cipriani. ¡Menuda persecución! Con razón se trata de un anónimo y cobarde. Dios quiera que le hagan justicia.

  2. Parece que conocidos ex sodálites rodean a León XIV: Pedro Salinas, Paola Ugar y Elise Ann Allen que hace poco ha publicado una extensa entrevista (biografía) de León XIV.

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