Por: Luciano Revoredo

UN CUENTO MORADO

En el partido Morado era un secreto a voces que Guzmán había visitado a un chamán recomendado por Vizcarra y este no le había dado buenas noticias. “No llegas, estás muy desgastado… la gente no te quiere y para colmo tu partido ha sido un desastre en el gobierno… haremos lo posible por ayudarte, pero lo veo difícil…”, le dijo el chamán aquella vez.

Julio, en calzoncillos y parado en medio de una batea de plástico, cerraba los ojos mientras llovían pétalos y cocimientos varios sobre su cabeza. El chamán le escupía pócimas, hacía enérgicos movimientos con espadas, recitaba sus encantamientos. Julio concentrado pensaba en el poder, en la gloria de ser el presidente del bicentenario, por un momento vinieron a su mente imágenes de su humilde origen, pero rápidamente las evadió. Ya le han dicho que no hay que pensar en cosas feas…

Y el chamán insistía, “… lo veo difícil Julito… lo veo difícil… vamos a ofrecerle al diablo la ley del aborto ¿qué piensas? …” – “Si, si, lo que sea” … contestó Julio mirando con avidez una imagen del mismo Belzebú que el brujo colocaba sobre un improvisado y sucio altar.

*

Así llegó el día de las elecciones. Una gran preocupación reinaba en la sede del partido morado. Se venían cumpliendo los peores augurios. La gente por la calle ni saludaba ni miraba a Julio, fue a votar como uno más, entró a votar en silencio, sin aplausos ni nada. Todo indicaba que el chamán tenía razón. De nada servirían los millones gastados, ni las encuestas truchas, todo se venía abajo. Julio votó y ante los pocos periodistas presentes levanto los brazos en una patética señal de victoria. Los sobacos empapados de sudor por una hiperhidrosis nerviosa que lo traicionaba, graficaban su verdadera situación.

Esa noche en el partido no vino casi nadie, atrás quedaron los días de jolgorio, las cifras eran atroces. No alcanzarían ni el 2%.  Julio derrotado maldecía a Sagasti, a Vizcarra, a sus congresistas. Algunos candidatos al congreso fueron llegando en silencio y miraban a Julio con desdén. Él era el culpable…

*

Dos días después el impacto inicial pasó. Todo estaba perdido. Julio se dispuso a ver las noticias en la televisión. Estaba solo, rumiando la derrota y extrañando viejos días de gloria, cuando todo era felicidad, la gente lo quería, pasaba horas haciendo flexiones y estiramientos con un musculoso personal trainer, el futuro se veía promisorio… y pensando estas cosas veía un noticiario que anunciaba la invasión del Morro Solar, hundido en un cómodo sillón seguía la noticia sin mucho interés, hasta que una imagen lo estremeció. Algo digno de un expediente secreto  X. Si, eso mismo. Por un instante vio pasar entre los invasores al mismísimo abuelo Pelayo.

Recordó entonces que las viejas consejas familiares hablaban sobre los inicios de un lugar que luego sería Los Olivos. Recordó los relatos de aquella épica invasión.

De pronto sintió un aliento, como que todo lo malo empezaba a pasar. Tomó su auto y enrumbó al morro. Miles de personas pululaban, gritos policías, prensa. Él trataba de pasar desapercibido, cosa que lograba con facilidad. Corría de un lado a otro, una gran ansiedad lo consumía. De pronto escuchó una voz que le decía: “Julito, ten fe, pasarás la valla…”. Julio cayó de hinojos en medio del arenal. El rostro bañado en lágrimas. Era la voz del abuelo Pelayo. Sería su primer milagro.

*

Sólo así se explica lo que pasó esa noche. El partido Morado subíó misteriosamente. Duplicó su votación en zonas rurales, ahí donde nadie los conoce. Fue desplazando al FREPAP, fuye quitando votos a Renovación Popular. Así lo confirma la ONPE.  ¡Fue el primer milagro del abuelo Pelayo! De no ser así estamos ante un frauden vergonzoso, la historia del milagro me gusta, pero me inclino más a creer en la versión del fraude. Lo siento mucho abuelo Pelayo.

Moradín, morado, este cuento ha terminado