Política

LOS LÚMPENES QUE NOS GOBIERNAN

Por: Juan Antonio Bazán

Pedro Castillo, su familia (la nombro por objetividad, sólo una vez), y sus hombres son los lúmpenes que nos gobiernan. La primera hipótesis de este artículo es que el actual gobierno se define como lumpen, por una gran metamorfosis: Por poco ha dejado de ser marxista, leninista, maoísta, progresista e izquierdista, para convertirse en “escoria social”. Simple y llano: Casi ha perdido el concepto de gobierno y el esencialismo político iniciático, para definirse en el desgobierno y en la vulgarización de los procedimientos políticos y judiciales. La segunda hipótesis es que el presidente de la república, sus ministros y sus camaradas funcionarios son lúmpenes. A la vez, la chusma del gobierno puede clasificarse, mínimamente, en “lúmpenes figuretis” y “lúmpenes ladrones”: Los primeros, los figuretis, son aquellos que ingresan al gobierno por la distinción social devenida en patología de la egolatría, y que han demostrado ser capaces de experimentar transmutaciones ideológicas, casi biológicas, como la de Gregorio Samsa. Los segundos, los ladrones, son aquellos que roban por el ejercicio del cargo público o por la pertenencia a los entornos presidenciales, y que pueden formar parte de alguna de las organizaciones criminales que dirigirían el presidente y otros miembros prominentes del gobierno, como las bandas llamadas “los chotanos”, “los dinámicos del centro” y “los niños del congreso”. Para los primeros, salvo el fajín ministerial todo es ilusión; para segundos, salvo el dinero todo es ilusión. Marxistamente, puede decirse que ambas formas del lumpen sufren de un cierto “desclasamiento”. Esta pérdida de clase, o de conciencia en el gobierno, también puede ser motivo de una clasificación más: El lumpen figureti es desclasado “por arriba”, y el lumpen delincuente es desclasado “por abajo”. Es increíble: Normalmente los lúmpenes son tales por algún tipo de valoración objetiva, pero este gobierno tiene lúmpenes hasta por teoría subjetiva del valor. Por supuesto, esta pequeña fenomenología del lumpen coloca como estúpidos sobre todo a los ministros figuretis.

Los lúmpenes de la historia están fichados por la teoría política y social, a través de la categoría lumpemproletariado. Este artículo se sitúa en las líneas de Ernesto Laclau y hasta de Frantz Fanon que constituyen críticas al determinismo económico del marxismo clásico en cuanto al tópico de los lúmpenes, pero fundamentalmente en la línea de Pierre Bourdieu que convierte el lumpemproletariado en categoría sociológica operacionalizable. Karl Marx fue el primero en tratar acerca del lumpemproletariado como actor político individual y colectivo. Lo hace fundamentalmente en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte: Lo define como una sub clase “enteramente indefinida” en cuanto a su compromiso político, lo cual hace que pueda ponerse al servicio de cualquiera que ostente el poder y satisfaga sus necesidades. Por su origen social y por su oficio, Marx dice que el lumpemproletariado está conformado por “degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, soldados licenciados, convictos licenciados, galeotes fugitivos, estafadores, charlatanes, lazzaroni, rateros, estafadores, jugadores, proxenetas, prostibularios, porteadores, literatos, organilleros, traperos, afiladores de cuchillos, caldereros, mendigos”. En tanto que, los lúmpenes de este gobierno están fichados por el Ministerio Público, por la policía y por la prensa: Por su genealogía, por su función pública, y por su pertenencia a algún entorno presidencial, la composición del lumpen que nos gobierna es más o menos la siguiente: Presidiarios y ex presidiarios, terroristas y ex terroristas, fugitivos de la justicia, colaboradores eficaces, testigos protegidos, perpetradores e infractores de toda laya, vendedores de agüita arracimada y humo, un par de profesores universitarios y hasta un ex guerrillero. Mención propia merece el epítome presidencial: Líder máximo del organismo magisterial generado por el PC del P Sendero Luminoso y el Movadef llamado Sutep Conare, media docena de investigaciones penales en el Ministerio Público, un tercio de solicitudes de vacancia y una acusación constitucional en el congreso de la república, y una denuncia por traición a la patria al haber querido entregar el mar peruano a Bolivia. Por cierto, al lumpen presidente, devenido en cabecilla, le corresponde ser el peor de todos: Lo ha perdido todo: Filiación, familia y patria.

Es la primera vez que el Perú tiene un gobierno lumpen. Los clásicos del marxiano se dividen por su valoración del lumpemproletariado: Vladimir Ilich Lenin y Lev Trotsky lo descalifican absolutamente, en tanto que Mao Zedong apostó por su resocialización. El análisis político también puede redimir la categoría lumpen, y por supuesto lumpemproletariado, pero la fatalidad del lumpen figureti y del lumpen ladrón del gobierno de Castillo es que su definición los hace iguales, y será siempre por defecto: “subproletariado”, “proletariado andrajoso”, “subclase”, “clase peligrosa”, “grupo parasitario”, “chusma impoluta”, “soldados contratados”, y “herramienta de destrucción”. Finalmente, Marx señaló que Napoleón III era el jefe del lumpenproletariado, como hoy Pedro Castillo debe ser señalado como el jefe de los lúmpenes que nos gobiernan.

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