
A la salida de la fiscalía un grupo de patriotas indignados encararon a José Domingo Pérez. Con megáfonos y pancartas le increparon su conducta en el caso Lava Jato así como otras situaciones que lo ponen en tela de juicio ante la opinión pública, como por ejemplo el vehículo de marca Volvo valorizado en más de 75 mil dólares que compró el año pasado.
El cuestionado fiscal se paró desafiante (por supuesto que detrás de su personal de seguridad) e intentó responder inútilmente a algunos de los epítetos con que los patriotas le increpaban.
Finalmente subió a su vehículo y huyó del lugar. Se supo más tarde que había corrido a la comisaría a presentar una denuncia, que según la prensa mermecaviar, es el paso previo a una denuncia penal. La Fiscalía de la Nación convertida en el albañal de la caviarada publicó un comunicado solidarizándose con Pérez.
Y la libertad de expresión, no que va, han herido los sentimientos del tal, que parece que no tiene lo que se necesita entre las piernas, y va corriendito dónde sus amiguetes a que le defienda, el delicadito aquel, ya se entiende su poca reacción para investigar el caso, no se le ocurre a este pomerania, morder la mano que lo alimenta