La columna del Director

LOS ATERRADORES PLANES DEL FORO ECONÓMICO MUNDIAL

¿Qué quiere hacer el globalismo con nuestras vidas?

Por: Luciano Revoredo

Cuando se habla de conceptos como el globalismo, el nuevo orden mundial, el control del mundo por las élites, de grupos de megamillonarios que pugnan por controlar a la humanidad, muchos piensan que estamos entrando al terreno de los llamados despectivamente conspiranoicos.

Una vez que le ponen la etiqueta de “conspiración” a algún tema, este queda automáticamente descalificado y de pasada muchas veces la libertad de pensar diferente o expresarse al margen de los moldes del pensamiento único es también arrasada.

Lo cierto es que de un tiempo a esta parte algunos temas que antes se movían en la nebulosa de las supuestas teorías de la conspiración, de pronto se han destapado. Vivimos ahora en un mundo en acelerados cambios y en el que suceden situaciones completamente inéditas y muchas veces extrañas.

La llamada “pandemia” del coronavirus ha sido el telón de fondo ideal para diversos experimentos sociales y también para acelerar algunos conceptos de los que se venía hablando. Uno de estos temas es el llamado “gran reinicio” o “gran reseteo”.

Se trata de un concepto surgido del Foro Económico Mundial para establecer las condiciones necesarias para llevar a cabo una reestructuración de los gobiernos y economías del mundo, empezando de cero, a eso alude el concepto de reseteo o reinicio. El Fondo Monetario Internacional y los grandes agentes de la economía mundial y del globalismo se han sumado a la idea que supuestamente busca ser una respuesta a la crisis global respondiendo con crecimiento verde, crecimiento inteligente, y crecimiento justo.

Sin embargo esto no pasa de ser una definición de manual, que detrás trae un cambio radical de nuestros modos de vida, cultura, costumbres y derechos.

Vamos tratar de entender que sociedad propone el Foro económico mundial con su reseteo a través de sus propios documentos. Los cambios previstos a nivel macroeconómico, y político quedarán para un análisis de otro tipo. Vamos a hora a abocarnos al comentario de dos textos que aparecen en la página oficial del Foro Económico Mundial desde el año 2016 y que nos permitirán comprender a que sociedad y modo de vida nos quieren llevar.

El primero de estos textos es el titulado “Así es como la vida podría cambiar en mi ciudad para el año 2030”, de Ida Auken, política socialdemócrata danesa y miembro Parlamento Nacional. Ha sido también Ministro de Ambiente de su país.

Ida Auken escribe este revelador texto que se puede encontrar en https://www.weforum.org/agenda/2016/11/how-life-could-change-2030/ y que cobra mayor importancia porque son varios los agentes del gran reinicio que ya están hablando del 2030 como un año clave para alcanzar ciertas metas.

Pero vamos al texto. Este se desarrolla como una visión de lo que sería su ciudad o nuestra ciudad en el año 2030. Se inicia con un párrafo por demás inquietante.

Bienvenidos al año 2030. Bienvenido a mi ciudad – o debería decir, “nuestra ciudad”. No tengo nada. No tengo coche. No tengo casa. No tengo electrodomésticos ni ropa.
Puede parecerte extraño, pero tiene sentido para nosotros en esta ciudad. Todo lo que considerabas un producto, ahora se ha convertido en un servicio. Tenemos acceso al transporte, alojamiento, comida y todas las cosas que necesitamos en nuestra vida diaria. Una a una todas estas cosas se volvieron libres, así que terminó sin tener sentido para nosotros poseer mucho.

De un plumazo se acabó la propiedad. ¿Le resulta conocido este modelo? Luego también dirá que nadie tiene movilidad propia y que el transporte público también es gratuito. Advierte que a veces usa bicicleta y de pronto otra revelación:

 Si estás utilizando un ordenador portátil o una tablet, intenta moverte a otra ubicación e inténtalo de nuevo. Mi sala de estar se utiliza para reuniones de negocios cuando no estoy allí.

¿Su sala la utilizan otros cuando ella no está? Lo mismo sucede con todos los objetos, si un día casi como una excentricidad decide cocinar algo, solicitará a un ente que no está definido en el texto todo lo que necesita, pero como un servicio temporal. Incluso las ollas.

Cuando los productos se convierten en servicios, nadie tiene interés en las cosas con una vida útil corta. Todo está diseñado para ofrecer durabilidad, reparabilidad y reciclabilidad. Los materiales fluyen más rápidamente en nuestra economía y se pueden transformar en nuevos productos con bastante facilidad.

Es así que, desaparecido el concepto de propiedad al más puro estilo de las distopías comunistas, también desaparece la libertad para comprar lo que uno desee.

¿Compras? Realmente no puedo recordar lo que es eso. Para la mayoría de nosotros, se ha convertido en elegir cosas para usar. A veces me parece divertido, y a veces sólo quiero que el algoritmo lo haga por mí. Conoce mi gusto mejor que yo a estas alturas.

Habla de algoritmos que anulan la libertad de elegir, de inteligencia artificial y de algunos que se enfrentaron a los cambios y terminaron viviendo casi como apestados en pueblos abandonados que se autoabastecen. Finalmente, una frase aterradora que ella parece aceptar con resignación, pero que es tal vez la mayor amenaza que el texto nos hace.

De vez en cuando me enfada el hecho de que no tengo privacidad real. No hay donde pueda ir y no estar registrada. Se que, en algún lugar, todo lo que hago, pienso y sueño está registrado. Sólo espero que nadie lo use en mi contra.

Clarísimo, lo dice sin anestesia, como parte de un panorama inevitable. Es el elemento final de una dictadura aterradora adornada con flores y aire limpio.

El otro texto preocupante también está en la página oficial del Foro Económico Mundial. What will we eat in 2030? | World Economic Forum (weforum.org)  También alude al año 2030 esa suerte de deadline del reseteo y aplicación de la agenda globalista. El texto se titula ¿Qué comeremos en 2030?, de autoría de Tim Benton, profesor de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y un gran enemigo del consumo de carne y lácteos. El texto de Benton se inicia con una descripción de varios “problemas” medioambientales y luego lanza una proclama anticárnica.

El Acuerdo sobre el Clima de París se compromete a mantener el cambio climático por debajo de los 2 grados centígrados. Dado que los sistemas alimentarios -el cultivo de alimentos y la fabricación y el transporte de alimentos, la cocción, la alimentación y el desechamiento de alimentos- representan poco menos de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, los alimentos por sí solos tienen el potencial de utilizar todo el presupuesto de carbono del Acuerdo de París. Como muchas personas han escrito, la forma más potente de “descarbonizar” el sistema alimentario es reducir la cantidad de alimentos intensivos en invernadero que producimos, en particular la carne.

Es decir que el gran reinicio pretende también decirnos lo que debemos comer o no comer.

El asesoramiento dietético sugiere que 500 g por persona y semana es un consumo de carne saludable de 26 kg al año; como se puede ver, en promedio superamos esto a nivel mundial, particularmente en el mundo rico

Luego de una serie de disquisiciones ambientalistas, y análisis económicos y sociales suelta la bomba:

Entonces, ¿Qué podríamos comer en 2030? Creo que la demanda cambiará y más personas querrán comer una dieta saludable, menos intensiva (y derrochadora) de recursos. El creciente surgimiento del localismo, los alimentos integrales, los movimientos orgánicos, artesanales y “alimentos reales” es un signo de ello, al menos para los ricos y dedicados. Así que nuestras dietas pueden ser más verduras y frutas, cereales integrales y alimentos vegetarianos o nuevas alternativas (productos de soja, o tal vez insectos o carne artificial), y menos cosas fritas y azucaradas. Todavía comeremos carne, pero, tal vez más como nuestros padres y abuelos, lo veremos como un placer para saborear algunos pocos días.

Esta es la realidad. Nos proponen un mundo sin libertad, sin propiedad, en el que todo este controlado, hasta nuestro pensamiento y que tengamos que comer soja, o tal vez insectos o carne artificial. Si no le gusta la idea ya Ida Auken deja muy claro en su texto que los disidentes vivirán como marginales en la periferia en pueblos abandonados. ¡Bienvenido al gran reinicio!

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