
Por: Luciano Revoredo
En el mes de diciembre del año pasado se planteó la primera moción de vacancia contra Pedro Castillo. Es por todos conocido que no se alcanzaron los votos necesarios para vacarlo pese a que existían suficientes razones. Luego hemos sabido de la existencia de los “niños” en el congreso y otras trapacerías políticas manejadas por el entorno de Castillo para impedir su vacancia.
Pero además hubo un hecho en esos días que conviene recordar. Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), llegó al Perú sorpresivamente, se reunió en Palacio de Gobierno con Castillo y le expresó su público respaldo. Lo calificó como un hombre de buenas intenciones, comprometido con la lucha contra la corrupción y el desarrollo del país.
Conviene también recordar dos hechos más. En primer lugar el papel lamentable que jugaron los observadores de la OEA en el último proceso electoral. Convalidaron todas las irregularidades que sucedieron. Fueron ciegos, sordos y mudos ante los actos a todas luces antidemocráticos del Jurado nacional de Elecciones y de la ONPE y finalmente mostraron su indolencia apareciendo ante los ojos de todos y mientras aún se discutía el posible fraude, en una francachela indigna de funcionarios de su nivel en visita oficial.
El segundo hecho lamentable fue el desaire que hicieron a una delegación de peruanos que viajaron para presentar lo que consideraban pruebas del fraude electoral y ni siquiera se les permitió ingresar a las oficinas de la OEA.
Con estos antecedentes no llama la atención que cada vez que Pedro Castillo ve amenazado su corrupto y endeble gobierno corra a ponerse bajo la protección de su camarada Luis Almagro. Ya lo hemos escuchado invocar la activación de la Carta Democrática de la OEA cuando tras las declaraciones de Karelim López se sintió en peligro. Como si las más altas instancias y acuerdos internacionales estuvieran al servicio de delincuentes y corruptos.
Ahora, ante la inminencia del debate de una nueva moción de vacancia, Castillo y sus cómplices temen, se muestran nerviosos y agresivos. Aníbal Torres amenaza al país y revela toda su miseria humana sembrando la discordia entre los peruanos. Castillo por su parte también alienta el resentimiento y el odio. Muestra su verdadera faz.. Mientras en el congreso se van acumulando los votos. Aún no se llega a los que la Constitución requiere para aprobar la vacancia. Pero es una cifra cada vez más cercana. Entonces surge una vez más la OEA, ese organismo acelerador del progresismo, cuando el primer ministro Landa se dirige a la presidencia del congreso para solicitar que se autorice la presencia de observadores de la OEA en la sesión del pleno en que se debatirá la vacancia.
El congreso no debe admitir de ninguna manera esta presión. Se debe respetar la majestad y soberanía del parlamento. Ningún otro poder del estado ni menos aún ningún organismo internacional, puede someter al congreso a su veeduría y supervisión. Si los señores de la OEA de acuerdo a los mandatos del impresentable Almagro, que calla ante Nicaragua y Venezuela pero quiere meter sus narices en el Perú, quieren observar la sesión del pleno, que se reúnan en algún hotel de Lima, enciendan la televisión y armen otra partusa como la que organizaron cuando eran observadores en las elecciones. Finalmente ahora no tendrán que violar la ley seca.