Iglesia

EL VATICANO, EL NUNCIO Y LA CUERDA FLOJA

Por: Luciano Revoredo

El Papa Francisco ha intervenido para revocar una inusual amenaza de excomunión impuesta a los  peruanos Giuliana Caccia y Sebastián Blanco, quienes habían sido advertidos con la pena canónica por denunciar al sacerdote Jordi Bertomeu ante la justicia civil peruana por violación de secreto profesional.

Contexto y Situación Inicial

En julio de 2023, Giuliana Caccia y Sebastián Blanco tuvieron una audiencia con la Misión Especial del Vaticano, encabezada por el arzobispo Charles Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu, enviados para investigar al Sodalicio de Vida Cristiana en el Perú. Caccia y Blanco participaron de una reunión con la citada comisión en la nunciatura de Lima bajo la promesa de discreción, pero más tarde, consideraron que esta confidencialidad había sido rota cuando dicha información fue compartida con periodistas que publicaron detalles en medios de comunicación.

La Denuncia y la Respuesta del Vaticano

Tras sentir que se había violado el secreto profesional, Caccia y Blanco presentaron una denuncia civil contra Bertomeu. Esta acción desencadenó una serie de eventos que culminaron con la notificación de un precepto penal el 26 de septiembre de 2024, donde se les acusaba de tres delitos canónicos. La Santa Sede les exigía retirar la denuncia y pagar una multa de 100 mil soles cada uno a Cáritas de Lima, entre otras condiciones, bajo la amenaza de ser excomulgados.

Intervención del Papa Francisco

Ante esta situación inédita y bajo tal amenaza solicitaron una audiencia con el Papa para explicarle la situación. En una audiencia privada el 23 de noviembre de 2024, el Papa Francisco escuchó directamente de Caccia y Blanco una versión de los hechos en primera persona. El Pontífice revocó de inmediato el precepto penal, declarando que la excomunión no procedía y que el asunto nunca debió haber llegado a tal punto. “La excomunión no va, quédense tranquilos”, afirmó el Papa, demostrando así su cercanía y comprensión hacia el caso.

Impacto y Reflexiones

Este episodio ha puesto en evidencia la complejidad de las investigaciones sobre abusos dentro de la Iglesia y la necesidad de una gestión transparente y justa del proceso canónico. La intervención del Papa Francisco no solo ha evitado una sanción injusta según la percepción de Caccia y Blanco, sino que también ha abierto un debate sobre cómo se manejan las denuncias y la protección de aquellos que buscan justicia dentro de instituciones religiosas.

La decisión del Papa refleja un compromiso con la justicia y la verdad, subrayando la importancia de escuchar a todas las partes involucradas antes de tomar decisiones tan severas como la excomunión. Además, ha dejado clara la intención de la Iglesia de no utilizar el miedo o la amenaza de excomunión como método.

Esta situación inédita pone de manifiesto cómo la Iglesia Católica, bajo el liderazgo del Papa Francisco, está navegando por aguas turbias para mantener el equilibrio entre la autoridad eclesial y el derecho a la justicia de los fieles. La revocación de la excomunión no solo ha permitido a Giuliana Caccia y Sebastián Blanco continuar viviendo su fe católica sino que abre otras dudas fundamentales. ¿Cuál es la procedencia de esta amenaza de excomunión? ¿Quién la redactó? ¿Cómo llegó a Lima a través del Nuncio este documento con sabor a extorsión que el Papa anuló literalmente de un plumazo? ¿Qué tiene que decir Jordi Bertomeu de todo este intríngulis?

Lo cierto es que el Papa hizo justicia y Bertomeu anda en la cuerda floja.

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