
Por: María Ximena Rondón
Las glamorosas “white parties”, la compañía de celebridades y la posesión del emporio del hip hop palidecen, e incluso son empañadas por una niebla grisácea, cuando se escudriña en los actos del rapero Diddy.
Parece que la Isla Epstein no es el único “paraíso” que ocultaba el infierno por el que atravesaban sus víctimas. Diddy ha sido detenido y la lista de sus abusos y crímenes se hace cada vez más larga y el nombre de Justin Bieber resuena con fuerza en cuanto a presuntas víctimas se trata.
Incluso, algunos usuarios sugieren escuchar las canciones “Yummy”, “Lonely”, “Lost myself at Diddy’s party” y luego ver las películas “Parpadea dos veces” y “¿Dónde están las rubias?”.
Todo este caso y el impacto en la gente nos hace reflexionar respecto a la importancia que se les da a los cantantes, actores y otros artistas en nuestras vidas, tal como sucede con las modas, actitudes y patrones de comportamiento que varios ignotos imitan.
No podemos olvidar de dónde viene el asunto del “entretenimiento”: con los bufones en las cortes/castillos y otros lugares importantes de la antigüedad. Entonces: ¿en qué momento los bufones ganaron poder y llegaron a lo más alto de la escala social?
En teoría, el propósito de todos estos “artistas” es entretenernos. Una buena canción nos puede hacer bailar o una película cómica nos hace reír ¿Por qué nuestra sociedad está idolatrando a los bufones? Hemos llegado al punto de gritar y llorar cuando estos aparecen y tocar su mano representa un momento de gloria para algunos.
También debemos preguntarnos quién ha fabricado con éxito esta idealización a los artistas.
Les hemos dado demasiado poder, los consideramos como influencias y al ponerlos en un pedestal/idolatrarlos surgen problemas como los provocados por Diddy, los cuales son terribles y penosos debido a los atropellos contra la dignidad humana.
Este caso debería hacernos pensar en los motivos para considerar a las celebridades como modelos a seguir, admirarlos y aspirar a su estilo de vida, cuando en el fondo solo son la versión actual de aquellos bufones que entretenían a la gente en épocas como la Edad Media. Y no olvidemos que algunos, como el reciente caso de Taylor Swift, son utilizados para promover causas políticas, ideologías nefastas y anti valores. Sin duda, estos bufones reciben un buen pago por entretener y usar su poder para influenciar a la gente.
En las redes sociales, se pueden leer muchos comentarios de personas que están muy afectadas por los actos de Diddy y de otras celebridades que habrían participado en ellos, las cuales aparecen en fotografías y video.
Deberíamos replantearnos y hasta poder diferenciar la realidad de la ficción. El mundo del entretenimiento está intoxicando a la sociedad haciéndola perder la noción de los valores y de aspirar la vida del bufón en lugar de construir un legado.
Dejemos a los bufones en el lugar que les corresponde: entretenimiento y no les demos nuestras vidas.