Iglesia

CARTA ABIERTA AL ARZOBISPO DE LIMA: “EL FARISEÍSMO DE LA SERPIENTE Y LAS VIRTUDES TEOLOGALES”

Carlos:

Hoy más que nunca conviene recordar las advertencias de Cristo acerca de los Falsos Profetas, y del pedido de guardarnos de  la “levadura de los fariseos”. Es decir de gente como tú, mal pastor, falso profeta del fariseísmo sinodal.

A diferencia de los fariseos bíblicos, que al menos tenían la Escritura en los labios, tu practicas el “fariseísmo de la serpiente”.

El domingo quedé finalmente convencido, que al igual que la serpiente, quieres enemistarnos con Dios, apartarnos de Dios, haciéndonos creer que sabemos más que Él; que nuestra dignidad está por encima de la suya; y que tú sabes más que los Apóstoles, que los Padres de la Iglesia, los Concilios Ecuménicos y que las Definiciones Dogmáticas del Sacrosanto Concilio de Trento.

Al igual que la serpiente, usas las palabras del Señor para torcerlas, falsificarlas, interpretarlas, suplantarlas y definirlas.

Todas las transcripciones de lo que por cortesía llamaré <<Homilias>>, formarán parte del libelo de repudió que leerá contra ti la Iglesia de Cristo el día de la ira. Las oirás una por una, como la Acusación que de ti hará el demonio ante Dios.

Hoy no haré escarnio de tu ignorancia. Hoy no convertiré en tema de ludibrio tu vis comica. Hoy contendré las incontenibles carcajadas que provoca a cada instante, en cada párrafo la transcripción de tu última peroración. Verdadero testimonio de la diakonía de la mentira y del error, que has establecido en la Cátedra de Santo Toribio.

Por el contrario, hoy haré contigo una Obra de Misericordia: Enseñar al que no sabe.  Sin ninguna pretensión. Es lo que aprendí en el colegio para la Primera Comunión

No te abrumes: No es algo denso, inasible, o que exija de ti conocimientos que no tienes; ni herramientas intelectuales que ciertamente nunca has tenido.

Te enseñaré lo que aprendí del Catecismo. Nada más ni nada menos. Porque: o no lo sabes, o sabiéndolo no lo quieres enseñar.

Hablemos de la Fe, la Esperanza y la Caridad

De las que nunca hablas. Tal vez por ser Virtudes Teologales. Tal vez porque son definitorias de los hijos de Dios. Tal vez porque nos conducen al Cielo. Tal vez porque no quieres que vayamos al encuentro con Dios.

Es decir, matas en vida,  a quien vive de la Gracia. Es decir, a quien vive de las virtudes de fe de esperanza y de caridad

Estas virtudes definen al cristiano, al católico, porque nos ponen, en forma directa, en  contacto con Dios. Si perdemos estas virtudes, no podremos ir al Cielo. De eso no podemos dudar. Se dicen teologales porque Dios las infunde en nuestra alma.

La Fe

Carlos, la Fe es la adhesión de la inteligencia a las verdades reveladas. Esto implica ANTE TODO que hay una Revelación que viene de Dios. Dicho para que me entiendas: Dios habla de sí mismo, y revela su vida íntima; y como todo lo que nos dice supera nuestro entendimiento, se nos pide una adhesión y al mismo tiempo cierto grado de confianza. Esta adhesión del intelecto no parte de una capacidad que no tenemos. Se funda en que es Él quien ha hecho la revelación; y Él no puede engañarse ni engañarnos, porque es la Verdad Soberana.

Recapitulando: Hay pues, una revelación objetiva de una verdad, y en segundo lugar una adhesión de nuestra inteligencia.

Pero PARA TI LA FE es un sentimiento, una toma conciencia, una expresión de sinceridad respecto de cualquier cosa.

Redefines la revelación a una operación meramente subjetiva. Haces brotar la Fe, de alguna profundidad de la intimidad o de la conciencia. PARA TI LA REVELACION ES COMO INTERIOR: digamos que es algo así como que el hombre se revela a sí mismo acerca de “algo” que ya no es objetivo, y que por tanto ya no puede imponérsenos. La subjetividad hace que eso que tú llamas fe, deja de ser  una adhesión a la Verdad, porque no existen verdades primeras. Para ti, lo que prima es la emotividad, el sentimentalismo, la euforia, el arranque, y no el movimiento de la inteligencia.

Lo que estás predicando, querido Carlos, es que la Verdad a la que hay que adherirse no es la de Dios. Es todo lo que se nos antoje, nos acomode, nos justifique y nos exculpe. O sea, para que me entiendas: habría tantas verdades, como formas de pensar.

Deliberadamente quieres apagar la luz que Dios puso en nuestra alma mediante el Bautismo.

La Esperanza

El hombre se apoya sobre la omnipotencia de Dios, quien nos prometió ayudarnos. Porque has de saber que sin Dios nadie se salva; su omnipotencia lo puede todo, incluida nuestra salvación, si se la pedimos.

Solo Dios puede santificar al hombre, quien por sí solo nada puede. Menos aun elevarse hacia Dios, herido como está por el pecado original.

Merced a esta virtud de Esperanza, tenemos la certeza de que llegaremos al Cielo, a pesar de la dificultad que implica nuestra poquedad y miseria. Porque Él lo ha prometido. Porque hace todo el trabajo en la medida en que cooperemos con Él. Renunciando al pecado y aborreciéndolo.

Pero para ti: La Esperanza ya no se apoya en la Omnipotencia de Dios, sino en el cheverismo y buenaondismo de Dios y en la ausencia de gravedad del pecado.

Para ti el hombre se salva porque es hombre. Así como te gusta: revolcándose en el lodo, y tu haciéndole compañía. Hablas de dignidad humana, del hombre como grandeza de la Creación, y que todo está ordenado hacia Él, inclusive Cristo. Incluso si vive como un puerco, y se comporta como un “perro”.  Por ser hombres todos se salvan, sin más. Sin esfuerzo alguno. Sin cooperación ninguna.

La Esperanza ya no es combate espiritual, arrepentimiento ni contrición por los pecados, ni la conversión, a partir de las cuales abrimos las puertas a la omnipotencia de Dios para que nos auxilie y salve.

Según tú: todos se salvan. Sin Bautismo, sin Confesión, si Sacramentos, sin perseverancia y  … sin Dios. Lo mismo dan San Luis Gonzaga y San Estanislao que Inti y Bryan.

Haciendo el elogio de los malvados, enalteciendo la violencia de sus actos, sumerges en el fango el Sacrificio Eucarístico cuando afirmas que hay que enlodarnos con la gente y tocar la carne de Cristo en la Creación.

Solo un miserable como tú, busca revolcarse en la miseria y hacer que otros participen de ella.

La Carne de Cristo está en el Augusto Sacrificio del Altar, en el Santísimo Sacramento, en la Hostia Santa, que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él ha querido quedarse para lavarnos, perdonarnos y salvarnos.

La Caridad

La tercera virtud, la más importante, que es la que corona toda vida cristiana, es la virtud de la Caridad. Que nos une directamente a Dios mediante el Amor de Dios. La Fe nos une al Él mediante la Verdad, y la Esperanza mediante su omnipotencia.

Te recuerdo lo que dice el CIC:

«El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es “el vínculo de la perfección” (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino» (n. 1827).

La Caridad hace que podamos amar a Dios como Él quiere y merece ser amado, estado que no alcanzaríamos por nuestras propias fuerzas. De ahí se sigue que podamos y queramos amar al prójimo, por amor a Dios. “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

Carlos, tú ocultas estas realidades a todos, de todas las formas posibles. En los hechos, como el diablo citas la Escritura para que  nadie pueda volver a Dios.

Te llenas la boca sobre el don gratuito de Dios, pero nunca dices en que consiste ni la finalidad para el que fue concedido. Es algo indeterminado del que te sirves para hablar de todo menos de la Redención. Hablas del Señor como un hombre del pasado que fue testigo de carencias, enfermedades y miserias, que es querido por todos porque alienta, sonríe, apapacha, acompaña, y ofrece una promoción de la persona. Dices que hay un camino, pero nunca has dicho hacia donde conduce, ni para qué hay que transitarlo.

Dijiste en la Fiesta de Corpus que “En la Iglesia estamos para humanizar la sociedad, y tenemos esa tarea histórica que va más allá de salvar nuestras almas de forma individual. Tenemos que salvar al mundo entero en cuerpo y alma”. Nunca nos has dicho ni de qué, ni de quién.

¿Pensabas en el Himno de la Internacional?

Agrupémonos todos

en la lucha final.

El género humano

es la internacional.

Ni en dioses, reyes ni tribunos,

está el supremo salvador.

Nosotros mismos realicemos

el esfuerzo redentor.

 

La Iglesia mediante el anuncio del Evangelio persigue la divinización de la Sociedad. La Sociedad permite al hombre alcanzar su meta, y lograr lo que está llamado a ser “imagen de Dios”. Lo que tú pretendes es que Dios sea imagen del hombre.

Como buen marxista, acostumbrado a engañar sin inmutarte, haces creer que el don “gratuito” es  un don “barato”; un don de bagatela. Jamás te he oído hablar del llamado a la conversión, ni de la plenitud de la vida cristiana, ni de la santidad.

Dietrich Bonhoeffer, te anunció proféticamente al escribir: La gracia barata es la gracia considerada como una mercancía que hay que liquidar, es el perdón malbaratado, el consuelo malbaratado, el sacramento malbaratado, es la gracia como almacén inagotable de la Iglesia, de donde la cogen unas manos inconsideradas para distribuirla sin vacilación ni límites; es la gracia sin precio, que no cuesta nada.

La gracia barata es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica, la eucaristía sin confesión de los pecados, la absolución sin confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado.

La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace que el discípulo abandone sus redes y le siga.

La gracia cara es el evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama.

Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia es cara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo -“habéis sido adquiridos a gran precio”- y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros.”

 Gracias a Bonhoeffer se entiende que hayas dicho que

«… Jesús no muere haciendo un sacrificio de un holocausto. Jesús muere como un laico asesinado, que él decide no responder con venganza y que acepta la cruz para darnos signo de vida. Y muere como un laico que da esperanza a la humanidad. Muere como un ser humano como todos ustedes que están aquí presentes».

Me despido agradeciéndote la invitación a la “sinodalidad”, es decir, a desarrollar formas de conversar y ver dónde están los problemas.

Tu amigo de siempre y discípulo tuyo en la  misericordia, y en el amor entrañable y el compromiso con la Creación.

 

José

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