Por: Juan Carlos Eguren
La libertad, la democracia y el derecho a progresar se defiende evitando que las dictaduras de izquierda lleguen al poder. Si por desgracia se instalan muy difícilmente se les podrá sacar, salvo un milagro como lo que gracias a Dios ocurrió con el suicidio político de Pedro Castillo y su auto golpe fallido.
En Latinoamérica cuando los comunistas toman el poder de inmediato se inicia el montaje de una dictadura cívico militar en alianza con el narcotrafico y crimen organizado internacional que día a día profundiza y extiende sus tentáculos hasta tornarse casi inamovibles por la voluntad popular, la democracia y las movilizaciones por más mayoritarias que fuesen.
La receta es harto conocida, populismo, narrativa para dividir y enfrentar al pueblo, dispendio económico para empobrecer a las personas y someterlas a dádivas para poder sobrevivir (bonos, transferencias, programas sociales, empleos públicos, canastas de alimentos, subsidios, etc).
Una vez construida una base social ideologizada y dependiente del estado para subsistir es inevitable la convocatoria a una asamblea constituyente para instaurar el régimen socialista y la reelección perpetua del dictador con plenos poderes, seguidamente es incontenible el copamiento de todos los poderes del estado con énfasis en el sistema judicial y electoral, con lo que se asegura el control de los opositores y rivales, consagrando la persecución política y los sucesivos fraudes electorales.
Ante este maquiavélico proceso, pobreza generalizada y sin futuro a la vista es inevitable la migración masiva de los jóvenes (8 Millones en el caso venezolano) con lo cual la fuerza de las calles queda debilitada y sometida a las fuerzas armadas, policiales y milicias paramilitares del régimen.
El Perú estuvo a un paso de caer en este abismo sin retorno y aún lo está con miras al 2026, la gran lucha no está en sacar a estas lacras, está en evitar que entren, por que si lo hacen se quedarán inevitablemente.
