Iglesia

NO, SANTO PADRE, AL MAL NO HAY QUE SOPORTARLO SINO COMBATIRLO

Por: Manuel Castañeda Jiménez

En cierta oportunidad, ante una actitud incorrecta de San Pedro, cabeza de la naciente Iglesia, San Pablo “le resistió” de frente y lo recriminó “porque se había hecho reprensible” (Gál 2, 11). San Pedro, humildemente aceptó la recriminación y rectificó su actitud. Este pasaje nos muestra hasta dónde es posible para el cristiano, sin faltar a la caridad, poner cuidado en advertir, e incluso recriminar hasta a la cabeza suprema de la Iglesia. San Pablo no desconoció la autoridad de San Pedro. Antes bien, su llamada pública de atención tuvo por efecto cimentar la autoridad de San Pedro, evitando críticas impropias que podrían haberse suscitado, despejando así dudas doctrinales.

Con la misma actitud, a imitación del apóstol de las gentes, nos vemos precisados a llamar la atención sobre un error grave cometido por el Papa. Le damos, por supuesto, al Santo Padre, el beneficio de la duda, pues tal vez él no escribió directamente el discurso sino que señaló las líneas maestras de su catequesis, y el error provino del escribiente. También tomamos en consideración, que estaríamos llanos a aceptar el sentido de lo que pareciera que quiso decir el Papa y que el portal del Opus Dei lo presenta ya con una interpretación probable, no obstante que no corresponde a la traducción del discurso.

Nos referimos a un pasaje de la catequesis de S.S. Francisco leída durante la audiencia general realizada en el Aula Paulo VI el miércoles 23 de agosto del presente año. En ella, el Papa, conforme reproduce el mismo portal del Estado del Vaticano en su versión en castellano,  señaló lo siguiente: “No olvidemos esto: es muy importante para anunciar el Evangelio no basta con dar testimonio del bien, sino que hay que saber soportar el mal. Un cristiano hace el bien, pero soporta el mal.”

(https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2023/documents/20230823-udienza-generale.html).

El portal del Opus Dei (Opus Dei: https://opusdei.org/es-co/article/francisco-dedica-su-catequesis-semanal-a-la-virgen-de-guadalupe/), quizás intentando corregir lo expresado por el Papa, reproduce la cita, no textualmente, sino de la siguiente forma: “Esto nos enseña que para anunciar el Evangelio no es suficiente dar testimonio del bien, sino a veces también saber sufrir los males, con paciencia y constancia, sin miedo a los conflictos.”

Sin embargo, esa no es la traducción fiel de lo dicho por el Papa, pues el ya citado portal oficial del Vaticano, también en su versión en idioma italiano (el que empleó el Santo Padre en su lectura) reproduce el pasaje de la siguiente forma: “Per annunciare, infatti, non basta testimoniare il bene, occorre saper sopportare il male. Non dimentichiamo questo: è molto importante per annunciare il Vangelo non basta testimoniare il bene, ma occorre saper sopportare il male.

El Papa Francisco nos tiene acostumbrados, desde el inicio de su pontificado a tener que estarlo interpretando reiteradamente, pues una serie de expresiones suyas, sea por una respuesta espontánea (de las que, por cierto, nadie está libre de incurrir en imprecisión), o por actitudes confusas (como lo sucedido con la ceremonia de la pachamama realizada en los jardines vaticanos), o por expresiones escritas en algunas encíclicas o decretos emanados de él, lindan con posiciones doctrinales no católicas o hasta con posiciones directamente contrarias a la doctrina católica.

Es por ello que no podemos dejar pasar por alto lo expresado por el Papa en la audiencia a que nos referimos antes. Hemos tomado el cuidado de contrastar el documento original en idioma italiano y la traducción oficial de sus expresiones, verificando que nuestros temores originales estaban en lo cierto: el Papa incurrió en una falla conceptual al señalar que el cristiano debe “soportar el mal”. Por ello, a él nos dirigimos y decimos: El mal, Santo Padre, no se soporta, se lo combate. El mal se identifica con el príncipe de las tinieblas quien, además, tiene por objetivo que el hombre lo adore como si él tuviera esencia propia, para de esa forma completar su rebelión por la que pretendió “ser como Dios”. Al cristiano corresponde combatir el mal; buscar reducirlo a nada si fuera posible. Porque el mal es consecuencia del pecado; y al pecado se lo combate con toda la energía necesaria. Muy distinto podrían ser “los males” (i mali, se diría en italiano), si usted, Santo Padre, lo hubiera mencionado de esa forma. Sería más fácil “interpretarlo” en el sentido de que se quiso referir a las probaciones y dificultades de la vida a las que Dios, en su Sabiduría infinita somete a cada persona para su propio bien. Pero usted no dijo eso, usted Santo Padre se refirió al mal genéricamente como un concepto y no como el conjunto de situaciones resultantes del pecado original o del pecado actual, que sí hay que soportar, pero con las virtudes de la resignación y de la paciencia, que no obstan a que se procure combatir esos males en la medida en que sea posible, tanto como el enfermo y el médico buscan combatir el mal de una enfermedad y no solamente mantenerse en una situación de “soportar” la enfermedad o el mal que le aqueja (ahí sí cabe hablar del mal en singular).

Alguien podrá considerar que exageramos la nota al criticar lo dicho por el Papa, y que más bien deberíamos adoptar la misma actitud de la página web del Opus Dei que hemos referido, “interpretando” las expresiones de Francisco como queriendo haber aludido a los problemas y dificultades. Pero no, el Papa dijo lo señalado no una sino dos veces. Y ello supone una confusión conceptual que tal vez las personas puedan haberla entendido como se lo quiere “interpretar”, pero ello no exime de la intrínseca incorrección que dichas expresiones conllevan, pues las palabras tienen contenido. Un Papa está llamado a dirigir la Iglesia para conducir las almas a Dios. No puede darse el lujo de imprecisiones o confusiones de lenguaje, o que haya que estarlo interpretando cada vez que expresa algo; no cumple su sagrada misión difundiendo conceptos equívocos o atribuyendo a las palabras un contenido distinto al que tienen pues sería perpetuar la Torre de Babel. El Papa debe cuidar extremadamente cada cosa que dice. Con mayor razón en un discurso escrito previamente. Quizás, como dijimos al inicio, no fue el Papa quien directamente escribió el errado discurso, y se encontró con las frases pre hechas, procediendo simplemente a su lectura, y quizás interpretándolas también al modo que ha hecho el Opus Dei. Reconocemos que merece el beneficio de la duda, tanto como lo ha merecido en estos años por tantas manifestaciones, expresiones y actitudes que han dejado bastante que desear.

Esperamos que el Papa  –él mismo ha sido enfático en decir que con el demonio no se dialoga– rectifique en lo sucesivo ese errado concepto al referirse al mal; y que, más bien, desde el trono de San Pedro, así como parece tener como directriz de su pontificado el resaltar y retornar a la primera caridad y al verdadero amor que debiera existir entre los hombres –que no es otro que el apoyarse mutuamente para ir al cielo– tome en cuenta que ese cometido no puede cumplirse produciendo desconcierto o confusión doctrinal, sino con un lenguaje y enseñanza claros y precisos, sin ambigüedades y señalando claramente la existencia del mal y del pecado y la necesidad de combatirlos como corresponde a un buen cristiano y católico, y ha sido, durante dos mil años, el ejemplo de todos los santos.

Que el Espíritu Santo lo asista y sostenga para bien de la Iglesia y del Reino de Cristo.

 

*Publicado originalmente en la Revista digital Restauración Católica: Revistarestauracioncatolica.blogspot.com y reproducido con autorización del autor

1 comentario

  1. Me parece que si se vuelve a leer el texto, se puede entender el contexto de esas palabras del Papa: se está refiriendo a la falta de confianza, las incomprensiones, etc. En estas circunstancias, la Virgen no le dice a San Juan Diego: “ve y combate al obispo”. Le pide que persevere, crea en Ella, porque las cosas se arreglarán.

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