
Por: María José Corzo Meléndez (*)
Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una mujer puede atravesar. Este sufrimiento también afecta profundamente al padre y a otros miembros de la familia. Durante años, este dolor ha permanecido invisibilizado, sin contar con el apoyo ni el reconocimiento por parte del Estado, que debería ayudar a las familias a enfrentar sus consecuencias.
En la actualidad, las mujeres que pierden a sus hijos durante el embarazo o en el parto deben regresar a casa con las manos vacías y el corazón destrozado, enfrentando la dolorosa realidad de verse forzadas a olvidar a sus hijos, pues el Estado nunca les permitió reconocerlos de manera oficial.
Esta realidad ha cambiado con la aprobación de la Ley 32132, presentada por la congresista Milagros Jáuregui de Aguayo, que fue aprobado por insistencia el pasado 3 de octubre.
Conocido como “Ley Estrella,” este nombre proviene de las madres que se refieren a sus hijos fallecidos como “bebés estrellas.”
La magnitud de esta tragedia no es pequeña. Según UNICEF, en 2020, aproximadamente dos millones de bebés nacieron muertos en todo el mundo, lo que equivale a una muerte fetal cada 16 segundos. Si estas tendencias siguen igual, se espera que para 2030 haya 19 millones de mortinatos más. Estos números nos recuerdan que estamos ante una realidad dura que afecta a miles de familias y que merecen ser acompañadas en su dolor.
Esta ley aprobada por el Congreso con una extensa mayoría de votos, promueve el cuidado de la salud mental de la madre, el padre y sus familiares ante su triste pérdida, y dispone capacitaciones para que el profesional de salud pueda atender de manera apropiada a esos pacientes.
Además, a partir de ahora, los padres podrán darle un nombre a esos hijos que se fueron demasiado pronto y recibir sus restos para darles una despedida digna. Es un paso hacia una mayor comprensión y apoyo a las familias en su duelo, un reconocimiento de que la pérdida de un hijo, de cualquier edad, es tan dolorosa y real como cualquier otra.
A pesar de los beneficios evidentes que trae esta iniciativa, no todos en el Congreso la apoyaron. Solo tres congresistas votaron en contra de esta iniciativa en la segunda votación del pleno del Congreso. Se trata de las congresistas pro aborto Ruth Luque, Susel Paredes y Sigrid Bazán. ¿Podrán seguir diciendo que son voceras de los derechos de las mujeres? ¿Tendrán el descaro de presentarse nuevamente como defensoras de las mujeres vulnerables de nuestro país?
Resulta contradictorio que, en un momento donde se busca aliviar el sufrimiento de las madres que han perdido a sus hijos, estas representantes de un sector de la población femenina se hayan opuesto a una ley que claramente busca darles consuelo.
Este debate nos hace reflexionar sobre qué tipo de apoyo realmente necesitan las mujeres y las familias en su conjunto. La ley estrella no es una propuesta política. Es una respuesta humana que nació a partir de la inquietud de un grupo de mujeres que pasaron por este doloroso trance y no encontraron ningún apoyo del personal de salud.
Por ese motivo, esta ley declara el 15 de octubre de cada año como el “Dia Nacional de la Concientización sobre la muerte gestacional, perinatal y neonatal” a efectos de sensibilizar y visibilizar a toda la sociedad sobre este tipo de duelos que atraviesan diversas familias, para lo cual el Ministerio de Salud en coordinación con otras entidades públicas realizan actividades y/ o campañas de concientización. Este año por segundo año consecutivo, la Municipalidad de Lima iluminará con los colores rosado y celeste una de las fuentes principales del Circuito de Aguas.
Esta iniciativa legislativa aprobada en el Congreso es una respuesta al sufrimiento de muchas mujeres y sus familias, que pone el foco en lo que de verdad importa: el derecho de los padres a despedirse de sus hijos, a recordarlos y a encontrar algo de paz en medio de tanto dolor.
Hoy, podemos celebrar un gran paso hacia una sociedad más comprensiva. La promulgación de la ley sobre el duelo gestacional y neonatal será un día importante para el Perú, un día en el que honramos la memoria de esos hijos que se fueron demasiado pronto y reconocemos el inmenso amor y dolor de sus padres, así como la dignidad del concebido y de sus derechos como sujeto de derecho.
Porque, aunque esos hijos no estén físicamente con nosotros, su recuerdo vive en los corazones de sus familias y, ahora, también en las leyes de nuestro país.