
Por: José Romero
Se habla mucho de la la “decisión de vivir menos” (eutanasia) para evitar el dolor y sufrimiento. Al respecto recomiendo la lectura de un gran artículo de mi amigo José Anderson en el que justamente reflexiona sobre esas circunstancias que muchas veces nos toca vivir.
Podemos concluir de este artículo que tanto el dolor y sufrimiento tienen una razón y que no debemos temerles sino al dolor único y definitivo como perder la Vida Eterna. Es por ello que cobra relevancia la reflexión de vivir más para ser mejores personas y trascender en aquellos años que Dios nos permite vivir.
Volviendo a lo dicho por Anderson, la eutanasia pierde sentido y es más bien se convierte en una salida hedonista y egoísta. “Vivo hasta que me sienta o vea bien”.
Es por ello que ciertas corrientes y agendas promueven “el verse bien”, no cómo una condición para sentirse bien no solo físicamente sino para “lucir”.
Es por ello que hoy vemos a muchas personas, desde temprana edad, a someterse a cirugías y tratamientos estéticos, usar cremas y otros de origen inmoral; al punto que al verse frente a un espejo no llegan a reconocerse. La aceptación de la consecuencia del paso de los años se convierte en una “negación” y se recurre a cualquier método para conservar “una juventud” que inexorablemente ya se fue.
Sin embargo, no negamos la posibilidad de mejorar la apariencia, pero sin las exageraciones que vemos a diario.
Volvamos a años pasados, en los que las reinas de belleza eran realmente tal y no el resultado de cirugías extremas u hormonizaciones que buscan negar la naturaleza.
Finalmente la naturaleza “no se equivoca” ni hay que retarle. Cada ser humano terminará yendo al especialista al que su sexo ya determinó al nacer. Por otra parte los años no pasan en vano, hay que aceptar su paso con dignidad. Busquemos el sentido de nuestras vidas y ser mejores. La apariencia física tarde o temprano cambiará; sino pregúntenle a Brigitte Bardot.