Vida y familia

LA ANSIEDAD “POSTPANDEMIA”

Por: María Elena del Rosario Herrera Mora*

 A propósito de la declaración de conclusión de la emergencia sanitaria por parte de la Organización Mundial de la Salud, conviene madurar algunas reflexiones. En el primer año de la pandemia por COVID-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%, según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El reporte también destaca quiénes fueron los más afectados y resume los efectos de la pandemia en la disponibilidad de servicios de salud mental y cómo ésta ha cambiado durante la pandemia.

La preocupación por el posible aumento de las afecciones mentales ya había llevado al 90% de los países encuestados a incluir la salud mental y el apoyo psicosocial en sus planes de respuesta a la COVID-19, pero siguen existiendo importantes lagunas y preocupaciones.

“La información que tenemos ahora sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental del mundo es solo la punta del iceberg”, dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “Esta es una llamada de atención a todos los países para que presten más atención a la salud mental y hagan un mejor trabajo de apoyo a la salud mental de sus poblaciones”.

Las consultas por dificultades con la gestión de la ansiedad antes de la pandemia ya venían aumentando, los trastornos de ansiedad son una problemática importante. Los casos han subido un 25 %a 26 % (aunque no hay estudios concluyentes) con respecto a los casos que se atendían antes de la pandemia

Los más vulnerables de padecer ansiedad son las mujeres, los niños, adolescentes y la población adulta mayor.

Debemos considerar primero que lo que tratamos es el aumento de la ansiedad ya que al ser una emoción (una emoción como la rabia la felicidad la tristeza) por lo tal es algo que no se puede controlar y que todos vamos a tener “ansiosos somos todos Entender que lo que se trata es cuando la ansiedad es muy intensa ,cuando la ansiedad es muy frecuente y muy duradera y cuando interviene en nuestra calidad de vida (cuando no se puede trabajar o hay problemas en las relaciones interpersonales o cuando no pueden convivir con la familia) ósea lo que se trata es cuando la ansiedad es muy intensa.

Una de las principales explicaciones del aumento es el estrés sin precedentes causado por el aislamiento social resultante de la pandemia. Vinculado a esto estaban las limitaciones en la capacidad de las personas para trabajar, buscar el apoyo de sus seres queridos y participar en sus comunidades.

La soledad, el miedo a la infección, el sufrimiento y la muerte de uno mismo y de los seres queridos, el dolor después del duelo y las preocupaciones financieras también se han citado como factores estresantes que conducen a la ansiedad y la depresión. Entre los trabajadores de la salud, el agotamiento ha sido un desencadenante importante de pensamientos suicidas.

¿Qué hacer para evitar que sigan creciendo estos casos?: prever, sí, pero no controlar, aprender a vivir con la ansiedad, tolerar un poco la ansiedad, buscar cosas que nos permiten contactar paulatinamente con lo que nos da cierto temor, aprovechar las redes los amigos las personas que nos dan seguridad, el apoyo de personas que nos pueden dar una mano, no quedarse solo, ejercicio meditación.

Todo lo anterior ayudará a canalizar mejor la energía y los sentimientos y así, habrá una mejor contención emocional y poco a poco la salud mental mejorará.

 

 

*Docente del departamento de Psicología de la UCSP

 

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