La columna del Director

EL MINUTO DE SILENCIO. EN LA CATEDRAL Y EL CONGRESO

Una imposición masónica

Por: Luciano Revoredo

Desde hace muchos años ya se ha implantado en el Perú la costumbre del minuto de silencio ante la muerte de alguna personalidad o alguna catástrofe. Se hace en actos oficiales, militares, en el Congreso de la República, ceremonias de todo tipo, partidos de fútbol y hasta en las corridas de toros.  Este es un gesto masónico que busca imponer la idea del vacío, es la negación de la trascendencia y la vida eterna.

Durante años han luchado por implantar el laicismo. Por ocultar la presencia de Dios en la sociedad. Antiguamente se pedía una oración por los difuntos. Eso era intolerable, insoportable para los enemigos de Dios. Desde los orígenes de la República y conforme las logias han ido copando puestos de importancia en la vida cívica y militar se fue imponiendo el vacío ante la muerte, la idea antivida. Se impuso el silencio de la nada, disfrazado de respeto y unción.

Quienes somos creyentes y confiamos en la promesa de la vida eterna, quienes sabemos que somos portadores de un alma inmortal y esperamos con fe la resurrección no podemos sumarnos a este silencio luciferino. Cuando piden un minuto de silencio nos corresponde elevar una oración por el alma de los fallecidos. Persignarnos y rezar. La oración puede ser en silencio, igual habremos roto el pacto de la oscuridad y la muerte.

En la celebración de los fastos de Fiestas Patrias hemos tenido dos minutos de silencio el primero de ellos realmente insólito. Se ha producido en la Misa Te Deum en la Catedral de Lima. El mismísimo arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo empezó su perorata citando a Vallejo, como si no hubieran cientos de santos que hablan sobre la muerte, para luego decir que “solo hurgando en el silencio solidario podremos recobrar la esperanza” ¿Qué es el silencio solidario?

Pero eso no es todo, el arzobispo continuó – ¿con una herejía? – hablando de Cristo derrotado en la Cruz, antes de pedir un minuto de silencio. Pero no un minuto de oración en silencio, la iglesia reza por los muertos, no se calla, pero monseñor Castillo pidió el silencio del vacío, el silencio de la muerte. ¿Qué se puede esperar si el arzobispo habla de un Cristo derrotado en la Cruz? Quien fue derrotado en la Cruz es el demonio. La Cruz es el triunfo de Cristo, no su derrota. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria ? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón ?

El segundo minuto de silencio fue en el Congreso de la República. A pedido de Martín Vizcarra. Pero de él no se puede esperar más.

1 comentario

  1. Del arzobispo en ejercicio no podremos esperar la pronta restauración del culto público. Hay que buscar sacerdotes fieles, amantes de Cristo y su Iglesia, de preferencia de alguna orden religiosa para poder tener la Santa Misa con presencia de fieles. No creo que tenga verdadero amor por Cristo. Claro ahora puede decidir el culto público y cerrarme la boca.

Dejar una respuesta