El Gobierno argentino, encabezado por Javier Milei, marcó este domingo un antes y un después en la política exterior de cualquier país del mundo, al rechazar la nueva Agenda 2045 que hoy mismo aprobó la Asamblea General de la ONU.
Los 193 países miembro de la ONU aprobaron este domingo por unanimidad de los presentes una extensión de la controvertida Agenda 2030, pero Argentina tomó la palabra minutos después de su aprobación para aclarar que ella no adhiere.
Con su postura, Milei se desmarca de la imposición globalista y reafirma su compromiso con la libertad y la soberanía de un país que tiene su propia agenda y sus propias recetas para el desarrollo económico, político y social.
El giro histórico de la diplomacia argentina: Un NO rotundo a la Agenda 2045
Fue la canciller Diana Mondino quien, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, anunció el rechazo de manera categórica el Pacto del Futuro, una extensión de la controvertida Agenda 2030.
Este acuerdo, ahora proyectado hacia el 2045, propone 56 acciones para enfrentar los “mayores desafíos de nuestra época”, entre los que se incluyen la censura de las redes sociales, la regulación de la inteligencia artificial (IA), y el fortalecimiento de la gobernanza global, a costa de las soberanías nacionales.
Desde su asunción, el presidente Milei ha dejado claro que su gobierno priorizará la soberanía nacional por encima de las agendas internacionales que, a su criterio, limitan la libertad económica y social de los países.
En esta línea, Mondino fue contundente al expresar en su discurso ante la ONU: “Queremos tener alas para nuestro crecimiento en libertad“, un mensaje que resonó en la comunidad internacional y marcó la clara oposición argentina al nuevo pacto global.
La Agenda 2045 surge como una extensión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, que a su vez había sido una evolución de los “Objetivos del Milenio” firmados en el año 2000.
Estos objetivos, que incluyen desde la erradicación de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático, han sido cuestionados por muchos debido a la imposición de políticas supranacionales que reducen la autonomía de los Estados. Según el gobierno argentino, estos pactos promueven una agenda que busca instaurar una economía verde forzada y un control sobre aspectos claves como el acceso al crédito internacional, la libertad de expresión en redes sociales, y una reestructuración del Consejo de Seguridad de la ONU.
Críticas a los gobiernos anteriores: Macri y Fernández, al servicio de la agenda globalista
El camino que hoy desanda Argentina bajo el gobierno de Javier Milei es un quiebre claro respecto a las políticas internacionales impulsadas por los ex presidentes Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Durante el mandato de Macri, entre 2015 y 2019, Argentina suscribió a la Agenda 2030 sin cuestionar los términos y limitaciones que ésta imponía. Este acuerdo, que en teoría apuntaba a la erradicación de la pobreza y el desarrollo sustentable, se convirtió en un vehículo para la injerencia externa en las políticas económicas del país, condicionando el acceso a financiamiento internacional a criterios ideológicos y ambientales ajenos a la realidad local. Muchos recordarán el impulso de la Ley del Aborto en 2018 por parte de Macri, vinculado directamente con exigencias de esta agenda.
El gobierno de Alberto Fernández, entre 2019 y 2023, no solo continuó con esta tendencia, sino que profundizó el compromiso con la agenda globalista, subordinando las prioridades nacionales a las directrices internacionales en cuestiones de género, ecologismo y derechos humanos. Para muchos críticos, estas políticas no lograron resolver los problemas estructurales de la economía argentina, y, en cambio, agravaron la dependencia externa, poniendo en riesgo la soberanía del país.
El rechazo argentino: Una declaración de libertad y soberanía
Durante la votación del Pacto del Futuro, la delegación argentina se ausentó junto a la salvadoreña, en una clara señal de descontento hacia el rumbo que está tomando la ONU.
La decisión del gobierno de Milei rompe con el consenso que venía gestándose desde las administraciones de Mauricio Macri y Alberto Fernández, quienes habían sido componentes activos de esta agenda. Este acto de firmeza no solo reafirma la soberanía del país, sino que coloca a la Argentina en una postura clara contra la creciente injerencia internacional.
Uno de los aspectos más criticados por el actual gobierno es el condicionamiento del financiamiento internacional al cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2045. Según las nuevas estipulaciones, aquellos países que no se alineen con los objetivos del Pacto, incluyendo la regulación de la IA y la imposición de políticas de género, podrían ver restringido su acceso a líneas de crédito y asistencia financiera. Para la administración de Milei, esta medida es un ataque directo a la soberanía y la capacidad de los países de tomar decisiones de acuerdo con sus propias realidades y necesidades.
La postura internacional ante la Agenda 2045
A pesar de los intentos de países como Rusia de frenar la aprobación del pacto, la moción fue aprobada con 143 votos a favor, 7 en contra y 15 abstenciones. Sin embargo, la adopción “por consenso” no fue unánime. Países como Argentina han optado por ausentarse de la votación, en un claro rechazo a una agenda que consideran contraria a los principios de libertad y autodeterminación.
La Agenda 2045 también incluye la reestructuración del Consejo de Seguridad de la ONU, con la incorporación de un miembro permanente por continente. Aunque aún no se ha decidido qué país representará a Latinoamérica, se espera que Brasil sea el elegido, lo que generaría un nuevo equilibrio de poder en la región.
Un futuro prometedor sin ataduras internacionales
Con esta decisión, Milei se posiciona como el mayor defensor de un modelo de desarrollo basado en la libertad económica y el respeto a la soberanía nacional.
En un contexto global donde cada vez más países parecen ceder a las presiones de organismos internacionales, Argentina ha decidido tomar un camino diferente. Este rechazo a la Agenda 2045 no solo refuerza la independencia del país, sino que también envía un mensaje contundente al mundo: Argentina no está dispuesta a comprometer su soberanía a cambio de promesas de desarrollo que, en el pasado, han demostrado ser ineficaces.
El gobierno de Milei sigue apostando por un modelo de país que prioriza el crecimiento basado en el libre mercado, sin las ataduras de agendas internacionales que promueven políticas que, según sus críticos, restringen las libertades individuales y debilitan a las naciones. En este nuevo capítulo de la historia argentina, la libertad y la soberanía vuelven a ocupar el centro del escenario.
El Perú debe salir de esa nefasta agenda 2045