Por Juan Carlos Suttor
En su discurso del martes ante la Asamblea General de la ONU, que se da en el marco del 80 aniversario de la fundación del organismo, el presidente estadounidense, Donald Trump, cuestionó la utilidad del ente global. En su discurso mencionó: “¿Cuál es el propósito de las NN.UU.? […] Lo único que parecen hacer es escribir una carta con palabras muy duras y luego no darle ningún seguimiento. Son palabras vacías, y las palabras vacías no resuelven la guerra”.
De acuerdo con el primer artículo de la Carta de San Francisco de 1945, documento fundacional de esta entidad, el propósito de la ONU es “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz”.
¿Y usted?, amable lector, ¿recuerda de alguna acción o logro de la ONU en los últimos años resolviendo algunos de los muchos conflictos existentes en el mundo? ¿Recuerda de alguna acción o logro en referencia a las guerras en Ucrania y Gaza?
Pues la respuesta es no. Y es no porque la ONU desde hace algunos años, creo que desde la gestión de Barack Obama en los Estados Unidos, que llenó de progres a todas las entidades de la ONU, se va vuelto un ente completamente burocratizado, gordo, seboso e inútil, cuyo máximo representante es su secretario general, el señor António Guterres, un izquierdista y demostrado inútil, a carta cabal.
¡Qué diferentes los tiempos en que nuestro compatriota Javier Pérez de Cuéllar estuvo a cargo de la secretaria general!
Mi buen amigo Sergio Bolívar, en su columna sabatina del diario Expreso y que es de lectura obligatoria, mencionó que “El multilateralismo, piedra angular de la estabilidad global durante casi ochenta años, enfrenta una crisis sin precedentes y Estados Unidos ha jugado un papel clave en este declive. Con recortes significativos en sus contribuciones a organismos internacionales tales como la OMS -Salud-, UNESCO -Educación, la Ciencia y la Cultura-, y ACNUR -Alto Comisionado para Refugiados-, así como a fondos dedicados al clima, el gigante norteamericano ha debilitado gravemente el entramado de cooperación que mantenía un cierto equilibrio internacional. Este retiro deja a países como Perú en una posición de vulnerabilidad, lidiando con un precipitado vacío institucional”.
¿Y cómo no podría ser de otra manera? El presidente Donald Trump tiene clarísimo que los miles de millones que otorgan los Estados Unidos a esta entidades se licúan en pagar la planilla de burócratas que no contribuyen en nada a su misión principal: La humanidad.
En el caso de Perú, si bien estos recortes van a afectarnos, así como el anterior recorte a la UNOPS, que financiaba sin control a una mayoría de ONG de izquierda y la recientemente promulgada ley que regula a las ONG a través de la APCI, esto nos obliga a presentar proyectos de ayuda solicitando financiamientos bien sustentados y justificados.
Para terminar, pero no menos importante, mencionar el ridículo en lo que se ha convertido la Asamblea General de la ONU, desde la presentación tardía del presidente de Colombia Gustavo Petro, aparentemente borracho o drogado, hasta la del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, en la cual decenas de delegaciones optaron por retirarse.
¡Estúpidos!
No se dan cuenta de que hoy las comunicaciones se mueven de otro modo y gestos como el de retirarse de la sesión (la delegación de Perú no se retiró porque en esos momentos se encontraba de shopping en Manhattan), producen el efecto contrario. El mensaje de Netanyahu ha sido replicado miles de veces en las redes y ha sido el más visto de la asamblea.
Y yo lo apruebo. No es posible que algunos países progresistas de la comunidad internacional, como los califatos de Francia, Bélgica, Reino Unido y otros, ya conquistados por los musulmanes, puedan aprobar la existencia de un estado palestino en medio de una guerra provocada por los terroristas de Hamás.
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