Iglesia

CÓNCLAVE: EL PROBLEMA DE LA REALIDAD VS. LA FICCIÓN

Por: María Ximena Rondón

Las inquietantes noticias sobre la salud del Papa Francisco invocan una palabra que ha causado furor debido a una reciente película, la cual ha confundido al público ignoto con un retorcido significado: “Cónclave”.

Aspirando a cautivar a la audiencia con el misterio que ronda la elección de un nuevo Pontífice para la Iglesia Católica, este filme, basado en la novela de Robert Harris, propone una serie de “dilemas éticos” que imponen una falsa tolerancia hacia un ser que representa al mundo progresista y a una ficción deliciosa para los detractores del Catolicismo: ¿Qué pasa si un Papa es un hermafrodita? Realmente, es una jugada atrevida.

Además, esta película pinta a los Cardenales como unos políticos corruptos, “homofóbicos” y presenta como héroe a un Obispo de origen latinoamericano que ha tenido una tragedia griega por infancia y juventud y que su trabajo en Kabul (la capital de Afganistán). Estas cualidades y su dramático background, le otorgan un aura divina para ser aquella solución perfecta en medio de unos “tiempos difíciles”.

La cereza del pastel es que el protagonista, el Cardenal Thomas Lawrence, encuentra un sospechoso historial médico sobre el nuevo Papa y descubre que es un hermafrodita. El aludido, rebosante de esa patética aureola progresista, dice que “Dios lo hizo así” y nuestro protagonista lo respalda y con ello la película corona la burla contra la Iglesia y siembra en el espectador la idea de que los Cardenales son unos corruptos.

A partir de este párrafo, querido y gentil lector, entraremos en el terreno de la “Especulación Responsable” (expresión patentada por La Sombra del Imperio).

Quizás sea una misteriosa coincidencia sobrenatural la que permitió la convergencia entre el auge del Cónclave ficticio y la posibilidad de un Cónclave real, ya que (lamento escribir esto) hay una gran posibilidad de que el Papa Francisco muera.

Si esto sucede, el ojo mundial giraría hacia Roma y al Cónclave que se celebrará para elegir al nuevo Pontífice. Incluso, ciertas casas de apuestas (100% real no fake) han propuesto a los Cardenales elegibles, como si se tratara de una carrera de caballos o un partido de fútbol.

El problema es que la película ha calado en la opinión pública de tal forma que se ha tergiversado el proceso de la elección del Sucesor de Pedro y preparado un terreno del que se podrían aprovechar algunos personajes de la curia que son progresistas y rojos. Una vez más, lamentó dar esta información , pero es real. Basta con analizar el comportamiento y las palabras de cierto individuo peruano que presentó hace poco su dimisión.

Estas palabras transmitirán la verdad absoluta y que debe mantenerse hasta el fin de los tiempos: La Iglesia Católica no se adaptará a las ideologías actuales. No lo hizo cuando fue perseguida por el Imperio Romano y no lo hará ahora. Muchas tempestades han azotado la Barca de Pedro, pero no han podido con ella. No habrá película ni clero putrefacto por la izquierda que destruya a la Iglesia.

Aunque queden pocos católicos, es imperativo permanecer firmes, cual soldados, en las enseñanzas de Jesucristo y las revelaciones divinas: un hermafrodita jamás será Papa y si un Cardenal es corrupto, pagará por sus errores cuando se enfrente ante la Justicia Divina.

Para terminar, abordaremos la definición sobre el Cónclave para aclarar la confusión al respecto y no convertirla en política.

Las normas que rigen al Cónclave están recogidas en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, sobre la vacante de la Sede Apostólica y la elección del Romano Pontífice, fechada el 22 de febrero de 1996. Algunas datan del siglo XI. Tras la muerte del Papa, inicia un periodo vacante llamado “nihil innovetur (que no se innove nada). Asumen el mando el Colegio de los Cardenales (quienes son creados única y exclusivamente por un Papa y son el segundo rango más alto de poder en la Iglesia), que deberán ocuparse de los asuntos urgentes y de preparar lo necesario para la elección del nuevo Pontífice.

El artículo 33 indica que “el derecho de elegir al Romano Pontífice corresponde únicamente a los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, con excepción de aquellos que, antes del día de la muerte del Sumo Pontífice o del día en el cual la Sede Apostólica quede vacante, hayan cumplido 80 años de edad”.

La elección vigente, que se debe realizar dentro del territorio del Vaticano, es por “escrutinio”: una votación, individual y secreta, de los Cardenales electores. Se realizan dos votaciones por día y para que sea considerada válida la elección de un candidato, este debe tener dos tercios de los votos. El artículo 74 señala que, si después de 24 escrutinios los Cardenales no se ponen de acuerdo sobre el Cardenal elegido, podrán decidir por mayoría absoluta el modo de proceder, pero nunca se deberá prescindir del requisito de exigir mayoría simple para que sea válida la elección.

Después de cada elección se queman las papeletas. El humo negro significa que aún no se ha elegido al Papa, mientras que el blanco representa lo contrario.

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