Internacional

UCRANIA Y CRIMEA UNA VEZ MAS

Por: Alfredo Gildemeister

Nuevamente nos encontramos ante un “conflicto armado”, uno más, en el mundo del siglo XXI, que lamentablemente puede desembocar en un conflicto nuclear o que, como mínimo, alterará seriamente el equilibrio de poderes entre las potencias del mundo. Sin embargo, no constituye una novedad que haya un conflicto armado en Ucrania. Ya a mediados del siglo XIX ocurrió la recordada “Guerra de Crimea” (1853 – 1856) en donde muchos traerán a su memoria la famosa carga de la Brigada Ligera, en la batalla de Balaklava. Esta guerra enfrentó al Imperio ruso y al Reino de Grecia, contra una liga formada nada menos que Francia, el Imperio de Inglaterra (Reino Unido), el Imperio Otomano y el Reino de Cerdeña. Esta guerra fue originada principalmente y para variar, por el expansionismo ruso per también el objetivo radicaba en apoyar al Imperio Otomano y evitar su debilitamiento y derrumbe, puesto que había perdido mucho territorio al norte del Mar Negro, incluida la península de Crimea, todo esto en manos de Rusia. Francia e Inglaterra no querían pues un Imperio Otomano vasallo de Rusia. El lugar de enfrentamiento fue principalmente al sur de la Ucrania actual, esto es, precisamente en la península de Crimea, debido al interés estratégico del puerto de Sebastopol. De allí el nombre de este conflicto. Luego de tres años de luchas y muertes, Rusia perdió la guerra y firmó el Tratado de París del 30 de marzo de 1856, en donde se ponía fin al conflicto.

Poco más de medio siglo años más tarde, tenemos la denominada crisis de Crimea de 2014. En el fondo se trató de un enfrentamiento entre ucranianos ubicados principalmente en la zona noroccidental del país, apoyaban el acercamiento de Ucrania hacia la Unión Europea, postura que fue rechazada por las comunidades pro rusas de la zona suroriental del país, compuestas en su mayoría por pobladores rusos, así como de simpatizantes de Rusia. Una vez derrocado el presidente Yanukóvich el 22 de febrero de 2014, diversos grupos prorrusos se manifestaron en contra del nuevo gobierno en Kiev y proclamaron sus anhelos de estrechar sus vínculos, inclusive de reintegrarse, con la Federación de Rusia. Estas protestas se concentraron nuevamente como en el conflicto de 1853, en la península de Crimea y algunos óblast en la zona fronteriza entre Rusia y Ucrania.

Varios gobiernos regionales propusieron referendos separatistas y se produjeron una serie de revueltas militares, incluyendo tanto tropas locales como tropas rusas. El 6 de marzo de 2014, las autoridades de la República Autónoma de Crimea anunciaron la convocatoria a un referéndum para el 16 de marzo siguiente para reintegrarse formalmente a Rusia. Las autoridades de la ciudad autónoma de Sebastopol, en tanto, aprobaron su reintegración ese mismo día. Las autoridades rusas declararon que la movilización de tropas tenía el objetivo de garantizar la integridad de los rusos habitantes de Crimea y las bases rusas estacionadas allí, hasta que se normalizara la situación socio-política. Estas “operaciones militares” fueron rechazadas por diversos gobiernos, especialmente Estados Unidos y miembros de la Unión Europea. Pese a todo, el 11 de marzo de 2014, Crimea y la ciudad de Sebastopol declararon su independencia de Ucrania, previo restablecimiento de la constitución de 1992, ley fundamental que consideraba a la república como un territorio soberano con una ciudadanía y una policía propias, que delega voluntariamente competencias a Ucrania y tiene derecho a tomar sus propias decisiones y fija sus relaciones con Kiev con base en un tratado, y se proclama la República de Crimea, la cual es reconocida solo por Rusia. El 18 de marzo, los líderes de la República de Crimea, Serguéi Aksiónov Vladímir Konstantínov, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el alcalde de Sebastopol, Anatoli Chali, firmaron el tratado de anexión de dos nuevos territorios federales a Rusia.

En paralelo, en el este de Ucrania, frontera con Rusia, se estaba realizando una cruda guerra entre ucranianos y separatistas ucranianos, con apoyo de tropas rusas que apoyaban a los separatistas. Estas luchas causaron cerca de catorce mil muertos. Para terminar con esta guerra, se suscribió el denominado Protocolo de Minsk.

Este acuerdo puso fin a la guerra en el este de Ucrania, y fue firmado por representantes de Ucrania, la Federación Rusa, la República Popular de Donetsk (DNR) y la República Popular de Lugansk (LNR) el 5 de septiembre de 2014. Fue firmado después de extensas conversaciones en Minsk, la capital de Bielorrusia, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). El acuerdo, que siguió a varios intentos previos para detener los combates en la región de Donbass en el este de Ucrania, implementó un alto el fuego inmediato y doce puntos o acuerdos. Sin embargo, el acuerdo en general falló en su objetivo de parar todos los combates en el este de Ucrania. Para corregir esto, se firmó un Memorandum el 19 de marzo de 2014. Se acordó inclusive una zona de amortiguamiento en donde el armamento pesado sería eliminado por las partes implicadas en el conflicto. La línea de demarcación entre la DNR y Ucrania fue acordada entre representantes de la DNR y negociadores ucranianos. Lamentablemente, luego de la firma del memorando, se continuó peleando en algunas zonas por lo que ambas partes continuaron acusándose mutuamente de violaciones del alto el fuego.

Lo demás es historia reciente. Putin reconoce recientemente la independencia de las nuevas repúblicas de Lugansk y Donetsk, para finalmente ocupar en su apoyo a ambas nuevas repúblicas simpatizantes de Rusia – igual que como sucedió con la nueva República de Crimea- y continúa con la invasión de Ucrania bajo el nombre de un operativo militar especial, con lo que, ambas partes -Rusia y Ucrania- de acusan hoy de haber violado el Protocolo de Minsk. Ambas partes tienen sus razones y “argumentos”. Mientras tanto los Estados Unidos y la Unión Europea se limitan a manifestar advertencias y amenazan con aplicar sanciones económicas a Rusia y punto. Cabe mencionar que Ucrania no pertenece a la OTAN, pero si ha manifestado su deseo de pertenecer a la Unión Europea en algún momento. Cientos de militares, pero especialmente de civiles, están muriendo nuevamente en Ucrania en esta absurda guerra que no sabemos en qué puede terminar o terminar, en todo caso. Putin amenaza con armas nucleares al haber ordenado su activación y puesta de éstas en posición de combate.

En todo caso, otra guerra más, otro “conflicto armado” mas en donde como siempre, los que sufrirán el horror y la barbarie de esta guerra serán la población civil de ambos bandos, con sus miles de hombres, mujeres, niños, ancianos, etc. muertos o asesinados, mientras sus líderes se limitan a emitir órdenes y mirar un frio mapa, señalando ciudades capturadas, bases militares caídas y pueblos destruidos. Todo lo cual demuestra que el ser humano, con toda su tecnología, inteligencia, soberbia, vanidad y desarrollo, en pleno siglo XXI, continúa siendo el mismo salvaje capaz de causar dolor, horrores y matanzas, esto es, la peor barbarie desde la prehistoria, que no ha evolucionado en el transcurso de miles de años, al seguirse matando y destruyendo a sí mismo. L.Q.Q.D.

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