Cultura

TAUROMAQUIA: LA LIDIA III – SEGUNDO TERCIO

Por: Fernando Salgado

Llegamos al tercio de banderillas. Antes de dar inicio a su ejecución los picadores deben haberse retirado del ruedo de tal forma que se eviten distracciones al toro. El matador responsable de la lidia deberá situarse en el burladero de matadores viendo las evoluciones del toro, la forma como acude a los cites y el desempeño de los peones con el toro.

Como espectadores debemos estar  atentos a como el toro acude a los cites de los banderilleros; si lo hace al galope, que es lo ideal; si es pronto o se distrae, es tardo o espera (mal asunto); Si sigue con fijeza, no se distrae y va al embiste con rapidez (voluntario) que es buena señal; si corta terreno (mal); Si arranca de largo o si prefiere hacerlo en corto; Si muestra una embestida recta o se ciñe (se vence) y corta; si persigue a la salida y aprieta hacia los adentros; si se para y emplaza resistiéndose a salir de alguna querencia; si se duele cabeceando constantemente las banderillas (se duele); si berrea y/o cocea (las tres últimas pueden ser síntomas de mansedumbre aunque no hay que adelantarse a juzgar ya que se debe evaluar el todo).

Hermoso tercio cuando un par de banderillas es bien ejecutado pero lo fundamental a observar en este tercio es como acomete y toma el capote del peón de brega que le toca auxiliar a los banderilleros porque en esas embestidas podemos apreciar los cambios que el toro haya experimentado de cara a la faena de muleta.

Durante éste tercio es cuando más suelen cambiar los toros de comportamiento, por lo que es primordial se haya bregado bien para que el toro no adquiera resabios, siempre achacables a una mala lidia. Como dijimos en anteriores artículos, la brega es fundamental. El ahorro de capotazos para poner al toro en suerte, torearlo en línea recta con capotazos largos, templados, evitando enganchones y recortes.

En cada cuadrilla hay tres subalternos de a pie. Ellos se turnan para poner banderillas y bregar a cada toro de su matador. El primer toro que le toque al matador por el cual actúan, será bregado por el primer subalterno, el segundo pondrá el primer y tercer par de banderillas mientras el tercero pondrá el segundo par. En el siguiente toro, el que bregó pondrá el primer y tercer par de banderillas, el que puso dos pares será el encargado de bregar y el tercero repetirá colocando el segundo par de tal forma que los tres subalternos al final hayan puesto dos pares de banderillas cada uno.

Los matadores a los que no les corresponde la muerte del toro que se está lidiando podrán intervenir en éste tercio para auxiliar, nunca para lucirse. Al que le corresponde la lidia del siguiente toro deberá colocarse en el centro del ruedo para proteger a los subalternos que van a banderillear por si el toro decide arrancarse hacia ellos. El otro matador deberá estar en tablas para hacer el quite al banderillero que ejecutó la suerte si es perseguido por el toro.

Las banderillas deben colocarse por ambos pitones (dos por un lado y uno por el otro) en forma intercalada. Los subalternos que son capaces de banderillear de forma eficiente por ambos lados se les denominan “ambidextros”.

La suerte de banderillas se practica en el tercio, a la altura de las dos rayas que marcan los terrenos para cumplir el primer tercio. Al contrario de las demás suertes de capote y muleta en las que se requiere quietud, en ésta el movimiento es necesario y hasta obligatorio.

Cuando el que va a ejecutar el tercio es el mismo matador, el subalterno que le corresponde bregar, colocará al toro donde le indique el matador y luego deberá taparse en el burladero al igual que los demás dejando al diestro solo en el ruedo. Si los otros alternantes no banderillean deberán también taparse. Si uno o dos de ellos acompaña en poner banderillas por invitación, en ese caso permanecerán e intervendrán en el tercio junto con el diestro responsable de la lidia.

Existen varias formas de banderillear. La más común es al cuarteo que puede ser de dentro hacia afuera o viceversa, al violín, a la moviola, al quiebro, de sobaquillo, a la media vuelta, al relance y al sesgo. Al ejecutarse el par debe cuartearse calculando llegar a la cara del toro de tal forma que el torero pueda clavar el par detrás del morillo estando el torero en la cara (asomarse al balcón) y se apoye en los palos para salvar los pitones. Lo contrario es hacerlo a cabeza pasada, aunque hay toros que por cortar en su embestida es necesario hacerlo.

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