Iglesia

RESURRECCIÓN HOY

Por: Mario Linares

El testimonio de una mujer no tenía valor en el mundo antiguo de hegemonía romana, por eso, si se tratase de un timo el relato de la resurrección de Jesús, fue una gran torpeza pretender credibilidad partiendo de  testimonios femeninos. Ahora bien, siendo que de acuerdo a los evangelios los primeros  testigos de la resurrección fueron mujeres, se revela así la ausencia de una trama urdida para el fraude.

Por otro lado, el Sanedrín había advertido de la posibilidad del robo del cadáver y gestionó una guardia romana en la tumba. La pena por no cumplir la orden militar era la muerte por lo que no es razonable asumir un soborno, menos un descuido o abandono del puesto. No era viable el robo del cuerpo a manos de los seguidores de Jesús ni por los guerrilleros zelotes quienes se encontraban decepcionados del nazareno por su pacifismo y su ignominiosa muerte.

Debe considerarse igualmente que si los seguidores de Jesús  huyeron en estampida ante la crucifixión mediando traición y negación, ¿A cuenta de que podrían persistir en una mentira siendo objeto de burlas, desprestigio, azotes, cárcel y hasta la muerte? ¿Que ganaban?  ¿Como se multiplicaban los seguidores con la prédica de una mentira a cargo de una grupo de desprestigiados por ser en su mayoría ignorantes y con olor a pobreza, además de cobradores de impuestos, prostitutas, leprosos y ex endemoniados o dementes, publicanos y hasta paganos? ¿Como elaboraron la mentira y tuvo éxito si el poderoso Sanedrín seguía con el poder religioso, económico y coercitivo?

Pasan los siglos y cientos de miles de vidas consagradas siguen testificando la resurrección de Jesús, Dios con nosotros.

La sangre de miles de mártires no hacen sino testimoniar lo que para el incrédulo antiguo y actual es un sin sentido, ¡Jesús de Nazareth vive!

Desde las muertes masivas propiciadas por Nerón y Dioclesiano principalmente, hasta los cercanos genocidios de la región francesa de La Vendée (Véase los trabajos de los historiadores  Reynald Secher, Pierre Chaunu, Michael Davies, Jacques Villemain y Alberto Bárcena) y de los cristianos armenios, el martirio ha marcado al cristianismo. En el primer caso se eliminó sistemáticamente en cifras conservadoras a 120,000 católicos franceses a manos de los soldados de la revolución francesa debido a la proscripción de la libertad religiosa y del asesinato de los clerigos que se negaban a apostatar de su vínculo con Roma y; en el segundo, se asesinó en los primeros años del siglo XX a casi un millón de cristianos armenios en ejecuciones sistemáticas y mediante  la marcha forzada por el desierto sirio a manos del imperio otomano tal como lo ha ratificado el Papa Francisco ante el negacionismo del actual mandatario turco,Tayip Erdogán.

No puede omitirse a los mártires a manos de los regímenes comunistas de la cortina de hierro soviética con su desenlace fabuloso vía la tenacidad de los cardenales polacos Wyszyński y Wojtyla, a la postre Juan Pablo II; tampoco a los mártires de Vietnam y China, está última con persecusiones actualmente. ¿Cómo omitir asimismo el testimonio de la sangre mártir de los católicos cristeros ante la represión religiosa de la tiranía masónica en México ocurrida también en los primeros años del siglo XX?  ¿Como también no mencionar los incendios de iglesias y conventos, los asesinatos de sacerdotes, monjas y laicos y hasta enfermizas profanaciones de cadáveres de religiosos  por las hordas asesinas de los bolcheviques y anarquistas españoles en 1936  evocadas hoy sin arrepentimiento por los neocomunistas ibéricos en el poder?

Lamentablemente, no solo tenemos evocaciones, la persecución es latente hoy mediante el estigma social peyorativo, la exclusión académica y profesional y tambien la carcel, todo a manos del casi hegémonico progresismo socialista o liberal en todo occidente mediante gobiernos, organizaciones internacionales, medios de comunicación y la academia en reacción ante la denuncia cristiana sobre las practicas deshumanizantes del aborto, la eutanasia y el feminismo extremista y fanático de género y la inversión de valores absolutos provenientes de supuestos contratos sociales pero que en realidad tienen su origen en relativismos insensatos producto de consensos económicos y políticos de una élite.

Todos los martirios, todos, testimonian la resurrección. Y si para el tibio o el carente de fe no es suficiente,  nuestro crucificado nos regala cambios de vida drámaticos y milagros desde siempre, pasando por la conversión de Saulo de Tarso y Agustín de Hipona hoy grandes santos, hasta los miles de conversos actuales mencionando solo ahora a Sara Winter y Abby Johnson, las ex dirigentes abortistas de la ONG FEMEN y la transnacional PLANNED PARENHOOD, transformadas hoy en fervientes católicas pro vida.

En cuanto a milagros vivientes, la cantidad de cuerpos incorruptos de santos es admirable; las hostias sangrantes cuya composición de tejido y sangre es la del corazón de una persona que vive y que contienen todas idéntico ADN a pesar de la distancia en kilómetros y en cientos de años respecto de cada caso,  todo certificado por objetores al comienzo y científicos imparciales; la sabana santa con su impresión en negativo de hace 2000 años dando fe de la pasión de Cristo según los evangelios; la tilma o poncho de Juan Diego que  siendo de  1531 y de un material tosco contiene hasta hoy la imagen vívida de la Virgen de Guadalupe con perfección a detalle e imágenes en los ojos solo visibles hoy a través del microscopio; los milagros registrados y estudiados en Fátima y Lourdes y un largo etc.

La resurrección no fue un hecho pasado, es actual, es de hoy, inmarcesible, vigente. Termino citando el testimonio de los casi 100 sacerdotes fallecidos solo en Italia asistiendo espiritual y sacramentalmemte a los moribundos de la pandemia actual.

No queda espacio sino para decir amable lector que si queremos resucitar ahora, basta solo un porcentaje minúsculo de fe, el resto  que haga falta se la pedimos todos los días al mismo Jesús de Nazareth.

¡Feliz pascua de resurrección!

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