
Por: María Ximena Rondón
Estamos a poco de las elecciones municipales y cierto comportamiento de la derecha y de los católicos (especialmente los provida) es un poco preocupante: Muchos aún tienen el chip del “líder mesiánico” y se cierran en opiniones radicalizadas.
Cuando uno emite una opinión política basada en las opciones más realistas y que tienen buenas propuestas para la gestión, algunas personas pronuncian un juicio condenatorio y señalan a quienes piensan así. También se da el caso que muchos emiten un voto bajo la consigna de “obedecer” a una figura importante para votar por tal candidato, pero sin tener una verdadera convicción ni saber algo sobre sus propuestas, sobre su carrera política o sobre su partido. Lo ideal es que un católico emita un voto en consecuencia con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica y por la opción que, tras un estudio de las propuestas, sea la mejor para su distrito/ciudad. Lamentablemente, muchos se dejan llevar por un sentimentalismo ciego y ese deseo de conseguir un líder perfecto, justo y virtuoso. El único que posee esas características es Jesucristo, los demás políticos son seres humanos. Como he señalado en otro artículo, nunca se debe apostar al 100% por un político y se debe entender que la política es un juego de estrategia.
Otro tema que es preocupante es el mal uso de la palabra “infiltrar”. He escuchado a varios provida decir que se han “infiltrado” en tal partido o que quieren “infiltrarse” en la política. Cabe recordar, que al vivir en una sociedad democrática, todo ciudadano tiene derecho a la participación política. Referirse a esa participación como “infiltrarse” es un error porque es un derecho y una libertad. Después de todo, una democracia acoge la libertad de pensamiento y opiniones, en su forma ideal.
En ese sentido, alarma que muchos católicos y católicos pro vida han criticado las alianzas de ciertos políticos o de ciertas organizaciones con otros partidos políticos o religiosos que podrían ayudar con la causa. Incluso, ciertos pro vida han adaptado un discurso radical ante propuestas, políticas, pensamientos que podrían beneficiar a la causa, pero el gran orgullo, la bandera del sentimentalismo, del buenismo exclusivo les impide unir fuerzas. Otros, no toleran la escucha y la emisión de otras opiniones. Al hacerlo, se convierten en la izquierda “tolerante” a la que critican.
Es importante, como católicos, escuchar y acompañar a quienes piensan distinto o que desean acercarse a los valores cristianos. En lo que se debe tener cuidado, es en hacer propias las ideas y las prácticas que van en contra de la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia.
También muchos católicos y católicos pro vida se cierran a las fuentes de información y contenido intelectual de su bando. Eso es un error porque pasarse las mismas figuritas del álbum no ayudará a completar esa colección. Uno debe leer e informarse de las fuentes contrarias. Es importante conocer cómo piensa “el enemigo” para idear mejores y sensatas estrategias.
Jesús pidió ser astutos como serpientes, eso implica, ser estratégicos y entender, una vez más, que la política es un juego de estrategia. Y en ese juego, si uno se deja llevar por los sentimientos, populismo u obediencias ciegas, está perdido. Si uno no es capaz de entablar buenas alianzas, está perdido. Si uno está cegado por la radicalidad de su causa, está perdido. De hecho, los sentimentalismos son un arma para la política, sino el populismo perdería poder.
Además, muchos católicos reducen el voto político a si cierto candidato es pro vida o no. Si bien, es un tema importante, no podemos olvidar que ser pro vida no es solo defender al no nacido, sino también implica brindar una buena calidad de vida al pueblo. Por ejemplo, en el plano educativo, en el desarrollo económico, en políticas éticas, etc.
Recomendamos a todos los católicos y católicos pro vida leer libros sobre el accionar político como “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo o “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu. Es momento de centrar los esfuerzos en desarrollar buenas estrategias para tener un buen desempeño en el escenario de la política. No pierdan tiempo criticando autoridades eclesiásticas que sabemos que quizás no cambiarán en su proceder. Se puede orar por ellas, y no olvidar que la oración no tiene fecha de expiración.
Como católicos y católicos pro vida, debemos emitir un voto informado, ético y estratégico, dejando a un lado los sentimentalismos (basados en una mentalidad populista formada por los medios de comunicación y ciertos políticos) para escoger la mejor opción.





