Internacional

ELECCIONES, MAFIAS Y GOBERNABILIDAD

Por: María Oropeza

Venezuela vive una tragedia desde hace par de décadas, dónde son muchos los civiles, militares, hombres, mujeres, niños, estudiantes y ancianos que han sufrido en todos los niveles; económicos, políticos, social, y otros tanto moralmente también.

Cada medida de este régimen sólo ha conducido al hambre, la pobreza, la miseria, y el exilio, tanto ha sido el sufrimiento de las familias venezolanas que para muchos la opción inmediata ha sido migrar de manera forzada.

Según cifras de ACNUR, aproximadamente 5,4 millones de venezolanos han decidido buscar oportunidades en otras fronteras, siendo así la migración forzosa más grande en la historia de la región americana y la segunda más grande en el mundo, y ante esto cabe siempre la pregunta para cualquiera que -quizás- desconoce nuestro peligro a lo interno “¿Pero por qué no sacan a Maduro?”

Sacar a Maduro parece ser una opción simple pero evidentemente no es así del todo.

Durante todos estos años, los ciudadanos se han enfrentado en esta lucha como nadie, han votado cuando se les ha pedido, han marchado, han hecho paros, barricadas, cadenetas, concentraciones, y muchos han sacrificado sus vidas por la defensa de nuestra libertad, justicia y la soberanía del territorio, pero siempre, siempre, algo pasa que nos deja a todos a la deriva.

Siempre el régimen ha colocado trampas y “chucherías” y casi siempre algunos dirigentes -cabe acotar, que casi siempre son los mismos- terminan cayendo en ellas, disfrazándose como los salvadores y al final no son más que los oxigenantes del régimen para permanecer en el poder.

Entre tantas alternativas inútiles, los procesos electorales son los más utilizados, en Venezuela se han hecho más de 20 procesos electorales y mientras más hacen, más se demuestra que en este país hablar de “democracia” es como hablar de derechos humanos en Cuba o de libertad en Corea del Norte, sencillamente no existe.

Los dos últimos procesos electorales, sobre todo, han sido de los más cuestionados no solo por la ciudadanía, sino por la propia comunidad internacional, por estar viciadas y ser violatorias de todo reglamento interno y Constitucional, sobre todo porque no ha contado con la participación del ciudadano que con justa razón desconfía de las instituciones que hoy están secuestradas por Maduro y su combo.

Entonces, ¿Cómo es que aún con esto, algunos siguen insistiendo en elecciones cuando claramente no contamos con libertad y democracia?

Personalmente creo que ir a elecciones con el régimen de Maduro y con instituciones secuestradas y a la merced de las mafias, no sólo significa hacerles el juego a estos criminales, peor aún, significa una señal derrotista y que aquí no hay otra opción qué entregarse.

Para nadie es un secreto que en países cuyas instituciones, democracia y separación de poderes públicos son casi inexistente, pues estas farsas electorales no son más que negocios dónde unos pocos ganan dinero y tiempo, mientras todo un país vive en agonía y en la constante incertidumbre.

Se ha demostrado y denunciado que vivimos en un territorio secuestrado por grupos terroristas, guerrilleros y narcotraficantes, un territorio donde operan las fuerzas enemigas de occidente, ¿En serio creen que unas elecciones de alcaldes y gobernadores podrían significar algo en esta lucha, más que darle tiempo a quienes son capaces de hacer lo que sea para aferrarse al poder en Miraflores?

Decía Winston Churchill que “aunque la estrategia sea hermosa, ocasionalmente deberías ver los resultados”, es decir, claro que es hermoso pensar en una estrategia electoral para salir de las mafias, sin más esfuerzo que salir a votar un domingo y cuidar los votos, y luego de darnos como ganador, construir el país libre que queremos, eso es sin duda hermoso, pero iluso, y podría ser hasta ingenuo, o peor aún, complicidad, pensar que estos criminales dejarán el poder gracias a la manifestación ciudadana en las urnas electorales; lo creería si no se hubiese intentado antes, lo creería si no se hubiesen robado victorias antes, lo creería si fuesen políticos democráticos y no asesinos.

Esto nos demuestra que, si los resultados no han sido favorables en estos más de 20 años, entonces hay que cambiar de estrategias, después de todo la política también es eso, construir estrategias que nos permita contribuir a la armonía del ciudadano, y no construir nuestra armonía a costa del sufrimiento de los ciudadanos.

Es claro para nosotros y para el mundo entero que es indispensable la libertad y democracia para poder tener elecciones limpias, y no al contrario, pues solo en libertad y verdadera democracia es que tenemos garantías de poder gobernar.

¿O es que acaso existe alguna garantía de gobernabilidad con los que han montado gobernaciones y alcaldías paralelas dónde el Chavismo NO ha salido victorioso? ¿O es que se nos olvidó que cuando ganamos la Asamblea Nacional en 2015, posteriormente montaron ilegal e ilegítimamente una Asamblea Nacional Constituyente que gobernaba y legislaba por encima de todos? ¿Qué gobernabilidad hay en Apure, dónde existe un conflicto armado entre las FARC y han desplazado a más de 5.000 venezolanos de su propio territorio? ¿Qué gobernabilidad hay en el estado Bolívar donde el ELN controla nuestro territorio, y junto a otros grupos desestabilizadores asesinan a nuestros militares y civiles por el oro? Insisto, los que insisten en esta estrategia les pregunto ¿Son ilusos, ingenuos, o cómplices?

Ante esto no significa que debemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que los malos sigan ocupando más espacios, no, creo que este es el momento idóneo dónde los ciudadanos y las organizaciones con ética y principios nos replanteemos nuestras acciones; es necesario escuchar a la gente, organizarnos ajustándonos a nuestras propias realidades, convencer a la Comunidad Internacional del peligro que significa seguir dándole más tiempo a estos criminales, y sin duda, asumir la valentía, rebeldía y coraje para enfrentar a cada culpable de nuestra debacle.

Yo también quiero elecciones, pero antes quiero libertad plena, sin eso, entonces no quiero nada

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