Política

LA GRAN REVOLUCION DE VIZCARRA

El ÉXTASIS SUPERCHERO DEL COVID19.

Por: Iván Oré Chávez

Gustave Le Bond, uno de los padres de la psicología social escribió: “Extremadamente dócil por miedo, fácilmente influenciable por sus dirigentes, momentáneamente cometerá cualquier exceso mientras se halle bajo la influencia de éstos. Pero la inercia ancestral de la raza pronto se hará cargo de nuevo, siendo ésta la razón por la que tan rápidamente se cansa de una revolución. En ese momento, lo que hace es buscar a un líder que restaure el orden”.

Le Bond se refiere a las masas, las muchedumbres, lo peor de una sociedad. Esto es cierto en todos los tiempos y latitudes. En el caso peruano son dóciles por el miedo a contagiarse de una gripe epidémica, el virus es el lobo mientras el buen pastor Vizcarra ¿Quién va a desconfiar de él mientras tenga el bastón (varayoc) o la banda?

Para influenciarlos es necesario el eslogan, el alimento espiritual de las multitudes, eso los hace repetir “quédate en casa” sin cuestionarlo científicamente. Ahí empieza la gran revolución de Vizcarra, no es necesario que cumpla con los 80 hospitales y edificar un colegio diario en el transcurso de un año ¿Cuándo han visto una muchedumbre sana y educada?

Eso no da dinero a la TV basura y mucho menos da poder a un liliputiense. Seamos claros, si haces hospitales y colegios en cada cumbre para ser vistos panorámicamente, lo único que conseguirás es que el populacho deteste a tu familia hasta el extremo buscarlos encarcelar a todos. Ahí ves a Fujimori.

Vizcarra lo sabe, su revolución no es de los colegios y hospitales que prometió. Su revolución es del miedo, del empobrecimiento, del confinamiento, del sacrificio innecesario, de los chicos buenos pichangeros y fiesteros que ahora fungen pontificando de hogareños. LAS MASAS HISTÉRICAS LO AMARÁN.

Se someterán como sus fieles aldeanos pues no optó por torturar sus mentes con el conocimiento liberador, ni imponiéndoles la responsabilidad de cuidar sus cuerpos sin necesidad de pastillitas mágicas.

La praxis revolucionaria es algo tan sencillo como quedarse en sus casas gastando sus propios ahorros e ingresos hasta que no quede mucho, el gobierno será un gran proveedor repartiendo bonos de subsistencia, el que reciba quedará agradecido por la generosidad de su titánico mesías, y el que no, se volverá más sumiso aun por la simple expectativa de beneficiarse de ese magno gesto.

Lo que viene después es el “caos controlado”, el orden en el caos. Policías y personal sanitario, médicos y enfermeras infectadas. Las mismas masas que aplaudieron a estos servidores para quedar públicamente bien,  ahora les reprocharán que se hayan vuelto “criticones” y quejosos contra su honesto y capaz gobernante. Y hasta justificarán que sean arrestados por el solo hecho de brindar conferencias comunicando al pueblo la verdad, tal como pasó con el Dr. Teodoro Quiñones intervenido ilegalmente en el mismo momento cuando denunciaba las irregularidades de Essalud entidad presidida por un miembro de la cúpula Vizcarrista, ante la vista de toda la muchedumbre mesiánica. Decir la verdad e incomodar al tiranuelo ocasiona la furia del populacho.

Pero la revolución también cansa. Antes de que la gente se canse de “hacer revolución” el caos debe prosperar. Para que el dictador se erija como líder carismático que surge de vencer el caos, es necesario crear el caos primero. Por eso antes tiene que haber un caos, la gente va a agotar sus ingresos y cuando no quede mucho van a pelearse entre sí por los recursos que queden, pues al no poder salir a trabajar, no tendrán dinero para restablecer sus gastos. Así creará su caos.

Pero también el caos vendrá de la dejadez voluntaria del poder. No se hará nada para combatir la epidemia sólo bonos, confinamiento y pérdida de libertades, y nada activo por parte del gobierno, los hospitales rechazarán gente y los mandarán a sus casas para que mueran ahí y por consiguiente infecten a todos los que se pueda. Las fuerzas del orden ya no querrán salir por temor al contagio. Será el caos, el castigo por desobedecer a tu mesías Vizcarra y no reconocerle sus grandes dotes de líder. Todo será culpa de los que no obedecen al mesiánico dictador.

Pero un día, de un momento a otro, el enemigo, el virus desaparecerá. La realidad es muy sencilla pues con o sin confinamiento igual el virus avanza y desaparece. Sucede con todas las pestes y esta no es ninguna excepción. Pero la masa es supersticiosa y mientras se lo muestres con una fachada racional lo aceptará sin problemas. Encumbrarán a su campeón invicto que habrá para ellos cruzado su prueba de fuego: Vizcarra contra el Covid. Suena  ridículo, lo suficiente para que las masas lo crean devotamente. Vizcarra será quien luchó contra el virus y lo venció con la ayuda de quienes permanecieron fieles a su palabra “quédate en casa” sin mostrar la más mínima duda. Y todo aquel que científicamente diga que el virus igual se iba a ir, y que creer que Vizcarra ha vencido al virus con ayuda de sus feligreses es una gran idiotez, será tachado de ignorante y enemigo del régimen y de la nación.

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