
Por: Ing. Fernando Garnica Cuba*
Debido al acelerado crecimiento urbano y la demanda de nuevas edificaciones, la industria de la construcción en Arequipa enfrenta un reto tan invisible como crítico: el control real y consciente de la calidad de los materiales de construcción. Aunque esta materia pueda parecer exclusiva de ingenieros y laboratorios, en realidad, afecta de forma directa la seguridad, economía y bienestar de toda la sociedad.
La calidad de una edificación no se define únicamente por su diseño arquitectónico o su apariencia estética. Se sostiene, ante todo, en la idoneidad de los materiales con los que fue construida. Hablar de calidad es hablar de confianza, de responsabilidad y de respeto por la vida humana.
Elementos como el cemento, los agregados, el acero, los ladrillos, las tuberías, los aditivos y las conexiones eléctricas, por poner algunos ejemplos, deben cumplir con Normas Técnicas estrictas que aseguren su desempeño. La integridad estructural, la resistencia sísmica, la durabilidad e, incluso, el confort térmico o acústico de una vivienda dependen de que esos materiales cumplan con estándares precisos y verificados mediante un proceso riguroso de control de calidad.
El control de calidad en la construcción debe entenderse no como una etapa puntual del proceso, sino como una cultura que acompaña a toda la obra, desde la planificación y selección de proveedores, hasta la recepción de materiales y su aplicación en campo. Contar con ensayos confiables, resultados verificables y certificaciones auténticas permite identificar desviaciones a tiempo y tomar decisiones técnicas responsables. No hacerlo, o hacerlo de forma superficial, implica asumir riesgos que podrían costar no solo dinero, sino vidas humanas.
Sin embargo, la realidad del sector en Arequipa revela una preocupante tendencia. La informalidad sigue siendo predominante: la autoconstrucción asciende a más del 70 % de las edificaciones. Incluso en el sector formal, existen prácticas que deterioran la confianza en los sistemas de aseguramiento de calidad, como no cautelar de forma adecuada ciertos criterios de rigor técnico. Aunque estos casos no representan a todo el sector, su existencia compromete el valor de los documentos que deberían garantizar la seguridad de una obra.
Frente a esta problemática, es fundamental revalorizar el rol de las Normas Técnicas como herramientas de protección social. En el Perú, contamos con normativas claras que regulan la calidad de materiales como el concreto premezclado, el acero corrugado, los ladrillos, los agregados y muchos otros insumos. Estas normas no buscan dificultar el trabajo constructivo, sino brindar una base objetiva sobre la cual se debe edificar con seguridad y eficiencia.
Si todos los involucrados en la industria de la construcción –ingenieros, arquitectos, maestros de obra, proveedores y fiscalizadores– aplicaran estas normativas de forma consciente y ética, los resultados serían notablemente más sostenibles y confiables.
Cumplir las normas no debería verse como una obligación impuesta desde arriba, sino como una manifestación del compromiso profesional y humano que asumimos al participar en un proceso constructivo. La ética y la técnica deben caminar juntas, porque ninguna edificación puede ser considerada segura si está construida sobre cimientos de indiferencia o complacencia.
Transformar esta realidad requiere la participación de todos. Desde las universidades, donde se debe formar una nueva generación de profesionales comprometidos con la calidad; desde las empresas, que deben fomentar una cultura organizacional basada en la transparencia y la mejora continua; desde los organismos públicos, que deben fortalecer los sistemas de fiscalización y promover la acreditación de laboratorios confiables; y desde la sociedad civil, que debe exigir obras seguras y responsables.
La calidad en la construcción no puede depender solo de un papel firmado, debe sustentarse en evidencias técnicas reales y en decisiones tomadas con integridad. Apostar por el control de calidad no es un lujo: es una inversión en confianza, sostenibilidad y seguridad para las presentes y futuras generaciones.
* Jefe de los Laboratorios de Ingeniería Civil en la Universidad Católica San Pablo





