BERTOMEU: EL CHANTAJE COMO MÉTODO Y EL DERRUMBE DEL DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE
Una mafia se ha instalado en el Vaticano

Por: Luciano Revoredo
El audio que revela a Jordi Bertomeu, funcionario clave del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) con el FBI, ofreciendo “solucionar” la situación del Sodalicio a cambio de pagos y donaciones no es un simple desliz: es la confirmación de un patrón de corrupción moral que lleva años pudriéndose en los pasillos vaticanos.
Bertomeu propone, sin pudor, modular informes dirigidos al FBI dependiendo de cuánto dinero se ponga sobre la mesa: donaciones a diócesis, aportes “para víctimas” (Sus amiguetes de borrachera), una carta “benévola” que suavice la narrativa. Si pagan, el Vaticano presenta un informe blando; si no, un informe duro. Que pida no llamarlo “chantaje” es una burla. Es exactamente eso: chantaje institucional, disfrazado de pastoral.
Y este caso no es aislado. Las denuncias contra Bertomeu, como la presentada por Giuliana Caccia, ya apuntaban a un comportamiento abusivo, manipulador y prepotente en su trato con víctimas y denunciantes. Varios testimonios —silenciados, ignorados, minimizados— describen exactamente lo que hoy queda expuesto: un funcionario que usa el poder del DDF como arma de coacción, no como instrumento de justicia.
La grabación confirma lo que muchos sospechaban: la Sección Disciplinar del DDF se ha transformado en un espacio donde la verdad se negocia, donde las víctimas se utilizan como moneda simbólica y donde la misión de “proteger la fe y la moral” termina subordinada a intereses políticos y económicos internos. Es decir una verdadera mafia tras los muros del Vaticano.
Peor aún: el intento de condicionar la cooperación con una investigación federal estadounidense es, jurídicamente, gravísimo. Huele a obstrucción. Huele a encubrimiento. Y compromete la credibilidad internacional de la Santa Sede.
El Santo Padre debe actuar de inmediato. Este escándalo exige decisiones:
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Suspensión y apertura de investigación formal contra Bertomeu.
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Publicación íntegra de los audios y documentos.
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Cooperación total con el FBI, sin negociaciones ni chantajes.
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Revisión completa de la estructura disciplinaria del DDF, hoy en estado de putefracción.
El caso Bertomeu co este chantaje, sumado a la denuncia de Caccia y a las múltiples quejas que la institución ha venido enterrando, pone a la vista un problema que ya no admite maquillajes: en un área crucial del Vaticano, la justicia no se administra, se trafica. Hay una mafia.
Si la Iglesia quiere conservar y fortalecer su autoridad moral, este es el momento definitivo: o rompe con esta lógica corrupta, o acepta que ha renunciado a la verdad.





