Por Ántero Flores-Aráoz
Como todo en este mundo en que nos ha tocado vivir, hay los extremos, como lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, lo culto y lo inculto, lo honesto y lo deshonesto, lo respetuoso como lo irrespetuoso y así podríamos seguir, a lo que habría que agregarle que por lo general la verdad no está necesariamente en las antípodas sino en un justo medio.
Los llamados “millennials” o sea los nacidos en este siglo, no a todos felizmente, se les ha dado por denostar a sus mayores, mejor dicho a los muy mayores, ancianos, viejos o como quiera que se denominan e irrespetuosamente hablan de “viejos lesbianos”.
Viejos somos, pero lo de lesbianos incomprensible y si creen que con decir viejos ofenden, pues se equivocan, pues como dice la antigua y versada sabiduría “viejo es el mar y todavía se mueve” o “viejo es el viento y todavía sopla”.
La vejez tiene conocimiento y experiencia y si bien los jóvenes pueden ser de la era que llamaremos digital, los viejos tenemos la experiencia de dos siglos diferentes pues nacimos en el siglo XX y aún vivimos en el XXI, pudiendo decir adicionalmente que pertenecemos a dos milenios diferentes, cosa que pocos han tenido, ya que estuvimos en acción en el milenio anterior y aún estamos en el milenio de los dos mil.
Los viejos hemos pasado de todo, algunos una de las dos guerras mundiales, soportamos la problemática originada en las guerras de Corea y de Vietnam, así como en la conflictividad de Afganistán entre otros países. Fuimos testigos del marxismo-leninismo-maoismo, que se entronizó en nuestro hemisferio en Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero que en los lugares en que nació y se prodigó, están de regreso, pues se dieron cuenta que por ese camino iban al fracaso.
Hemos sido testigos, aunque en la lejanía, de la caída del muro de Berlín, al igual que el Telón de Hierro y, la transformación de China como un solo país con dos sistemas, así como el convencimiento que con las libertades y democracia se generan oportunidades con las que se logrará la elevación de los niveles de vida de las poblaciones.
Somos de las generaciones que además de instruirnos en la escuela, también nos educaban y formaban y que nos encauzaron a la vía del respeto a la ley, así como a los mayores.
Hemos podido atestiguar la transformación de los medios, pasando por los escritos, los radiales, los televisivos y hasta los hoy digitales que invaden nuestra vida diaria en forma permanente, que hace además que los jóvenes estén prendidos a sus teléfonos móviles, que son pequeñas computadoras y no disfruten de la conversación amena y de las bondades que nos da nuestra civilización.
En nuestras vidas hemos visto la transformación de las comunicaciones, pasando del telégrafo al cable, al fax y al escaner, y así podríamos seguir en cada área del conocimiento, lo que demuestra que experiencia hay de sobra y aunque los años por venir no abundan, hay que respetar a los mayores.
No se arañe don Antero, sea más bien como esos 200 marinos españoles que se perciben lesbianas, es decir se sienten atraídos por las mujeres y así lo han declarado ante autoridad competente, y así vsn desinflando la legislación de los siniestros, (ya ni califican para zurderio) lacayos de la plutocracia mundial, con tantos autodenominados “filántropos” que el bien que presuntamente nos quieren hacer es someternos a esclavitud y si pasamos cierta edad, darnos inyección. En eso se han convertido los seguidores de marx