La columna del Director

UN TERRUCO EN PALACIO

Por: Luciano Revoredo

Mucho se ha debatido, incluso llevado al jocoso nivel de los memes, el lamentable episodio en que el actual encargado de la presidencia Francisco Sagasti pidió un autógrafo a los terroristas que habían tomado la embajada de Japón.

Como se sabe en diciembre de 1996 el MRTA tomó a un grupo de personalidades, diplomáticos, empresarios, políticos como rehenes. Entre ellos se encontraba Francisco Sagasti.

Sagasti ha contado que tuvo conversaciones con los terroristas, primero con Rolly Rojas Fernández, “El Árabe”, que curiosamente según relata lo habría reconocido como columnista de Caretas. Luego inició una relación amical con Néstor Cerpa Cartolini, al que ha descrito como “sujeto interesante al que quieres invitarle un trago para poder seguir conversando”.

Lo cierto es que Sagasti, de 52 años, que no era anciano, ni vulnerable, ni requería ninguna consideración especial fue liberado prontamente. Antes de retirarse pidió a Cerpa y Rojas un autógrafo en un pedazo de cartón que recogió de los restos de la fiesta.

Las dedicatorias de “El Árabe” y Cerpa dicen:

Para el Sr. Sagasti, Con todo Respeto.

Para el Sr. Sagasti, con el respeto de siempre.

Llama la atención eso de siempre en la dedicatoria de Cerpa.

Sagasti es propiamente un caviar, uno de esos personajes de la burguesía acomodada limeña, que juega al progresista mientras vive entre pañuelos de seda y millonarias consultorías. Los caviares, como es ampliamente conocido, son una especie de oxiuros que mientras van medrando y armando sus redes políticas, son benevolentes con los más radicales engendros de la izquierda asesina.

Con estos antecedentes no llama la atención que 25 años después de los incidentes de la embajada hayamos visto todos a un Sagasti conmovido y con la voz quebrada anunciando la muerte del sanguinario terrorista Jorge Quispe Palomino (a) camarada Raúl. Más aún, por momentos pierde la ilación, se confunde, está turbado y termina por decir algo que está en su inconsciente:

“… el camarada Raúl, que falleció el 27 de enero y que su fallecimiento fue ocultado para no desmoralizar a los terroristas…”.

Está todo claro, sin duda sus defensores dirán que fue un error, un lapsus linguae. En realidad, sería lo que Sigmund Freud llamó un acto fallido, que es la expresión de los verdaderos deseos u opiniones, que uno censura, pero salen a la luz a través de supuestos errores en la expresión oral. Los errores verbales no serían producto del azar, sino expresiones ocultas de voluntad que hay que entender y descifrar.

Esa es la realidad de Sagasti. Pero es menester que ad portas de una nueva elección presidencial sepamos elegir, no más aliados de la izquierda asesina en palacio.

En ese sentido no perdamos de vista que las candidaturas de izquierda siempre encarnan ese peligro, pero también hay que prestar atención al peligro de personajes como Lescano, cuya hermana es senderista y su cuñado Cox Beuzeville fue un alto mando de Sendero Luminoso, adicionalmente el propio Abimael Guzmán le dedica un especial agradecimiento en su libro.

Tampoco obviar que el candidato de Soto, que encandila a buena parte de la pequeña burguesía, de los wanabí limeños, a las señoras de “avanzada” y a parte de los fans de Chibolín, también mantiene una relación muy íntima, más que amical, con el señor Paredes Terry, conocido agitador y promotor del MOVADEF, organización de fachada de Sendero Luminoso. Hasta el momento Hernando de Soto no puede explicar, pese a su proficua verborrea, cuál es el papel de Paredes Terry en su organización.

Asuntos que no hay que descuidar para evitar que tengamos un terruco en Palacio.

 

 

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