SEÑALANDO CONSPIRANOICOS
Además, las manifestaciones feministas y el coronavirus comparten el mismo fin último, que es la reducción de la población.
Por: Juan Manuel de Prada
Nos proponemos hoy señalar a los conspiranoicos que andan amedrentando a la gente, en lugar de aceptar pacíficamente las versiones oficiales sobre la plaga del coronavirus. Hay, por ejemplo, un tipo de conspiranoico altamente maligno que sostiene que el coronavirus es producto del escape en algún laboratorio. Pero, como todo ciudadano ejemplar de alma sistémica sabe, la plaga del coronavirus se originó en el mercado de animales de Wuhan, que es una gorrinada tremenda donde basta que alguien se abanique para provocar una ventolera vírica. Más concretamente, los expertos consideran que el virus lo ha provocado un murciélago, suponemos que al batir sus alas. Es verdad que el mercado de animales de Wuhan lleva toda la santa vida de Dios
siendo la misma gorrinada, sin que hubiese ocurrido ninguna calamidad. Pero dudar de que el origen de la plaga sea este mercado es prueba infalible de tendencias conspiranoicas.
Todo ciudadano ejemplar de alma sistémica debe repetir cual papagayo que la plaga del coronavirus no se distingue demasiado de cualquier epidemia de gripe. Prueba irrefutable de esta afirmación es que no hay planchabragas ni lumbrera médica sistémica que no pronuncie tarde o temprano la palabra «gripe» cuando le preguntan por el coronavirus, para establecer algún símil o analogía. Ciertamente, los planchabragas y lumbreras médicas sistémicas invocan la gripe porque así pueden dismular que no saben cómo se originó la plaga del coronavirus, ni cómo se contagia, ni cómo se cura o previene; ciertamente, tampoco saben si durará dos meses o dos siglos, si el calor la aplacará o reavivará, si dejará secuelas o producirá redivivas. Es verdad que la gripe, que todos los médicos de cabecera han pescado alguna vez por contagio de sus pacientes, no causa mortandad alguna entre los más jóvenes y sanos, a diferencia del coronavirus. Es cierto que la gripe no produce recidivas en los pacientes que logran superarla. Pero todo ciudadano ejemplar con alma sistémica debe aceptar sin rechistar la comparación del coronavirus con la gripe; y dar por hecho que su comportamiento es el mismo. Sólo los conspiranoicos se atreven a poner reparos a tan feliz y socorrido símil.
Por último, los conspiranoicos se distinguen porque ponen pegas a la celebración de las manifestaciones feministas, pretendiendo que quienes en ellas participen podrían volver a sus casas, amén de solas y borrachas, con un coronavirus de agárrate y no te menees. Es cierto que todos los planchabragas y lumbreras médicas sistémicas recomiendan que no se participe en aglomeraciones humanas; es cierto que no se cansan de advertir que cuando estemos rodeados de gente debemos mantener cierta distancia con los circunstantes, evitando el contacto directo. Es cierto que se están prohibiendo actos multitudinarios en estadios deportivos abiertos y restringiendo las concentraciones humanas. Pero estas reglas no rigen para las manifestaciones feministas; pues los réditos propagandísticos que su celebración rinde al sistema (moldeando la conciencia de las masas cretinizadas, favoreciendo la patética genuflexión de los tontos útiles peperos que así perderán votos a porrillo, etcétera) son mucho más valiosos que el contagio de unos cuantos pánfilos y pánfilas. Además, las manifestaciones feministas y el coronavirus comparten el mismo fin último, que es la reducción de la población. Así que, si son ciudadanos de alma sinceramente sistémica, no sean conspiranoicos y asistan a la manifestacion feminista que se celebre en su ciudad este domingo; y, si además son tontos útiles peperos, métanse bien adentro en el mogollón, para que el gentío los pueda mear y asperjar de salivazos coronavíricos a placer.