Por: María Ximena Rondón
Advertencia: Esta columna de opinión contiene spoilers de Los Anillos de Poder.
Esta semana, Amazon Prime liberó los tres primeros episodios de la segunda temporada de Los Anillos de Poder y tras verlos, hay un elemento que me ha llamado la atención y que espero no sea una teoría producto de mi exageración: Sauron es el Anticristo, y/o lo simboliza.
Esta serie se basa en los apéndices de J.R.R. Tolkien y en material de la segunda edad y muchos fans mantienen la esperanza de que absorba la verdadera esencia de este autor, el cual era un católico practicante y que plasmó muchos elementos de su fe en sus escritos sobre El Señor de Los Anillos, tal y como se puede comprobar si se leen las cartas escritas por él, específicamente la número 142.
Esta misiva fue enviada en del 2 de diciembre de 1953 a su amigo el sacerdote jesuita Robert Murray y dice lo siguiente:
El Señor de los Anillos es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica (…) Porque el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo”.
Teniendo en cuenta esta información y la presentada en los libros y películas, recordemos que Sauron era el Maiar más poderoso, corrompido y (una suerte de ángel en el universo de Tolkien) convertido en sirviente del mal por Morgoth. Aunque tuvo una breve redención, volvió más malvado que nunca y con un plan terrible. Para lograrlo, engañó, mató y corrompió a las criaturas de la Tierra Media, algo que se narra en el Silmarillion y en Los Cuentos Inconclusos, pero que nunca habíamos podido ver en todo su esplendor hasta ahora.
El primer capítulo de la segunda temporada inicia con la historia de Sauron, en la que tras una traición que nunca ocurre en el libro, demuestra cómo cambia de forma para volverse “encantador” ante los hombres y elfos y conseguir manipularlos a su antojo.
Durante el segundo episodio, tras manipular al herrero Celebrimbor, Sauron le expresa su plan de crear más anillos de poder (además de los tres existentes) con la excusa de salvar a la Tierra Media de la desgracia.
En una escena, Sauron le revela al elfo que no es un mortal, sino un “enviado divino” para ayudarlo con su tarea. Entonces, el viento y la lluvia irrumpen a través de la ventana y sumen la estancia en una profunda oscuridad, preparando el gran clímax. De las llamas de la chimenea/forja principal surge una luz divina y una voz avasalladora, la cual sume a Celebrimbor en un éxtasis pues comienza a escuchar cómo sus dones podrán ser potenciados para convertirse en “El Señor de los Anillos”. Después, de una manera apoteósica, surge una figura de las llamas y se forman una especie de nubes que asemejan a una de las imágenes de Jesús en toda su gloria. Al menos, esa fue mi impresión al verla por primera vez, aunque rápidamente sabía de quién se trataba: de un ente maligno que tomaba una forma hermosa para engañar a las criaturas: El Anticristo.
Muchos piensan que este será físicamente horroroso, pero según dicen las Escrituras, lo que realmente rodeará y constituirá al Anticristo será la belleza y un habla más dulce que la miel, con la que engañará a la humanidad.
Esto es lo que ocurre con Sauron, quien ahora ha tomado la identidad de Annatar y se revela como un ser divino dispuesto a “colaborar” con Celebrimbor para crear más anillos, pero será quien cree el Anillo único para someter a todos los demás anillos a su voluntad y atraerlos a la oscuridad.
Por último, en el tercer capítulo, vemos a Sauron/Annatar mostrándose como un amigo de elfos y enanos para convencer al príncipe de Khazad Dum y a su esposa de intercambiar el Preciado mithril por los anillos que sanarían su montaña y restaurarían la herencia perdida de Durin IV. Además, persuade a Celebrimbor para que desconfíe del rey Gil Galad, le mienta sobre la creación de más anillos e invente una excusa para mantener a los demás elfos alejados de con la forja. Una vez más, Sauron demostrando sus dotes manipulatorias cual Anticristo y consiguiendo lo que quiere.
En conclusión, estos episodios de Los Anillos de Poder me recordaron la existencia de un Anticristo y toda la verdad contenida en el Libro del Apocalípsis. El demonio no se presentará como un monstruo ni sus obras parecerán horribles, sino que se adornarán de una belleza y promesas falsas. El escenario actual es muy parecido, con todas las ideologías retorcidas. Solo queda preguntarnos cuándo aparecerá el Anticristo y cómo lo podremos reconocer a la luz de Cristo.