Política

PERÚ AL GARETE: LA POLÍTICA DEL CANGREJO

Por: Alfredo Gildemeister

Se conoce en la náutica como “ir al garete” cuando una embarcación  ya sea por pérdida sus anclas, tener una avería en sus máquinas u otra causa cualquiera, se mueve impulsada por la fuerza del viento, del mar o de la corriente. Cuando le ocurre tal accidente a un buque, este navega al capricho de la resultante de los elementos que lo impulsan. El origen de la expresión se encuentra en los ambientes marinos y en la expresión francesa ‘être égaré’, cuyo significado es “andar perdido y/o extraviado”. Cuando una embarcación pierde el control, va sin gobierno y es llevada por el viento o la corriente, está navegando “al garete”. De ahí que con el tiempo se utilizase este término para referirse a todo aquello que está predestinado al fracaso, a perderse, hundirse o malograse.

Pues bien, señores, vista esta terminología náutica, podemos afirmar que, en estos momentos, el Perú se encuentra económicamente al garete. La inversión pública está prácticamente paralizada y más aún la inversión privada; la pobreza en aumento, enfermedades como la anemia en los niños en franco crecimiento; el desempleo también en aumento al igual que la inseguridad ciudadana. Precisamente, la falta de seguridad ciudadana está originando que, al igual que en los ochentas, la sociedad civil comience a tomar sus propias medidas de seguridad ante la incapacidad del Estado para protegerla, adquiriendo armas para defenderse de tantos asaltos, robos descarados e inclusive asesinatos.

Recordemos a distritos como Carabayllo, en donde la población decidió tomarse la justicia por su mano y linchar a cuanto delincuente fuere atrapado cometiendo un delito. A todo ello debemos agregar la corrupción imperante que viene afectando a las principales instituciones del Estado. La tan cacareada “lucha” contra la corrupción proclamada una y mil veces por el gobierno constituye todo un mito, pues ésta sigue imperando, imponiendo y sacando jueces, fiscales y demás autoridades con total descaro. La impunidad para algunos implicados en corrupción es una realidad, mientras que para todos aquellos “incómodos” al gobierno, especialmente si son de oposición, les cae todo el “peso de la ley”, de una ley manejada a dedo, con prisiones preventivas al gusto y de acuerdo a los intereses del gobierno y de la mafia de Odebrecht, que es finalmente quien mueve los hilos de esta tragicomedia por encima de todos.

En medio de esta parálisis de la economía, se mantiene un sistema judicial con una Fiscalía prácticamente politizada, en donde se detiene a algunos y a otros no, se acusa a unos y a otros no, o simplemente se archivan casos sin que se haya hecho investigación alguna. Así mismo, ya con diversas instituciones controladas por el gobierno como la misma Fiscalía, la Procuraduría o la Contraloría, por mencionar solo algunas, todo ello va de la mano de un control casi absoluto sobre los medios de comunicación, medios comprados con publicidad estatal traducida en millones de soles pagados mensualmente por el gobierno a la mayoría de medios.

Con ello los medios no informan, desinforman y manipulan la opinión pública, tapando lo que haya que tapar, y “destacando” lo que al gobierno le convenga “destacar”.  El hecho es que la corrupción sigue vivita y coleando, mandando y controlando las principales instituciones y haciendo lo que le da la gana en el país. Cabe agregar que, ante una oposición débil y timorata, más una opinión pública engañada y manipulada, el presidente sigue atacando, amenazando e imponiendo plazos al Congreso de la República en pos de su mamarrachenta “reforma política”, pese a que paradójicamente declara que es “respetuoso de la independencia de poderes”. La amenaza del tan mentado “cierre” si el Congreso no hace lo que le exige, constituye todo un insulto al Poder Legislativo, a sus miembros y al pueblo peruano que representan.

¿Y la economía? Totalmente abandonada a su suerte. No solo no crecemos o nos estancamos. Peor aún. ¡Nos encontramos en franco retroceso! Las cifras no mienten. El costo de vida y los combustibles subiendo día a día, cosa que el ama de casa que va diario al mercado lo sabe mejor que el propio ministro de economía. El gobierno se endeuda por miles de millones de soles emitiendo bonos soberanos, para pagar las obras de la corrupta Odebrecht o para financiar megaproyectos inútiles, como la refinería de talara, todo un monumento a la corrupción por su increíble sobrecosto. Retrocedemos pues hacia los ochenta. La “política del cangrejo” es la regla al parecer de este gobierno, avanzando para atrás, retroceso total, perdiendo todo lo que el Perú ganó en las últimas décadas. El presidente y su equipo tiene a la economía peruana abandonada, prácticamente al garete. ¿Tenemos ministro de economía? Nadie lo conoce.

En resumen, el Perú continua al garete sin ruta ni rumbo alguno. Ya lo advertimos alguna vez, si seguimos por este descamino la barca puede encallar y destrozarse o, peor aún, naufragar trágicamente en las aguas de la violencia y el caos. Cuando un barco “navega” sin capitán ni piloto en el timón, esto es, al garete, al abandono, tarde o temprano naufraga. La barca del país está al garete. El gobierno debe asumir el timón de la economía tomando de inmediato las decisiones que tenga que tomar. De otra manera, tendremos otra crónica de un desastre anunciado.

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