La columna del Director

PEDRO SALINAS, MONSEÑOR EGUREN Y EL CLOSET DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

Por: Luciano Revoredo

El día de hoy para sorpresa de muchos el arzobispo de Piura, Monseñor José Antonio Eguren, ha comunicado que desiste de la querella por difamación agravada interpuesta en contra del periodista Pedro Salinas Chacaltana. El preciso comunicado señala que el motivo fundamental del desistimiento se encuentra en salvaguardar la unidad de la Iglesia.

Este hecho pone de manifiesto dos verdades que quedan meridianamente claras. En primer lugar, que Pedro Salinas difamó a Monseñor José Antonio Eguren. Por más que el obispo haya renunciado a seguir defendiendo su honor y buena fama, el hecho jurídico permanece: Pedro Salinas, en la práctica (o mala práctica) de su labor periodística difundió hechos falsos y sin fundamento que atentaron contra el buen nombre de una persona. Fue condenado por eso.Y  es algo que no podrá borrar nunca de su historia profesional, si es que se puede calificar así a la calidad de periodismo que hace Salinas.

En segundo lugar, este paso jurídico pone de manifiesto la calidad humana de Monseñor Eguren. Luego de que se diera a conocer la sentencia anticipada del caso Salinas, abundaron reacciones destempladas de diversos sectores. Era de esperarse la reacción de un ala de la prensa afín a la agenda de Salinas, que protestó arguyendo que se trataba de un atentado contra la libertad de expresión.

Felizmente, también se hicieron oír voces sensatas que evidenciaron el sinsentido de esta línea de argumentación y más bien destacaron la importancia de la condena para señalar los linderos dentro de los cuales debería desarrollarse un periodismo serio y constructivo.

Pero lo más preocupante y llamativo fue la reacción de un grupo de obispos peruanos, que además se adjudicaron la potestad de hablar en nombre de todos. La intervención de la presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana, a la que se sumó gustoso el arzobispo de Lima, es una señal de alarma de lo corroída que parece estar la estructura eclesial para que dos obispos no tengan reparo —ni siquiera considerando el posible escándalo pastoral— en emitir un comunicado de esa naturaleza. Sabemos, de buena fuente, que este hecho afectó mucho al obispo piurano. También ha trascendido que muchos más obispos le hicieron llegar su apoyo y solidaridad, aunque de manera privada.

Conviene resaltar que el móvil principal de esta decisión de Monseñor Eguren es su preocupación pastoral y un bien superior como la unidad de la Iglesia. Para muchos este concepto puede ser un poco etéreo. Sin embargo, para un obispo es fundamental, para su vida y para su manera de entender la misión que se le otorga cuando se le nombra pastor. El desistimiento de la querella así lo manifiesta en el caso de Eguren y da un buen ejemplo para otros.

Al penoso panorama que ofrece un sector de la jerarquía eclesiástica peruana se suma una perla más. Fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal manifiestan que un grupo de prelados estuvieron empujando una moción hacia el Vaticano para que el Papa Francisco destituya a Monseñor Eguren. ¿La razón? El haber querellado al periodista Salinas, con el cual aparentemente están más cerca por motivos ideológicos que a su hermano en el episcopado el Monseñor Eguren.

Ante esto cabe una sola pregunta pertinente: ¿qué cadáveres en el closet les conocería Pedro Salinas a estos obispos para que actúen de manera tan díscola y torpe? Ya lo habíamos dado a conocer cuando empezó este caso: Salinas habría chantajeado a ciertos obispos afirmando que o le quitaban el apoyo a Eguren o él se encargaba de sacar a la luz los “muertitos” del closet. Y parece que el closet es profundo.

Somos todo oídos, Monseñor Cabrejos, presidente de la Conferencia  Episcopal Peruana. Y si Monseñor Castillo se quiere sumar también esta vez, bienvenido. Pero que quede claro que los católicos no estamos contentos. Tarde o temprano sabremos qué intereses mueven a estos sectores de la Iglesia. Porque la salvación de las almas,  la caridad y la justicia, definitivamente no.

1 comentario

  1. Poco objetivo el artículo. Monseñor Eguren tampoco es un santo, y lo que ha hecho lo ha hecho por presión, no porque tenga un gran lado humanitario.

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