Internacional

LOS MONSTRUOS TAMBIÉN VIVEN EN PALACIOS

Por Tomás González Pondal
Hay monstruos que siempre vivirán encerrados en libros de ciencia ficción, y también los hay que viven en cárceles de máxima seguridad. Pero la mayoría de los monstruos viven en palacios, en legislaturas, casas de gobierno y oficinas presidenciales, y esto parece no tenerse en cuenta.
Uno los ve de corbata, traje, camisas de etiqueta, zapatos lustrados, autos de alta gama, aviones, lujosas moradas, con contactos en las más altas esferas, y rodeados del más sofisticado confort. A sus ojos, intocables. Han generado en las sociedades una visión sobre ellos mismos consistente en que, poco más, se los trate como a dioses. Alguno que otro apuntará al menos a la categoría de semidios. La mayoría han luchado y lo siguen haciendo para destrozar todo lo que Cristo Dios construyó. Y la mayoría no son más que monstruos. Refinados sí, pero monstruos al fin.
Uno de esos seres macabros tan festejados en estos días por la prensa rastrera que entretiene a diario a las masas, llega vivo a su centenario y se llama Henry Kissinger. Uno de los mentores del aborto moderno, aliado más luego de Obama y de Hillary Clinton (está última dijo que el aborto para ella es un tema sagrado).
Kissinger, con su temida “disruptive” extranjera, propugnó la reducción poblacional en los llamados países en desarrollo. Las vidas que se han cargado estos personajes paquetones, de moño y diamantes, es sin cuento.
No olvidemos una de las máximas del sanguinario Henry: “No country has reduces it’s population growth without resorting to abortion” ( Ningún país ha reducido su población sin el recurso al aborto). ¡Y pensar que a bombo, platillo y guita estatal, la pléyade abortera jamás se cansa de difundir la imbecilidad patente de que el aborto reduce abortos!
Algún corredor de tinta se atreve a hablar elogiosamente del “legado” del masón Henry, proponiendo que sea “una hoja de ruta, teórica y práctica, para todo presidente, canciller y diplomático. Algo así como proponerle a Michelle Bachellet que tenga por hoja de ruta el legado de Hillary Clinton. En la misma manada el instinto es común.

Dejar una respuesta