Por: Luciano Revoredo
Ya antes hemos escrito sobre como el progresismo woke en su afán por imponer sus criterios de victimización, por dividir a las sociedades sobre puntos de partida ideológicos y vendernos una historia trucada para mostrar un desarrollo de la humanidad en el que solo hay privilegiados y oprimidos, está más cerca de ser una enfermedad mental que una posición política.
Los partidarios de la ideología woke dividen el mundo en minorías, que siempre son víctimas de mayorías privilegiadas. Planteado esto, toda la maquinaria ideológica colocada en los medios de comunicación y en la educación inician un trabajo de inducción e intensiva persuasión para instalar un sentimiento de culpa en las supuestas mayorías opresoras. Esto lleva por ejemplo a humillar a los niños en las escuelas de los Estados Unidos y Europa por el simple hecho de ser blancos. Se les inocula la culpa por algo que ni terminan de entender y por lo cual crecerán odiando sus orígenes y negando su propia identidad.
No solo los niños, sino toda una comunidad, esa supuesta mayoría culpable terminará en procesos de reeducación en los que se les lleva a preguntarse y cuestionar sus privilegios hasta terminar de instalar la culpa. En Canadá existen en todas las empresas públicas y privadas oficinas dedicadas a encontrar a los disidentes del pensamiento único (progre-woke) para reeducarlos. Someterlos a capacitaciones ideológicas y si finalmente no son capaces de ser redimidos de su condición indeseable de privilegiados de una suerte de antiguo régimen, que solo los progres detectan, podrían terminar en el peor ostracismo cuando no en prisión.
La transformación de las mentes y la cultura está a la base de la creación del nuevo mundo woke. Hay temas muy importantes que no debemos banalizar, por ejemplo, el lenguaje inclusivo. En esto se está tratado de cambiar la lengua para modificar el contenido de la cultura y a la larga cambiar al ser humano, es evidente que la lengua como elemento vivo determina los modos de pensar, la cosa es muy simple.
Antes de la intromisión de la perversa ideología de género y su abyecto lenguaje inclusivo, un niño crecía aprendiendo a hablar correctamente y sabía el uso adecuado de los pronombres y los géneros. Pero si a un niño desde pequeño se le inculca que cuando uno dice “niños” está excluyendo a las niñas, entonces hay que decir niños y niñas, pero que eso además no es suficiente, porque además hay niñes, va a crecer con ese pensamiento. Con la idea introducida en su pequeña mente de que además de niños y niñas hay otras opciones.
Este es solo un ejemplo. Hay que añadir que en sociedades en que están más avanzados en la imposición de esta tiranía mental, ya es una realidad las llamadas políticas de identidad. Esto se traduce en leyes que establecen identidades protegidas cuya protección se asocia a multas o prisión cuando alguien dice algo contrario a lo que dice la ley por ejemplo sobre el sexo.
Esta perversa ideología muta de acuerdo con las realidades. En nuestro país ya tiene en alto las banderas del género, el indigenismo, el “anticolonialismo” y una falsa comprensión de la identidad. Estamos avisados.
Pues que empiecen a denunciar en quechua o Aymara, por qué hacerlo en la lengua colonialista? Y de paso crear las categorías de género en esas lenguas.
No existe el tercer sexo. Solo existen dos y con eso se reproducen lo que Dios creo y así es también en el reino animal y vegetal y eso viene de fabrica . Por qué ponerle nombre a algo que el hombre en su imaginación cree que existe . Si el creador tiene nombre para todo lo que existe y lo que no eso no es válido. Las preferencias sexuales es un tema de gustos inclinaciones y otros.
Quien odia tanto al ser humano que desea que se vuelva completamente loco y crea esas patrañas?