Por Martha Meier M.Q.
“El que se erige en juez de la verdad y el conocimiento es desalentado por las carcajadas de los dioses”, dijo Albert Einstein.
Esas carcajadas serán el castigo de la casta caviar que tanto daño hace al Perú. La soberbia es parte de su ADN. Hoy han sido desnudados conociéndose su podredumbre gracias al testimonio de Jaime Villanueva, ex asesor de la fiscal Benavides.
Todo caviar se cree superior, más valioso, importante e inteligente que el resto de las personas, por ello alucinan que nadie se percata de cómo distorsionan la verdad para engañar y mentir a favor de sus intereses tribales.
La abogada Rosa María Palacios, monaguilla del sumo sacerdote caviar Gustavo Gorriti Ellenbogen, pretende cual aprendiz de chef darle vuelta a la tortilla y decir que las declaraciones de Villanueva, presentadas por la periodista Milagros Leiva, son un “psicosocial” de Keiko Fujimori para librarse del juicio sobre el ‘caso cocteles’.
Bien sabe ella, como abogada, que ese no es ningún ‘caso’ porque no existe delito alguno sino una vulgar persecución política con la que se pretende dictar prisión de treinta años a la única política peruana que lidera un partido sólido con arraigo popular y ha estado a punto de ser presidenta del Perú en tres ocasiones.
La operación discursiva de la tribu caviar intenta fraguar el gran engaño y desacreditar las nuevas revelaciones de Villanueva porque afectan al periodista Gustavo Gorriti, menospreciando la inteligencia de todos.
Está aún fresco cómo validaron con fe ciega cada palabra de Villanueva cuando golpeaban a la fiscal Benavides, pero ahora que se toca a Gorriti y al IDL, ese club de amiguitos llamado Instituto Prensa y Sociedad, IPYS, sostiene: “no encontramos indicios delictivos imputables al medio ni al periodista”.
Ahora los periodistas caviares no solo se entrometen en la selección o caída de fiscales y jueces, sino que se erigen como tales, y no pocos medios siguen ese juego, manipulando a sus audiencias y con ello perdiéndolas.
Los caviares y los medios en los que están enquistados creen que la gente es idiota; con ellos no hay debate ni razonamiento posibles. Lo infectan todo, son expertos sembradores de odios y de inventar ficciones para culpar a terceros de lo que le ocurre a los integrantes de su argollita por perpetrar estupideces y si en eso pueden patear a quien detestan lo hacen.
Rosa Palacios, por ejemplo, responsabilizó al dos veces presidente Alan García por el despido de Augusto Álvarez de Perú 21 “aterrorizando a los Miro Quesada”, como si García no hubiese sido respetuoso de la libertad de expresión, y los Miró Quesada fuésemos sumisos y siguiéramos órdenes de los gobernantes de turno.
Álvarez Rodrich sabe perfectamente las razones de su despido y tienen que ver con el mal uso que le dio a una portada del diario. Y ella, aún dolida, por su adiós de América TV, sabe que fue por bajo rating. Ninguno acepta su verdad.