La columna del Director

HAY QUE PONER FIN A ESTE GOBIERNO DE PACOTILLA

Por: Luciano Revoredo

Pedro Castillo es una vergüenza. Un impresentable que no da la talla ni para agitador de plazuela y que ocupa la Presidencia de la República gracias a una serie de dudosos y oscuros manejos y manipulaciones de votos y actas electorales.

Cada aparición suya es más lamentable que la anterior. Es la personificación misma de la insignificancia, la insuficiencia mental y la pequeñez humana. Un ser cuya mediocridad es invencible.

Ha aprendido un libreto cuya palabra mágica es aquella entelequia mental llamada pueblo y la usa sin tregua. Se ufana de su condición de maestro y hace años que no enseña a nadie, de rondero y los ronderos no lo reconocen como tal y de campesino, cosa que jamás ha sido. Tiene un oscuro pasado de papeles desaparecidos en las comisarías de Chota. Es un individuo ladino, ingrato y renegado.

Es un hombre con algún tipo de tara que lo hace incapaz de discernir entre el bien y el mal, entre lo ético y correcto y lo delincuencial. No tiene ni capacidad de arrepentimiento ni propósito de enmienda.

Ha hecho una carrera política sobre la base de alianzas con radicales, terroristas y corruptos. Su hábitat es el detritus social. Hoy que ocupa la presidencia está claro que su actuar no es más que una proyección de todo su pasado y su personalidad.

No debiera sorprendernos que a poco más de cien días en el poder haya destruido instituciones, nombrado todo tipo de asesinos y delincuentes como ministros y funcionarios, iniciado la ruina de la economía y actuado con nocturnidad y alevosía dando la espalda al Perú.

Estamos ante un gobierno de pacotilla que no puede seguir destruyendo al país. Hoy hemos visto una vez más a Castillo balbuceante, repitiendo su libreto de victimización en un mensaje inaceptable, rodeado de su excrementicio gabinete.

El Perú no merece esto ni puede tolerar más. La vacancia es un imperativo. Los patriotas han de tomar las calles y el congreso actuar con la dignidad y entereza que amerita la hora actual.

 

 

 

 

 

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