Por: Roberto de Olazábal
Cadaqués es un pintoresco pueblo costero situado en la Costa Brava, en la provincia de Girona, al noreste de Cataluña, España. Es conocido por su belleza natural, su encanto mediterráneo, su historia y su bohemia.
En las calles estrechas y sinuosas del casco antiguo de Cadaqués, flanqueada por casas de paredes blancas y techos de tejas rojas, se encuentra la casa-museo de Salvador Dalí, que muestra la vida y obra del famoso pintor surrealista.
Salvador Dalí nació y creció en una familia católica en España y a lo largo de su vida mostró interés por diversas ideas y corrientes filosóficas, pero nunca abandonó formalmente su afiliación a la fe católica que se ve reflejada en su vida y obra.
En el “Crucifixión o Corpus hypercubus” las inquietudes filosóficas y artísticas de Salvador Dalí se funden con la espiritualidad. En la pintura, terminada en 1954, Jesucristo aparece sin mostrar su rostro de manera directa y sin los estigmas de las manos ni las heridas del torso habituales, levitando frente a una cruz formada por ocho cubos.
En la composición, Dalí retrata a su mujer Gala, representada como la Virgen María y en el fondo se puede observar la localidad de Cadaqués, donde el artista veraneaba. Sobre esta obra Dalí dijo: “Pinté una cruz hipercúbica en la que el cuerpo de Cristo se convierte metafísicamente en el noveno cubo, siguiendo los preceptos del discurso sobre la forma cúbica de Juan Herrera, constructor de El Escorial, inspirado en Ramon Llull”.
El primero, Herrera, fue un arquitecto y matemático considerado uno de los máximos exponentes de la arquitectura renacentista hispana y el segundo, Ramon Llull, fue un laico próximo a los franciscanos, filósofo, poeta, teólogo y misionero mallorquín, que introdujo el pensamiento moral a la filosofía y la teología de su tiempo a favor de un pensamiento místico en contra del racionalismo.
Aunque es evidente el interés de Dalí estaba en explorar ideas de misticismo a través de su arte, es válido interpretar esta obra como una reflexión sobre la naturaleza trascendental de la fe y la relación entre lo divino y lo terrenal. Otros artistas de manera muy destacada, como Goya o especialmente Velázquez, han tratado la crucifixión de Jesús. Pero Dalí incorporó la interconexión entre el tiempo, el espacio y la espiritualidad.
Salvador Dalí fue siempre provocativo. Algunos pueden encontrar esta representación como sacrílega o blasfema o como un desafío a las convenciones establecidas. Los estudiosos del arte reconocen en ella la habilidad técnica excepcional, una maestría en la representación de formas tridimensionales y perspectivas complejas, así como la capacidad de Dalí para fusionar conceptos abstractos con imágenes figurativas.
Contemplar el “Crucifixión o Corpus hypercubus” de Salvador Dalí es un recordatorio del amor incondicional de Dios por la humanidad, superando el tiempo y la razón de modo surrealista. La relación entre el arte moderno y lo sagrado embellece el espíritu de la sociedad, así como las colinas verdes y los acantilados rocosos que se sumergen en el mar de Cadaqués, en aguas tranquilas, en un puerto que enriquece el corazón del pueblo.