
Por Roberto de Olazábal
Un escritor peruano comentó que su próxima novela de no ficción será inevitablemente comparada por la crítica con una novela escrita por F. Scott Fitzgerald en 1925, “El Gran Gatsby”. Disipada la modestia del autor, asomó la curiosidad por saber quién sería el Jay Gatsby de su próximo libro ambientado en la Lima de hoy.
En el “El Gran Gatsby”, Fitzgerald, con una prosa elegante desnuda a la sociedad norteamericana de la década de 1920, revelando sus valores, explorando temas como la obsesión, el amor no correspondido, la riqueza y la corrupción moral. El protagonista y narrador de la historia es Nick Carraway, un joven graduado de Yale que se muda a Long Island para trabajar en finanzas. Nick alquila una casa en West Egg, una zona residencial donde conoce a su misterioso vecino Jay Gatsby. Los personajes de F. Scott Fitzgerald disfrutan del jazz y la extravagancia de los “locos años veinte”.
Van surgiendo los desafíos para el escritor pretensioso. Su protagonista, podría llamarse, Nicolás Carranza, recién egresado de una universidad privada se mudaría a San Borja, junto a su popular vecino y mediático amigo un tal Kei García. Sus personajes disfrutarían de cumbia y de la huachafería de los “alocados años de la crisis política”, donde las conexiones con el poder son más importantes que la igualdad ante la ley.
Jay Gatsby es un hombre rico y enigmático que organiza grandes fiestas en su lujosa mansión. Kei García, también sería rico, pero de enigmático, nada, sólo la procedencia de su dinero. Mientras Nick Carraway se adentra más en el mundo de lujo, secretos y tensiones de la sociedad de Lond Island; Nicolás Carranza iría descubriendo las complejidades y las fisuras que se esconden detrás de las fachadas de los políticos provincianos en Lima.
Fitzgerald teje una historia inolvidable a través de una relación amorosa. A lo largo de la novela, se revela que Jay Gatsby está obsesionado con Daisy Buchanan, una mujer de la alta sociedad con quien tuvo una relación antes. Daisy está casada con Tom Buchanan, un adinerado y arrogante exjugador de fútbol americano. Pero, tampoco, tampoco, a Kei García apenas si se le vinculó con mujer alguna, casado de un día para el otro, superficial y materialista, no da para una historia inolvidable sobre amor.
Algún crítico literario generoso (publicista) pondría a ambas novelas a la par como un retrato incisivo de una sociedad cuya promesa de éxito y felicidad, se enfrenta a la realidad de las ambiciones desmedidas, las pasiones no correspondidas y las verdades incómodas de personajes cuyos delitos quedan impunes.
La corrupción moral sería la intersección entre ambas obras, las aguas turbias de la decadencia de una sociedad moderna vista desde Jay Gatsby o Kei García, la opulencia de la Era del Jazz de la década de 1920 en Estados Unidos y los ostentosos años de lavados de activos en Perú. El primero un millonario conocido por sus extravagantes fiestas, el segundo un nuevo rico poderoso, parrandero y borracho. Divirtiéndose en un clima de impunidad que nubla la confianza en las instituciones democráticas, socavando el estado de derecho.
Recordarle al escritor optimista que al comienzo la crítica no fue favorable para “El gran Gatsby” y su venta fue mala. Fitzgerald murió en 1940, creyéndose un fracaso. Años después la novela tuvo numerosas adaptaciones teatrales y cinematográficas y es considerada como un clásico de la literatura.
Será posible entonces que su Kei García llegue a ser uno de aquellos grandes personajes de la corrupción, logrará destacar las diferentes facetas y consecuencias de este fenómeno en la sociedad y en la condición humana. En nuestra ciudad viven muchos ejemplos para su novela, corruptos hasta para exportar como diría uno de estos, y ciudadanos desmoralizados, abandonados por el sistema legal, sin fe en un cambio positivo, lamentablemente, pues siempre habrá malos ejemplos para buenas historias.